Política

Javier Zarzalejos: "No veo a Aznar apoyando a Ciudadanos"

El director de FAES presenta su libro 'No hay ala oeste en la Moncloa', en el que repasa sus ocho años como mano derecha del ex presidente del Gobierno y desmitifica el ejercicio del poder

  • Entrevista a Javier Zarzalejos

Javier Zarzalejos (Bilbao, 1960) fue la mano derecha de José María Aznar durante sus dos legislaturas al frente del Gobierno de España (1996-2004). Ahora sigue vinculado al expresidente como director de la Fundación FAES. Ocupa el cargo desde 2012.

Zarzalejos ha desvelado algunas de las experiencias que vivió en aquellos ocho años como secretario general de la Presidencia en el libro No hay ala oeste en la Moncloa (Península, 2018). Son unas memorias políticas, pero también, dice, una forma de desmitificar el ejercicio del poder que algunas series de televisión han presentado de forma un tanto irreal. En su opinión, el gobierno de un país tiene muchas limitaciones y cada decisión entraña una enorme dificultad.    

El autor cuenta cómo se dio la vuelta a la estrategia en la lucha contra ETA, la intrahistoria de la relación con Zarzuela, la proyección exterior de España o el traspaso de poder a José Luis Rodríguez Zapatero. Zarzalejos aprovecha el paso del tiempo para hacer incursiones en la actualidad y explicar con la perspectiva de los años los pasos que se dieron y porqué.

En una entrevista con Vozpópuli, Zarzalejos reconoce las dificultades que atraviesa España por el desafío separatista en Cataluña, pero también lanza un mensaje positivo. Los españoles, asegura, siguen votando mayoritariamente partidos constitucionalistas y depende de estos partidos y de sus líderes corresponder a esa confianza con acuerdos y gobiernos eficaces. Zarzalejos advierte riesgos en la batalla que libran Ciudadanos y PP por la hegemonía del centro derecha. Y descarta que el expresidente Aznar apoye a Rivera en lugar de a su partido. “No creo que se vaya a plantear esa opción”, dice.

¿Por qué no hay ala oeste en la Moncloa? Somos más de improvisar en España…

Quise contraponer lo que propone el libro, que es un análisis de la política real y de la realidad de gobierno, con imágenes que han tenido mucho éxito pero que dan una visión idealizada de lo que es la política. Hay que entender las responsabilidades que exige gobernar un país, las enormes dificultades y las limitaciones que se tienen para valorar más lo que significa la política. Estamos acostumbrados a ver series en las que los políticos o son muy buenos, muy buenos o son muy malos, muy malos. Afortunadamente no tenemos una clase política perversa solamente pendiente de su propia pasión de poder y sin ningún escrúpulo. Lo que tampoco hay es una política hecha por hombres infalibles capaces de convencer siempre, problemas que siempre se arreglan, equipos que al final resuelven las crisis internacionales paseando con un café por los pasillos de la Casa Blanca. No es cierto. Las cosas son un poco más complicadas.

Series como 'El ala oeste de la Casa Blanca' no les han hecho ningún favor a ustedes.

El ala oeste de la Casa Blanca es una magnífica serie y está francamente bien hecha. Se ve que los guionistas se han dejado aconsejar por gente que sabe de política. Se pueden aprender muchas cosas. Pero es lo mismo que las series de médicos. Pueden ser muy interesantes sin ofrecer la realidad de un médico en un hospital.

¿Los políticos españoles son tan malos como a veces creemos que son o en realidad son homologables a los del resto de Europa?

Quiero pensar que nuestros gobernantes, como cualquier otro sector de la vida social, tienen margen para la mejora. El Gobierno es una labor compleja. Los efectos de la crisis han hecho mucho más complejo el panorama social y político que hay que abordar. No podemos negar que hay un factor adicional, que es el enorme descrédito que sufre la política. Esto hace más difícil atraer gente a las responsabilidades públicas. Cosa que no ocurría en otros momentos y que desgraciadamente está ocurriendo ahora.

El Gobierno de Aznar supo responder a los tres desafíos del cambio de siglo en España: la lucha contra ETA, el euro y la ampliación de la UE y la nueva relación transatlántica tras el 11-S"

La soledad de la Moncloa

¿Usted cree que la Moncloa ‘bunkeriza’ a las personas? ¿Existe el famoso síndrome de la Moncloa?

La Moncloa tiene una instalación de seguridad que se denomina búnker y que está muy bien. Pero la Moncloa no es un búnker. La bunkerización está en las mentalidades. Todo el que entra en Moncloa va advertido sobre la existencia de ese llamado síndrome de la Moncloa. Y es verdad que a veces no resulta fácil evitarlo. En ese sentido, Aznar fue uno de los presidentes que menos tiempo ha estado en Moncloa porque realmente, y de eso puedo dar fe, su agenda de actividad era realmente vertiginosa.

Una posible solución es la limitación de mandatos. Aznar, por ejemplo, se autoimpuso el límite de dos mandatos y lo cumplió. ¿Usted apoya la limitación de mandatos o es una americanada?

La decisión que tomó el presidente Aznar fue positiva, meditada y se ha constituido como un referente que naturalmente se puede seguir o no. No soy partidario de incorporar una limitación de mandatos. Pero en el caso del presidente Aznar creo que fue una buena decisión. 

Y después de la Moncloa. ¿Es adictivo el poder? ¿Existe el síndrome del teléfono que no suena?

Algunos lo tienen. Es más, han descrito con verdadera nostalgia la impresión que se produce cuando el teléfono deja de sonar. Yo tengo que reconocer con absoluta sinceridad que no tuve ese síndrome. Probablemente porque entré con Aznar y había decidido también irme con Aznar. Mi horizonte personal en esa coyuntura era distinto. Además, entre otras cosas, pude dejar de fumar lo cual añadió salud a esa fase de mi vida, que recuerdo con un enorme aprecio pero que no echo en falta sinceramente.

Javier Zarzalejos

Una parte del libro explica su visión de las horas posteriores a los atentados del 11-M y la polémica en torno a la autoría del atentado. ¿El legado de Aznar ha quedado empañado por lo ocurrido aquellos días?

José María Aznar es una personalidad que ha tenido una impronta importante y profunda en la vida pública española. Es una persona que lidera un proceso de refundación del centro derecha en España y que consigue una fuerza política bien organizada, moderna y en condiciones de ser alternativa al PSOE. Aznar desempeña la responsabilidad de Gobierno y después deja un partido que es capaz de volver a asumir esa responsabilidad, manteniendo una penetración muy importante en el electorado español.

Lo que he intentado reflejar en mi análisis es la capacidad de aquel Gobierno para responder a los tres grandes desafíos que España tenía que afrontar en el cambio de siglo. El primer desafío era ETA. El segundo, Europa, con el euro y la ampliación de la Unión al centro y el este. Y el tercero era la emergencia del terrorismo islamista y la nueva relación transatlántica después del 11-S. Creo que España estuvo en condiciones de dar una respuesta satisfactoria a esos tres grandes desafíos del cambio de siglo.

Los electorados, dentro de ciertos límites, se encuentran en una gran volatilidad, pero es evidente que Ciudadanos está ocupando una parte importante del espacio político del PP"

¿Usted cree que el señor Rajoy, como presidente del Gobierno y del PP, es justo con José María Aznar?

La política no es el terreno apropiado para la justicia. Si uno quiere justicia es mejor que vaya a los tribunales y no que se meta en política. La justicia en política tiene sus tiempos. No es un concepto que yo aplicaría.

Sin embargo, el señor Rivera reivindica a más a menudo a Aznar como presidente que tuvo un proyecto de país.

Es cierto y me parece que es bastante acertado. Creo que un juicio de esa naturaleza se ajusta bastante a lo que el sentido de la presidencia del presidente Aznar tuvo en su momento. Aznar hizo un gran esfuerzo junto con un equipo de colaboradores -en el que por cierto se encontraba Mariano Rajoy desde el principio- para que el sistema político español tuviera en un partido de centro derecha moderno y reformista uno de sus pilares donde pudiera funcionar de manera eficaz.

Ciudadanos disputa la hegemonía del centro derecha al PP. ¿Puede repetirse a nivel nacional lo que ocurrió en Cataluña, donde el partido de Rivera barrió literalmente al de Rajoy?

Creo que los electorados, dentro de ciertos límites, se encuentran en una gran volatilidad. Es evidente que Ciudadanos está ocupando una parte importante del espacio político del PP, y creo que este es un proceso que tiene riesgos importantes. Habrá que ver si el proceso se estabiliza desde el punto de vista electoral, se revierte o bien sigue adelante.

¿Ve al señor Aznar apoyando a otro partido político que no sea el PP? Siempre ha hablado bien de Rivera y Ciudadanos.

No. Yo creo que a estas alturas de su vida, el señor Aznar es un hombre de convicciones muy elaboradas tanto por su experiencia como por sus propias creencias personales. Y esa es una opción que yo creo que no se va a plantear. 

Cataluña, Europa y reformas

¿Es el desafío separatista en Cataluña el mayor riesgo que afronta España?

España, que está experimentando una recuperación económica sólida, tiene un primer desafío que es recuperar esos niveles de prosperidad y de empleo y que la recuperación se extienda a sectores de la población que todavía no la experimenta. Para eso hay que continuar con las reformas que permitan esa recuperación después del esfuerzo tremendo que ha hecho la sociedad española. Y, desde luego, tenemos un problema territorial muy serio, que no parece que haya condiciones para que evolucione de manera positiva y que nos va a dar momentos de gran dificultad para todos.

Los próximos gobiernos tendrán que ser de coalición y eso significa desarrollar unos usos políticos y una capacidad de entendimiento que no habían sido necesarios hasta ahora"

Y todo en un contexto europeo muy adverso...

Si pensamos en lo que está ocurriendo en otros países europeos, la sociedad española es una sociedad de comportamientos muy razonables, también los electorales. En primer lugar, ha habido una reacción importante, de lo que podemos llamar el sentimiento nacional español ante el desafío independentista en Cataluña. Y en segundo lugar, tenemos un pacto en Italia que está a punto de fraguarse entre los dos populismos de izquierda y de derecha. En Francia los partidos tradicionales simplemente han desaparecido. Y en Alemania el problema de la señora Merkel es que le ha salido una competencia a su derecha con Alianza por Alemania. Esos son escenarios desde el punto de vista electoral bastante más preocupantes de los que puede haber en España, donde efectivamente el bipartidismo está en fase de desaparición tal y como lo hemos conocido. Pero los partidos del ámbito constitucionalista siguen teniendo una mayoría abrumadora. Hay mimbres para construir opciones de gobierno sólidas. Y son los partidos y son los liderazgos de esos partidos los que tienen que mostrar capacidad de compromiso para ponerse de acuerdo. Creo que la sociedad española con sus compartimientos ha ofrecido las posibilidades para que esos acuerdos se puedan producir.

Habla de acuerdos para una nueva Transición.

España está abocada a acuerdos de los que hasta ahora no tenemos experiencia. Con toda probabilidad los próximos gobiernos tendrán que ser de coalición y eso significa desarrollar unos usos políticos y una capacidad de entendimiento que hasta ahora no había sido necesario desarrollar, porque nunca habíamos tenido un gobierno de coalición a nivel nacional. Lo que está abocado el país es a pactos.

¿Y a una reforma de la Constitución?

Creo que hablar de reforma constitucional puede ser un poco un espejismo. Si hiciéramos un análisis de la Constitución seguro que saldrían cosas que se pueden mejorar, pero una reforma constitucional no es un ejercicio académico. No es un ejercicio de juristas solamente, sino que es un proceso político que debe tener en cuenta muchas variables. Y yo creo que esas variables no se dan y que no cambiarían o solucionarían las cosas. Es mucho más importante que cambien determinadas actitudes que la Constitución. Insisto en lo que decía antes, España tiene opciones de gobierno perfectamente razonables. Son los partidos y sus líderes los que tienen que demostrar que pueden corresponder a ese comportamiento electoral razonable de los españoles con el horizonte de gobernabilidad que merece.

No pensemos que ETA ha dejado de matar porque haya habido ninguna reflexión ni ética, ni política. Si ETA pudiera seguir matando en este momento seguiría amenazándonos"

El final de ETA

La lucha contra ETA ocupa buena parte de su libro. ¿Qué opina del final de ETA?

Lo que se produjo el otro día fue una escenificación. La derrota operativa de ETA es clara y ha sido asumida por ellos. No pensemos que ETA ha dejado de matar porque haya habido ninguna reflexión ni ética, ni política. Si ETA pudiera seguir matando en este momento seguiría amenazándonos. La escenificación de su final ha sido un intento bastante mediocre de blanquear su pasado y al mismo tiempo beneficiar a su brazo político. La denominada izquierda abertzale es el verdadero legado y el legado perverso de ETA. Hay mucho trabajo por delante, cuando recordamos que ha habido más de 850 víctimas, ha habido miles de heridos, que hay miles de vascos que fueron obligados a salir de su tierra por la amenaza o por la extorsión. Hay todavía muchos casos sobre los que las víctimas reclamas esclarecimiento. 

¿Hay partidos tratando de blanquear la trayectoria de ETA?

Hay un interés estratégico en la izquierda abertzale para que ETA no quede como lo que es: una banda terrorista que recurría sistemáticamente al asesinato y a la extorsión, sino que quede como una organización que a lo largo de la historia tuvo que asumir ese papel de defender las libertades de los vascos frente a España. Ese es el relato del conflicto que ha alimentado a ETA durante años. Eso es lo que hay que combatir. Hay que explicar sin sombra de duda que ETA mató, que mató sin ninguna legitimidad, sin ninguna justificación y que ETA ha sido una rémora cruel para el País Vasco. La sociedad vasca debe hacer una reflexión sobre lo que fueron estos años en los que las víctimas se sintieron ignoradas.

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