Pedro Sánchez tiene intención de desvelar este miércoles la fecha de las elecciones generales o un "calendario aproximado" de lo que piensa hacer una vez que el Congreso tumbe el proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado 2019, según aseguran a Vozpópuli fuentes de su entorno. Probablemente será al final del debate presupuestario cuando el presidente del Gobierno haga uso de su derecho a intervenir en cualquier momento ante el Pleno, para subir a la tribuna de oradores a explicar su hoja de ruta electoral.
Nada ha trascendido de la misma; solo que esa llamada a las urnas no será el domingo 14 de abril, como se especuló este lunes. Lo ha descartado formalmente el secretario de Organización del PSOE y ministro de Fomento, José Luis Ábalos y automáticamente empezó a cobrar fuerza en el entorno presidencial el domingo 28 de abril, a la vuelta de Semana Santa y tan solo cuatro semanas antes de la cita electoral local y autonómica del 26 de mayo (26M).
Supondría una situación inédita desde que hace 40 años, en 1979, Adolfo Suárez convocara las segundas elecciones generales de la Democracia un uno de marzo, y al mes siguiente, el 3 de abril, se celebraron las primeras elecciones municipales desde la II República. Pero es que la alternativa a ese 28 de abril pasa por retrasar las generales a otoño y en el PSOE empieza a cundir la idea de que sin mayoría parlamentaria "el Gobierno no aguanta seis meses mas".
Entre los barones se impone el "mal menor" de convocar el 28 de abril si no hay más remedio; todo antes que convertir sus elecciones del 26 de mayo en un plebiscito sobre Sánchez que se los lleve por delante
Porque la opción de juntar las elecciones generales con europeas, autonómicas y municipales el 26M, el llamado superdomingo, es fuertemente rechazado por los barones. Temen que se conviertan en un plebiscito sobre Cataluña y el PSOE pierda todo el poder institucional -Gobierno, autonomías y ayuntamientos- de una tacada. Y por eso los dos dirigentes de la Ejecutiva Federal más partidarios hasta ahora de esa opción, Ábalos y su número dos en Organización, Santos Cerdán, ya asumen que las elecciones generales serán el 28 de abril o en otoño.
En ese escenario, asumirían como un "mal menor", señalan distintas fuentes esta convocatoria precipitada por parte del presidente de elecciones generales el 28 de abril; todo antes que convertir las suyas el 26 de mayo, en las cuales los presidentes de Aragón, Javier Lambán; Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page; Comunidad Valenciana, Ximo Puig; o Baleares, Francina Armengol, en una consulta que se los lleve por delante. Ya le pasó a Susana Díaz en las elecciones andaluzas del 2 de diciembe.
Ambas opciones tienen pros y contras que en el caso de la segunda, una convocatoria en otoño, parecen más evidentes: que el Ejecutivo de Sánchez colapse antes por falta de apoyos a sus reales decretos no solo de ERC y PDeCAT, también de Podemos; y que, en consecuencia, el PSOE se quede sin gobernar por la suma de PP, Ciudadanos y Vox, como señalan los últimos sondeos revelando un fuerte desgaste del líder socialista.
Las 'contraindicaciones' del 28A
Aún así, una cita electoral el 28 de abril (28A) no está exenta de contraindicaciones. El director de gabinete de Presidencia, Iván Redondo, defiende abril para aprovechar así el error de Albert Rivera de escorarse a la derecha tato que se ha visto obligado a aparecer a regañadientes en una foto con Vox, y para aprovechar también la inminente exhumación de los restos de Francisco Franco. Y también hay argumentos internos, señalan fuentes socialistas: si Sánchez saca un mal resultado los barones no podrán pedirle cuentas por su pactos con los independentistas porque estarán precupados de salvar su pellejo político un mes más tarde, el 26M.
El problema, dicen quienes preferirían otoño, es que el 28-A "no tendría campaña electoral", porque el viernes que comience, 12 de abril, se inician empiezan las vacaciones escolares; las familias estarán de viaje desde ese fin de semana y toda la Semana Santa. Y eso, objetivamente, perjudica a un PSOE muy desmovilizada, por más que La Moncloa confíe en que la manifestación de Colón haya espoleado a la izquierda.