El cielo amenaza tormenta y las banderas de España ondean con fuerza. La cola de asistentes da la vuelta al centro cultural Miguel Delibes, uno de los recintos de congresos más grandes de Valladolid donde pasadas las ocho de la tarde entra Santiago Abascal. Las butacas habilitadas están llenas (unas 1.500) y la expectación es máxima. Pero más de mil personas siguen esperando en la calle y otras tantas un amplio vestíbulo.
Como ocurrió hace apenas unos días en el Teatro Ortega de la cercana Palencia (la ciudad natal de Pablo Casado), el presidente de Vox llega entre vítores y coge el megáfono. Desde un pequeño taburete de madera se dirige al público y pide disculpas porque no todos puedan entrar. "No acudís a la llamada de un partido sino de un movimiento patriótico de salvación de la unidad nacional", exclama logrando arrancar un "¡viva España!".
Acto seguido, comienza su arenga contra la "manipulación de los medios y contra la "traición" de Pedro Sánchez, al que responsabilizará minutos más tarde del "clima de violencia" de la campaña electoral. "Ha permitido que se envalentonen", dice nombrando a "separatistas, golpistas, comunistas y los amigos de los terroristas".
Por fin consigue acceder al recinto donde minutos antes se entonaba 'El novio de la muerte'. Entre gritos de "presidente, presidente", su equipo de guardaespaldas apenas logra abrirle paso entre la gente que se echa encima. Tarda un par de minutos en bajar apenas setenta escalones hasta el escenario donde espera José Antonio Ortega Lara y el candidato por Valladolid al Congreso, Pablo Sáez.
"Vox defiende la caza y la pesca, que da mucho dinero", aplaude Luis Ángel, agricultor de la localidad de Cigales. Una modificación de la Ley de Caza de Castilla y León aprobada por PP, PSOE y Ciudadanos volvió a permitir la actividad cinegética en la Comunidad a finales de abril, tras haber estado suspendida durante un mes por una medida cautelar del Tribunal Superior de Justicia (TSJCyL) a petición del partido animalista Pacma. "Sí al Toro de la Vega. Tordesillas" se puede leer en una pancarta que cuelga de los palcos.
Además de contra los "progres", Abascal saca su discurso más rural en una tierra donde la despoblación y la dispersión de los municipios son una realidad dramática. "Hay que defender a la gente del campo para que pueda vivir como siempre ha vivido; con la caza, la tauromaquia y la semana santa. Hay que apostar por el renacimiento demográfico para volver a llenar a nuestros pueblos de vida", grita Abascal arrancando los aplausos del público.
"Yo nunca había votado; era casi un antisistema. Pero me he hecho un incondicional", dice la salida Antonio, un químico de sesenta años que trabaja en el sector del cereal. Jesús, trabajador en una de las fábricas Renault en la ciudad, también está decidido. Antes votaba a la formación de ultraderecha España 2000, "pero con Vox te aseguras que tendrás representación", razona.
"Me gusta que diga las cosas calaras y sin miedo", apunta Marta, una teleoperadora de cincuenta años. "Y pone a España por encima de todo", añade su amiga Ana, escultora de profesión. "Yo es que al PP no le voto más. Aquí llevan treinta años y ya están corrompidos", agrega reconociendo que en el último minuto podría votar a Ciudadanos. "Pero es que Rivera puede pactar con el PSOE. De lo que diga a lo que haga... ¡sabe dios!", rebate Marta.
En efecto, Abascal lo ha dejado claro durante su intervención: "El Partido Popular y Ciudadanos son nuestros adversarios y no están jugando limpio en esta campaña. Pero el PSOE es nuestro enemigo en este momento".
"Le voy a votar porque quiere que España vuelve a ser grande y libre", responde Rocío, ama de casa de 60 años. "Yo siempre he sido de derechas de derechas y lo seré hasta que me muera", apostilla mientras su yerno y su hija asienten. Todos habían votado al PP hasta ahora. Pero ya no hay discusión posible. "Sus dirigentes se lo han cargado", comentan. El desembarco a la formación de Abascal será completo este próximo 28 de abril.
Quienes tienen más dudas son las hijas de Eduardo y Gabriela, ingeniero y ama de casa. Con dieciocho años recién cumplidos, es la primera vez que introducirán la papeleta en la urna. "Venimos a informarnos, pero ya veremos", dicen ante la mirada dubitativa de sus padres.
No piensan igual en el grupo de jóvenes voluntarios que ha colaborado en la organización del evento. Uno de ellos sólo lleva desde el pasado jueves en el partido. "Estamos por patriotismo", dice. Y "porque en realidad no existe violencia de género", añade una chica de 19 años. "Y lo de las violaciones... Es que no se puede consentir que los inmigrantes ilegales entren por la cara", remata otra. Todos cruzan miradas cuando se les pregunta por el aborto. "Yo estoy totalmente en contra", se lanza una. Y se sucede una cascada de "y yo también".