Las protestas organizadas por el autodenominado Tsunami Democràtic en Cataluña no se parecen a las promovidas por el movimiento de los chalecos amarillos en Francia. Tampoco a las concentraciones y manifestaciones celebradas recientemente en Hong Kong. Mucho menos a la agitación social que sacudió las calles de Grecia en época de crisis económica cuando el Gobierno emprendió los planes de austeridad, tal y como apuntan quienes tratan de justificar los incendios.
Las acciones orquestadas por esta nueva plataforma cuya web está registrada en el paraíso fiscal de Saint Christopher y Nevis, en las Antillas, han sido comparadas estos días -sobre todo por parte de los que participan en ellas- con las que en su día emprendieron algunos sectores del pueblo francés y hongkonés contra los gobiernos de Francia y China, respectivamente.
Pero más allá del uso de la tecnología y de las redes sociales para lograr una mejor coordinación entre los manifestantes y de que se desvinculan de los incendios y actos violentos provocados por sectores radicales que, según ellos, "no les representan", lo cierto es que las causas que mueven a unos y a otros son muy diferentes. Así como sus promotores.
Sin políticos, ni portavoces
Mientras que la plataforma Tsunami Democràtic protesta contra una sentencia condenatoria del Tribunal Supremo a unos dirigentes independentistas, los vecinos franceses lo hacían contra el alza en el precio de los combustibles, la injusticia fiscal y la pérdida del poder adquisitivo.
Es decir, el bloqueo de las carreteras y rotondas de las distintas regiones galas se produjo por causas sociales y perseguían una serie de fines que iban a repercutir en el bolsillo de la sociedad francesa en su conjunto.
El movimiento 'Tsunami Democràtic' cuenta con el aval de las élites políticas y económicas que gobiernan la región desde las instituciones
Además, los chalecos amarillos surgieron como un movimiento espontáneo, transversal y sin portavoz oficial. En cierto modo era una respuesta a la creciente impopularidad de la política social del presidente Emmanuel Macron.
En el caso catalán, el movimiento Tsunami Democràtic cuenta con el aval de las élites políticas y económicas que gobiernan la región desde las instituciones. Quim Torra y sus consejeros no solo llaman a la protesta, sino que participan en las "marchas por la libertad" a la vez que envían a los Mossos a las manifestaciones.
A diferencia de los franceses, también tienen una tienda online donde venden camisetas con distintos diseños y demás complementos. El dinero va destinado a la "Caja de la Solidaridad".
https://twitter.com/botiga_tsunami/status/1184509266419433472?ref_src=twsrc%5Etfw
La voz de Pep Guardiola
No termina de ser creíble el hecho de que esta plataforma no tenga ningún tipo de portavoz. "La lucha no violenta no se detendrá hasta que se termine la represión y se respete el derecho a la autodeterminación como se ha hecho en Quebec o Escocia".
Con estas palabras ponía voz a un comunicado del movimiento el entrenador del Manchester City, Pep Guardiola, que se ha convertido en un icono del independentismo.
En Hong Kong la lucha es por no convertirse en el mismo sistema político de China. Los chalecos amarillos protestaban contra las tasas de los carburantes: no tienen banderas"
En Hong Kong, miles de personas se manifestaron contra el proyecto de ley de extradición a China presentado por el gobierno de Carrie Lam. Temen que esa iniciativa abra la ciudad autónoma a las leyes de la República Popular de China y ser sometidos a un sistema legal diferente.
Por ello invadieron el edificio de la terminal principal del aeropuerto, un hecho que fue imitado este martes por los manifestantes secesionistas en El Prat.
"La lucha en Hong Kong es por no convertirse en el mismo sistema político de China; seguir conservando la esencia de 'dos sistemas y un mismo país' y por miedo a perder su idiosincrasia propia. Reivindican más democracia. El movimiento de los chalecos amarillos empezó siendo una protesta contra las tasas de los carburantes. Ambas protestas coinciden en que no tienen banderas", explica a Vozpópuli María Jesús Vicente, miembro del Colegio Profesional de Politólogos y Sociólogos de Madrid.
Respaldo de JxCat, CUP, ANC...
Para esta profesora que da clases en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM, el fenómeno francés es "un movimiento transversal, desvinculado de cualquier partido político o ideología, formado por hombres, mujeres, jóvenes y jubilados". "Días después recibieron el apoyo de representantes políticos, pero estos no participaron en ninguna protesta y no hubo una voz autorizada que de forma visible respaldara el movimiento", compara.
En Cataluña, afirma, este movimiento trabaja con una serie de coordinadores locales que han recibido apoyo de JxCat, la CUP, la Assemblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural, por lo que, según la doctora, ha contado con el visto bueno de estos partidos e instituciones, con el presidente Torra y sus consejeros encabezando y secundando las marchas de bloqueo de las carreteras catalanas.
"Esto desmonta en gran parte que nazca como un movimiento espontáneo y apartidista, anónimo y transversal, como sí han sido los fenómenos en Francia y Hong Kong. La aparición de Pep Guardiola crea una nueva divergencia con el fenómeno de protestas en Francia y en Hong Kong", considera.
El respaldo de los franceses
Según Vicente, los objetivos de los chalecos amarillos eran claros. Y se consiguió la suspensión del aumento de los carburantes durante seis meses, la congelación del precio de la luz y el gas durante el invierno y el abandono de un proyecto para endurecer las revisiones de los coches. "Que su escenario de acción haya consistido también en bloquear carreteras no les hace análogos", zanja.
Que su escenario de acción haya consistido también en bloquear carreteras no les hace análogos"
Además, explica que los manifestantes franceses no se concentran en un solo territorio, pues gozan de un amplio apoyo de la opinión pública en todo el territorio de acción. En torno al 70% de los franceses consideran sus demandas justificadas. "Los chalecos amarillos son los accidentados de la globalización. Son hombres y mujeres sin trabajo, reconocimiento y respeto", explica.
"Tsunami Democràtic tiene, como vemos, otros objetivos de lucha en torno a un objetivo principal, que es la causa independentista, con la reacción a la sentencia judicial exigiendo la libertad de los 'presos políticos'", apunta.
"Una imagen de represión"
No obstante, Vicente señala que todos estos fenómenos coinciden en una "crisis de legitimidad de las instituciones" y en su "modus operandi para obtener repercusión internacional, la organización en las redes sociales y los manuales de resistencia".
Con ella coincide Gabriela Ortega, profesora de la Universidad Camilo José Cela y coordinadora CIGMAP: "En todos estos movimientos, como en el de Ecuador, existe un control digital absoluto que se traduce en el bloqueo de las calles". "Siguen el mismo patrón a la hora de comunicarse. En cuestión de segundos, una misma imagen tomada desde dentro de las protestas llega a multitud de dispositivos", destaca.
"Más allá de este patrón común, en el caso de Tsunami Democràtic hay políticos detrás y el fin no está del todo definido. En principio, se manifiestan porque no aceptan una sentencia judicial, pero esa sentencia no va a cambiar", apunta Ortega.
"Están en contra de los tribunales, de la autoridad, pero hay políticos detrás y no tienen un objetivo claro que pueda tener continuidad como sí lo tenía el de los chalecos amarillos. Se trata más bien de buscar una imagen de represión de cara al mundo", opina.