El PP asiste enmudecido a la pugna cainita en la que se ha convertido la pugna por el poder en el PSOE. Mariano Rajoy, de viaje en China, dio instrucciones a sus lugartenientes de mantener silencio ante lo que ocurre en esta etapa decisiva en la que se adentran los aspirantes socialistas de cara a sus primarias.
Ni comentarios ni reacciones. Los portavoces del PP no emiten juicios de valor sobre los tensos episodios que se viven en el PSOE en la carrera para hacerse con el liderazgo en Ferraz. El debate entre los tres postulantes se seguirá con interés pero sin emisión de opiniones. Rajoy confía en que finalmente se imponga Susana Díaz en la batalla del día 21, aunque no lo tiene muy claro. Tampoco espera demasiado del PSOE en esta legislatura. Ya consiguió sacar adelante el techo de gasto y espera hacer lo propio con los Presupuestos, asunto que ahora le ocupa buena parte de su tiempo. "Con Díaz se podrá contar para asuntos de Estado, para temas delicados con el reto secesionista en Cataluña. Con Sánchez será mucho más dificíl, ya se está viendo", dice una fuente de Génova.
Los dirigentes populares ponen cara de póker cuando se les pregunta por el airado pulso interno que se vive en el PSOE. Comentan de pasada las dificultades por las que atraviesa al principal partido de la oposición para evidenciar la fortaleza y cohesión del PP que, pese a que va cediendo apoyos en los sondeos demoscópicos, se mantiene en cabeza y con una ventaja considerable para con sus rivales.
Comisiones de Investigación
Las relaciones de Rajoy con el PSOE se circunscriben al fluido diálogo con Javier Fernández, el templado presidente de la Gestora, 'con quien se puede hablar y hasta llegar a algún acuerdo", señalan en el PP. No funciona mal el diálogo entre los dos Hernando, Rafael y Antonio, los jefes de los respectivos grupos parlamentarios que lograron llegar a un acuerdo para colocar a los diputados canarios al frente de las comisiones de investigación sobre Bankia y Bárcenas, es decir, sobre las cajas de Ahorro y la financiación del PP. El bipartidismo demostró, en ese trance, que sigue vivo y es capaz de unir filas y estrechar posturas ante intereses comunes. En este caso, para cerrarle la puerta a Ciudadanos y Podemos, que pretendían controlar estas comisiones.
El PP teme una victoria inapelable de Sánchez porque abriría la puerta a posibilidades inexploradas, como acuerdos permanentes con Podemos, que tornaría en invivible lo que queda de legislatura. Si el presidente del Gobierno logra amarrar los presupuestos, lo que parece al alcance de la mano, este nuevo escenario sería evidentemente incómodo pero no tan dramático como para pensar en una convocatoria electoral anticipada algo que, ahora mismo nadie, ni en Génova ni en La Moncloa, contemplan.