Cuando Susana Díaz abandonó el Palacio de La Moncloa el pasado lunes 23 de julio, tras una larga entrevista de dos horas y media con el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lo hizo con la mosca detrás de la oreja a pesar de las sonrisas que se prodigaron uno y otra.
Ambas partes trasladaron una misma versión oficial: "no han hablado de elecciones", pero según fuentes socialistas consultadas por Vozpópuli, durante esa cita Sánchez sí reconoció a la presidenta de la Junta de Andalucía que no iba a resistirse a adelantar las elecciones generales en caso de perder la mayoría en el Parlamento.
Quedaban todavía cuatro días para que se produjera el contundente rechazo al objetivo de déficit, pero ese comentario ya ponía sobre aviso a su interlocutora sobre la posibilidad de una convocatoria de elecciones conjunta, generales y andaluzas; tanto si ella decide adelantarlas a este otoño -se especula con una fecha mítica para los socialistas, el domingo 28 de octubre, 36 años de la histórica victoria de Felipe González- como si decide agotar la legislatura en marzo de 2019.
Históricamente, al PSOE no me ha ido mal cuando ha hecho coincidir unas elecciones generales en toda España con unas autonómicas en su tradicional feudo, recuerdan algunos en Ferraz. Sin ir más lejos, Manuel Chaves recuperó la mayoría absoluta, que había perdido diez años atrás cuando decidió convocar junto a aquellas elecciones generales de marzo de 2004 que ganó José Luis Rodríguez Zapatero.
Díaz no tiene poder para decidir si habrá 'doble urna' en las andaluzas porque está en manos del presidente del Gobierno esperar a que ella convoque para sumarse
Ha pasado mucho tiempo y hoy Díaz no está dispuesta a ir a la sombra de su adversario interno, el hombre que la derrotó en primarias; por orgullo, sí, pero también porque teme al efecto contagio en Andalucía de un mal resultado. De solaparse ambos comicios, incluso en Sevilla se hablaría más de Cataluña, de Carles Puigdemont y de las cesiones de Sánchez al independentismo, que de su gestión en la Junta de Andalucía.
El caso es que las sospechas de ella tras salir de La Moncloa el lunes se vieron confirmadas a la mañana siguiente cuando Vozpópuli publicó que Sanchez está dispuesto a ir a las urnas con ella. La ministra portavoz, Isabel Celáa, vino a dar pábulo a esa información señalando lo "absurdo" de resistirse si se pierde la mayoría.
La presidenta de la Junta no perdió el tiempo. Esa misma mañana del martes 24 graba una entrevista con SER-Andalucía al exclusivo fin de dejar claro que se opone a solapar ambos comicios.
"Cuando se convoquen las elecciones autonómicas serán con acento andaluz y hablando de Andalucía", dijo, evitando cuidadosamente descartar la doble convocatoria... porque sabe que no está en su mano sino en la de Sánchez; y después de lo ocurrido este viernes en el Congreso, con el rechazo al objetivo de déficit por parte de Podemos, todavía más. Él solo tiene que esperar a que ella convoque cualquier domingo antes de la fecha limite, 20 de marzo, y sumarse.
Como a Sánchez le va a ser difícil aguantar hasta otoño de 2019, se abre paso la idea de que, o va a las urnas junto con Díaz en Andalucía, o el 26-M con el resto
Al presidente del Gobierno se le va a hacer muy cuesta arriba aguantar hasta junio de 2020, como sigue repitiendo en sus intervenciones públicas; incluso llegar a otoño de 2019 con el presupuesto 2018 prorrogado que, además, no es suyo sino de Mariano Rajoy, con sus socios de Podemos rechazando más recortes, el PDCat haciéndole la vida imposible, y PP y Ciudadanos reclamando elecciones un día sí y otro también para salir del marasmo.
Es por eso que entre los barones socialistas ya comienza a circular la idea de que, o hay elecciones generales y andaluzas, antes de marzo, o las generales pueden ser dos meses más tarde, el 26 de mayo, conjuntamente con autonómicas y municipales en el resto de España, y con las europeas. Y en este punto los intereses de Díaz chocan con los del resto.
Ni el presidente extremeño Guillermo Fernández Vara, ni el aragonés, Javier Lambán, el valenciano Ximo Puig, el castellano-manchego, Emiliano García-Page, el asturiano Javier Fernández y la balear Francina Armengol, parecen muy por la labor de ser ellos los paganos. Fernández estuvo en La Moncloa con el presidente del Gobierno este miércoles 25 y luego, en rueda de prensa, no quiso decir si Sánchez debe adelantar los comicios por la inestabilidad de su ejecutivo.
Todos temen, como Susana Díaz, un efecto contagio negativo y que se hable más de Puigdemont que de su gestión; pero, además, alguna de las fuentes consultadas resalta la complejidad de unos comicios que, en algunas zonas supondría votar hasta en seis urnas: Congreso, Senado, Parlamento Europeo, autonómicas, municipales, y dependiendo del territorio, diputaciones, concejos o cabildos (Canarias).
"Es jugárnoslo todo a una carta", señala una de las fuentes consultadas, con el riesgo que eso tendría para el PSOE de perder no solo La Moncloa sino varios gobiernos autonómicos y municipales si los votantes asocian su gestión a la de Sánchez.