Mariano Rajoy se mueve por etapas. No abre una hasta que ha cerrado la anterior. Conformado el Gobierno, y una vez se ponga a andar, toca pensar en el futuro del PP. En pocas semanas convocará ese Congreso Nacional eternamente preterido, que se celebrará a comienzos del próximo año. Nadie duda, puesto que así lo ha anunciado, que el actual presidente optará a la reelección. Su liderazgo es indiscutible y no aparece rival alguno en el horizonte.
Más problemas ofrece la figura de quién ocupará el puesto de secretario general, que ostenta Dolores Cospedal desde junio de 2008, es decir, desde el conflictivo congreso de Valencia en el que Rajoy emergió claramente victorioso en un ambiente de desatadas tensiones internas. Cospedal ha llevado a cabo una labor rigurosa y firme, sacrificada y amarga, con etapas enrarecidas, en especial a causa de los episodios de corrupción que le tocó lidiar en condiciones adversas.
Una sugerencia polémica
Cospedal aspira a mantenerse al frente del aparato de Génova, o al menos así lo dio a entender tras la ceremonia de asunción de la cartera de Defensa. “No os vais a librar de mí”, declaró a los periodistas en tono amable pero muy claro. En algunas instancias de la formación conservadora se recibieron esas palabras como un anuncio de que la secretaria general se plantea continuar el frente del PP incluso después del Congreso. Una idea que algunos juzgan poco razonable ya que conducir el día a día del partido es poco compatible con su nuevo cargo de titular de Defensa, un ministerio de Estado.
Lo que ocurra en el futuro Congreso del PP está aún por diseñar. Cospedal quizás le pidió a Rajoy, en sus conversaciones privadas, mantenerse al frente del partido al menos hasta la celebración de ese importante cónclave. Quiere participar en su organización y en sus preparativos. En la convención política del PP del verano de 2015, fue la propia Cospedal quien habló de la necesidad de adoptar al fórmula de ‘un militante, un voto’ y quien defendió la necesidad de una mayor participación de las bases a la hora de elegir a los futuros candidatos y dirigentes de la formación, así como la limitación de mandatos. Aspirar a mantenerse al frente de la Secretaría General, tras la celebración del Congreso, equivaldría en la práctica a plantear un ‘dedazo’ en toda regla, es decir, obviar la opinión de la militancia para que la cosas sigan como están.
Las palabras de Cospedal han producido cierta inquietud entre algunos dirigentes regionales y altos cargos de la formación. No tocaba ahora hablar del futuro del PP, sino de consolidar al nuevo Gabinete y poner en marcha las políticas y reformas que permanecen dormidas y congeladas desde hace un año.
Reforma en la cúpula
En el verano del pasado año, Rajoy aceptó, con escaso entusiasmo, un cambio en la cúpula de Génova, con la incorporación de cuatro jóvenes vicesecretarios generales que trasladaron la imagen de una cierta renovación. Incorporó también al vértice del equipo a Jorge Moragas, a quien situó al frente de la organización de las campañas electorales del 20-D y el 26-J, que lograron mantener al PP como el partido más votado, en tanto que sus rivales experimentaban una acusado declinar.
Cospedal y Moragas tendrán que colaborar en la preparación del Congreso. El PP necesita llevar a cabo una profunda renovación para adaptarse a la nueva coyuntura política, con un Gobierno precisado de apoyos parlamentarios y de continuos acuerdos y pactos para sacar adelante su labor.
Rajoy dirigirá los preparativos del próximo cónclave y es bien seguro que ya tiene pensada quién será la figura quien habrá de actuar como su 'número dos'. Fernando Maíllo, actual vicesecretario de los populares, aparece como una de las figuras con más posibilidades de hacerse cargo de esas funciones. Discreto, leal, laborioso y sin especiales ambiciones políticas ha demostrado, en apenas un año, que conoce a la perfección la estructura del aparato y que goza de un predicamento notable entre los dirigentes líderes regionales. No habrá pulso entre Cospedal y Maíllo, dicen fuentes conocedoras del PP. No parece que vayan a producirse unas primarias abiertas y ‘fuera de control’, comentan.
Tras el nefasto saldo de las elecciones del 20-D, José María Aznar se presentó inopinadamente en el Comité Ejecutivo del PP para reclamar la celebración urgente de ‘un congreso abierto’, a fin de abordar una profunda “reflexión profunda” sobre los penosos resultados electorales. Rajoy le respondió que todos los congresos del PP son ‘abiertos’ y aplazó su celebración hasta la elección del nuevo Gobierno.
De nuevo en la Moncloa, Rajoy pretende liderar y conducir el PP al menos durante la presente legislatura. Se presentará como candidato a la Presidencia, tal y como él mismo anunció. Asunto bien distinto es cómo será elegida la figura del secretario general. ¿Un 'dedazo'?, como pareció entenderse de las palabras de Cospedal. ¿Se contará con la opinión de la militancia?. ¿Habrá primarias? La respuesta, en pocas semanas.