El PSOE ha logrado una amarga victoria en las elecciones generales del 10-N. Pero la repetición electoral ha sido una operación ruinosa para el socialismo se mire por dónde se mire. Pedro Sánchez ha fracasado en su intento de reforzar su mayoría parlamentaria. Y su liderazgo ha quedado seriamente debilitado.
El presidente del Gobierno ha perdido tres escaños -pasa de 123 a 120-, casi 1 millón de votos y la mayoría absoluta en el Senado.
Sánchez se enfrenta a un Parlamento mucho más inestable. El auge de Vox y el hundimiento de Ciudadanos dejan poco margen al líder del PSOE para intentar un acuerdo con el PP de Pablo Casado, que recupera terreno pero sigue lejos de los 100 diputados.
Sánchez, sin embargo, tiene números para intentar gobernar por su izquierda. La suma de PSOE, Unidas Podemos y Más País de Íñigo Errejón son 158 diputados y necesitarán el apoyo de ERC (13 escaños) y PNV (7). La negociación de este complejo acuerdo se centrará en el Gobierno de coalición que Iglesias ha reclamado en su valoración de los resultados electorales.
Desbloquear la situación
"La democracia nos ha convocado a desbloquear la situación y crear un gobierno progresista", ha dicho Sánchez en Ferraz ante centenares de militantes que coreaban tímidamente "con Casado, no" y "con Iglesias, sí"
Sánchez no ha conseguido sacar un solo rédito al 10-N, tal y como le advirtieron muchos en Ferraz. Pero el jefe del Ejecutivo y su jefe de Gabinete, Iván Redondo, se empeñaron en regresar a las urnas después de la investidura fallida de julio. Sánchez ha salvado la victoria, pero no está más fuerte que hace unos meses.
El bloque de izquierdas ha retrocedido con respecto abril, y si Sánchez quiere formar Gobierno seguramente tendrá que admitir a Podemos en el Consejo de Ministros.