Las presiones sobre el presidente de la Generalitat llegan desde todos los frentes. Una espesa tormenta que ha colocado al Ejecutivo catalán en una situación de descontrol y dudas. Su partido, el Pdecat, ya no oculta su irritación con que todo el peso del 'proceso' caiga sobre sus filas, mientras que ERC se va de rositas. También hay quejas importantes desde su propio equipo, donde se considera que la estrategia está errada y hay que abandonar cuanto antes le marcha hacia el referéndum, celebrar elecciones y pasar a la oposición para recomponer su partido.
Puigdemont ha suspendido su agenda de este viernes, luego de recibir en su despacho a varios de sus consejeros. Se adivina un cambio de funciones, e incluso el cese de entre dos y cuatro de sus consellers, a fin de centrar la responsabilidad de las tareas del plebiscito en tan sólo una o dos carteras. Según algunas fuentes, Oriol Junqueras y Raúl Romeva, vicepresidente y responsable de Exteriores, respectivamente, asumirían estas funciones, que ahora mismo no tienen un responsable claro. Hace ya un año, Puigdemont delegó esta cuestión en el líder de ERC, quien aparece muy poco comprometido con el empeño de sacar adelante la consulta. Teme recibir la misma 'medicina' que Artur Mas y tres de sus consejeros, es decir, inhabilitación y multa de cinco millones de euros.
La polémica de las urnas
El Gobierno de Puigdemont hace aguas. Hay pugnas intestinas, recelos y hasta temor a que se lleve a cabo grabaciones y escuchas telefónicas, de acuerdo con lo que narraba 'La Vanguardia'. La firmeza del Gobierno central está provocando una reacción de temor en las filas separatistas, en las que se observa una actitud cada vez más reticente a la posibilidad de que el referéndum se lleve a cabo. El martes está previsto que Junqueras y Romeva asuman sus responsabilidades y den el paso al frente para contratar la compra de las urnas. Nadie ha querido hasta ahora asumir este paso, por temor a la respuesta del Constitucional.
Para entonces, Puigdemont ya habrá remodelado algunas carteras de su Gabinete. Sería el segundo retoque al Ejecutivo, luego de la defenestración del conseller Jordi Baiget, quien osó comentar en público sus enormes dudas sobre la celebración del anunciado plebiscito. Hay varios nombres que están en el alero, en especial, Joan Vidal, secretario del Govern y una de las figuras que más firmemente se ha opuesto a la actitud que han mantenido hasta la fecha tanto la Cup como los propios socios de ERC, siempre al margen de todo tipo de compromiso.
Puigdemont sigue convencido de que el referéndum saldrá adelante, aunque nadie sabe qué fórmula se adoptará para hacerlo. La firmeza del Estado, la minuciosa respuesta de los tribunales, las dudas en las filas secesionistas, empiezan a sembrar las dudas entre los impulsores de la consulta.
No hay empresa alguna que asuma el compromiso de elaborar las urnas, por temor a las represalias de la Justicia. Se habla de 'externalizar' esta adjudicación, mediante la artimaña de adquirir las urnas al margen de los procedimientos oficiales. Incluso se habla ya, quizás en broma, de comprarlas a un proveedor chino. Una irregularidad en toda regla que demostraría el nivel de nervios que se vive en el Gobierno catalán. "Si se externaliza alguna parte del procedimiento, si no se cumplen los trámites oficiales, si se pone todo en manos de los municipios, al final haremos un plebiscito como el del 9N, pero aún más chapuza", comenta un diputado del Pdecat, muy crítico con la actual dirección.