Pedro Sánchez prosigue su ruta hacia las primarias de mayo y estos días se esfuerza en desactivar algunos de los miedos que suscita su candidatura. En especial, dos de ellos: la posibilidad de que acabe forzando unas terceras elecciones generales en cuestión de pocos meses y también de que protagonice una especie de noche de los cuchillos largos para acabar con todo lo que huela a susanismo.
Después de los regates y los devaneos que el propio Sánchez tuvo con Podemos en la pasada legislatura su credibilidad está muy diezmada. No obstante, su equipo se esfuerza en hacer ver que él ya no es el que era, que ha cambiado mucho y que ha tomado nota de sus experiencias.
La lógica lleva a pensar que ni a Susana Díaz ni a Pedro Sánchez, como tampoco a Patxi López, les interesan elecciones ni en el corto ni en el medio plazo. La razón es obvia: gane quien gane las primarias, necesitará un tiempo prudencial para recomponer por dentro el PSOE, tarea que resultará más fácil o más difícil dependiendo de los resultados. Veremos.