“No actúe como en una obra de teatro”. Luis Bárcenas le paró los pies nada más arrancar. Toni Cantó se empeñaba en que el extesorero del PP ‘verbalizara’ (sic) su negativa a responder a cada pregunta. Bárcenas se encabritó y reprochó que estuviera actuando 'en una obra de teatro'. Como un actor. Que lo es. Cantó es actor. Especializado más bien en papeles de galán, dada su altura y su apostura. En la comisión que escruta las finanzas del PP, pareció por momentos erigirse en el papel de Rufián. No del malo de la película, sino de Gabriel, el diputado de ERC, ausente de la sala.
Encajó el golpe bajo Cantó y no logró una respuesta ingeniosa. Le dijo a Bárcenas que era como un actor de una película del oeste, o de bandidos, o no se sabe bien qué. Luego, eso sí, se explayó, y le llamó ‘el torpe de la película’, porque es el único de todos los de la Gürtel que ha pasado por la cárcel.
Castigo a la corrupción
Ciudadanos se crece en el castigo al PP por los escándalos de corrupción. Es su terreno. Ahí tiene libreto, tiene materia prima y le tiene ganas. Y Cantó fue a por todas. Los populares llegaban calientes después del tuit en el que hablaba de que Génova le aplicaba a los empresarios ‘un impuesto revolucionario’para conseguir fondos. Hasta Errejón le reprochó en las redes tan desafortunado símil.
Se enzarzó también Cantó con el presidente de la comisión, el afable Pedro Quevedo, el escaño 176 que abrió la puerta de los presupuestos. El diputado de Ciudadanos le reprochó que no actuara en forma neutral y que "se decantara en favor del PP”. La sala alucinaba.
Bárcenas apenas le escuchaba. Jugueteaba con el móvil, enviaba whatsapp, quizás a su abogado, allí presente, y miraba al tendido. “No sólo no habla sino que ni siquiera nos atiende”, le reprochó el diputado naranja. El compareciente, al final, quizás se apiadó de su irascible interrogador y le dedicó dos respuestas. “Jamás he dicho que le subí una caja de puros y billetes de 500 euros a Rajoy”. Y, “no tergiverse, yo cobraba en el partido por mi valía profesional, no por mi silencio, no le quepa la menor duda”.
El arranque de la comisión de los dineros del PP ha resultado anodina, estéril. Nada nuevo que no se encuentre en los sumarios judiciales o que no hayan contado ya los medios. El silencio casi sepulcral de Bárcenas actuó de eficaz sedante. Hasta Irene Montero se mostró menos incisiva y más plana de lo habitual. Tardá, que acuñó la frase de la mañana (“la mierda en perfume”) referida a nuestra democracia, no logró despejar el somnoliente y plúmbeo aire de lunes que reinaba en la sala. No intentó hacer un Rufián. Toni Cantó, agresivo, peleón, justiciero, no lo logró. Lo suyo es el papel de galán, no de rufián.