España

La 'chapuza' del avión del Príncipe acaba con la paciencia de Zarzuela y Moncloa

El viaje del Príncipe a Honduras y el del Gobierno a Roma se vieron alterados por la avería del famoso Airbus destinado al traslado de personalidades. Y van dos. La chapuza desborda la paciencia en el Gobierno y altera la calma en la Zarzuela. Todos miran a Morenés, el ministro responsable de este desaguisado.

Hace dos meses, con ocasión de la primera avería que le dejó anclado en tierra durante toda una noche, el Príncipe exclamó: "Es la primera vez que me pasa y tengo unos añitos". La paciencia de Don Felipe se desbordó en la tarde del domigno. "Es la segunda vez que me pasa", quizás debió mascullar con la paciencia desbordada.

El efecto de las averías del Airbus A-310 tanto en la Zarzuela como en la Moncloa ha resultado demoledor. Don Felipe, más moderado en sus reacciones, tan sólo ha transmitido a quien corresponde su enojo por el contratiempo, ocurrido por dos veces en visita oficial a Iberoamérica. Hace 63 días, visita cancelada a Brasil. Ahora, retraso de nueve horas en la agenda oficial en la toma de posesión del presidente de Honduras. "Queda mal España, queda mal la Corona, queda mal el Gobierno y quedamos mal todos", señalaban ayer a este diario fuentes del entorno monclovita, indignadas con la gestión de este asunto. "

El fallo del Airbús tuvo consecuencias sobre el viaje de Rajoy a Roma. El segundo Airbús destinado al traslado de personalidades, preparado para la comitiva del Gobierno a Italia, hubo de ser remitido a Honduras para recoger al Príncipe. De este modo, el séquito del presidente del Gobierno, con el que viajaban seis ministros y sus correspondientes colaboradores, tuvieron que distribuirse entre dos Falcon, con capacidad para quince pasajeros, e incluso hubo de demandar otro aparato, un Embraer, al Gobierno de Bélgica en virtud de acuerdos internacionales para estos casos.

Son dos los Airbus que se adquirieron de segunda mano en tiempos de Aznar, hace doce años, destinados a viajes oficiales, tanto de Familia Real como del Gobierno. En este mismo aeroplano viajó hace unos días Rajoy a Washington sin que se registraran incidencias. Sin embargo le ha vuelto a tocar al Príncipe. Defensa ha abierto una investigación para averigüar el motivo del desaguisado. Pero tanto en la Casa Real como en Presidencia del Gobierno se lanzaban ayer comentarios nada amables sobre el titular de Defensa, Pedro Morenés, ya que las areronaves destinadas al transporte de personalidades dependen de la Fuerza Aérea.

De Iberia a Airbus

"Cuando el viaje a Brasil, Morenés apenas fue capaz de esgrimir un argumento razonable. Pero se miró para otro lado porque era la primera vez", dicen en fuentes del Gobierno. Fue Defensa, en su plan de ahorro y de ajustes, muy alabado por Don Juan Carlos en su accidentado discurso de la Pascua Militar, quien decidió, en marzo del pasado año, que el mantenimiento de estos aparatos dejara de hacerlo Iberia y pasara a efectuarlo Airbus. Nada que objetar sobre los extaños resultados de las operación de revisión y cuidado de las aeronaves.

Pedro Monerés, uno de los ministros mejor valorados del Gobierno en los sondeos de opinión, pasa por ser también uno de los de menor relevancia pública. Con unas Fuerzas Armadas en franco retroceso presupuestario y una retirada paulatina de nuestras tropas en los focos internacionales, por problemas económicos, Defensa se ha convertido en un ministerio de trascendencia política prácticamente nula. Morenés es buen amigo de Su Majestad y mantiene unas relaciones cordiales pero en absoluto intensas con el presidente del Gobierno.

Gran aficionado al golf, el titular de Defensa goza del respeto obligado de la familia militar, a la que trata con la deferencia imprescindible. No está en el foco de la actualidad ni de la información, de ahí el mínimo reflejo que su actividad tiene en los medios. La polémica por el abandono de los afganos que oficiaron de traductores con las tropas españolas durante su despligue en aquel territorio dio origen a un intenso debate.

Una vez se conozca el resultado de la investigación, se diluciden las responsabilidades y se despejen las dudas, el Gobierno decidirá qué se hace con los aviones, con la empresa de mantenimiento, con los responsabes de la Fuerza Aérea y, por supuesto, con quien tiene la última palabra, el titular de Defensa, un ilustre desconocido.

 

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