El "miedo" y la "ansiedad" porque la victoria rotunda de Ciudadanos en Cataluña en las elecciones del 21-D se está contagiando al resto de España ha hecho mella en un PP que ya no ve tan remota la posibilidad del sorpasso por parte de Albert Rivera. La última encuesta de Metroscopia para El País y alguna otra ya lo dan por hecho, por más que tanto en La Moncloa como en la sede de la calle Génova se le resta credibilidad.
Esa sensación de preocupación se acrecienta fuera del núcleo central de poder, entre unos barones y alcaldes que tendrán que pasar el test de las elecciones autonómicas y municipales en mayo de 2019, un año antes de que Mariano Rajoy -o su sucesor- se enfrente a sus elecciones en 2020.
Y como el partido todavía no ha designado candidatos, en algunos casos porque todavía no se tiene clara la decisión y en otros porque no se quiere dar pistas al adversario -ejemplo Madrid, donde se especula con enviar a Pablo Casado a pelear con Manuela Carmena por la alcaldía-, los nervios empiezan a están a flor de piel. "Cuanto más tiempo pase, y Ciudadanos más suba, será más difícil convencer a la gente que dé la cara", avisa un veterano popular que ya conoció la misma sensación en otras épocas.
Con muchos de esos barones preocupados ha hablado el presidente del Gobierno este fin de semana, aseguran a Vozpópuli fuentes populares, para pulsar su opinión sobre qué debe anunciar este lunes ante la Junta Directiva nacional del partido. Cobra forma la idea de convocar una conferencia política en febrero, cuando seguramente ya haya gobierno en Cataluña, el 155 será historia y el Consejo de Ministros pueda dar luz verde a los Presupuestos 2018 con permiso del PNV.
Esto permitiría al PP dar la sensación de que "lo peor ha pasado" y que se retoma la legislatura y las decenas de proyectos de ley que anunció la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría el 7 de enero ante la incredulidad de un PSOE que insiste en que la legislatura está acabada -"huele a formol"- y un Rivera que no pierde ocasión de recordar la debilidad del gabinete y su dependencia de lo que haga o decida Ciudadanos, últimamente renuente hasta para aprobar los presupuestos.
Cospedal, Maillo y los secretarios le han proporcionado diversas medidas pero el presidente del Gobierno ha querido consultado con los barones el fin de semana y este lunes dará a conocer su plan de reactivación
Además de la conferencia -siempre la hay en enero/febrero los años en que no toca congreso nacional del PP-, Rajoy tiene sobre la mesa otras propuestas que le han proporcionado a lo largo de esta semana la secretaria general y ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, y el coordinador general, Fernando Martínez Maíllo. Desde un adelanto en el calendario de selección de candidatos hasta un plan de trabajo para implicar más a los ministros en la comunicación del PP, pasando por una mezcla de ambas cosas sin olvidar una posible crisis de gobierno.
Esto último es más delicado porque de todos es sabida la alergia de Rajoy a los cambios en el gabinete y tiene pendiente la posible remodelación a la que le obligaría enviar a la ministra de Sanidad, Dolors Montserrat, a dirigir el PP catalán en sustitución del derrotado Xavier García Albiol, y la marcha del ministro de Economía, Luis de Guindos, a la Vicepresidencia del Banco Central Europeo.
Tiene embridada a la dirección nacional -en la reunión post 21-D dio la palabra por tres veces a quien quisiera hablar y nadie lo hizo-, pero Rajoy sabe que el malestar fuera de ese círculo central de poder es enorme. Los Alberto Núñez Feijóo, en Galicia, o Juan Vicente Herrera, éste último de salida en Castilla y León, han pasado de criticar en privado el encefalograma plano del Gobierno a dar la voz de alarma sobre el ascenso de Rivera ayudado por un José María Aznar, que ve en el joven dirigente del centro-derecha español a un epígono suyo 20 años después.
El jefe del Ejecutivo intenta convencer a los suyos de que el fulgurante ascenso de Rivera tiene mucho de espejismo y que Ciudadanos es un partido "sin estructura", no como el PP
Todos los consultados se van a dar cita este lunes en Génova 13. Por eso el presidente ha querido contar con ellos. Nada queda prácticamente en este PP del partido que refundó Aznar salvo el propio Rajoy, que ha hecho una organización a su imagen y semejanza: poco "ruido" y trabajo.
Este viernes pasado el ministro Portavoz, Íñigo Méndez de Vigo, el más cuestionado internamente en cuanto que es la cara del gabinete, dejó caer el mensaje, probablemente inducido por el propio Rajoy, que los frutos de la tarea de Gobierno, como los de la Justicia, "se ven con el tiempo".
Ni el presidente ni su asesor áulico, Pedro Arriola, creen que Ciudadanos esté en disposición de acometer el sorpasso al PP -"no tienen estructura provincial y eso se verá en las elecciones municipales y autonómicas", repiten en la sede central-, pero el tremendo batacazo en Cataluña ha hecho sonar todas las alarmas y en la Junta Directiva Nacional le van a hacer falta algo más que buenas palabras.