El cesado jefe de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, Manuel Sánchez Corbí, presenta un historial de luces y sombras.
Era julio de 1997 cuando un joven Sánchez Corbí tiraba de convicción para liberar a Ortega Lara, que permanecía retenido en una nave industrial de Mondragón.
Pocos meses después fue condenado por la Audiencia de Vizcaya a cuatro años de prisión y seis de inhabilitación por torturar al etarra Kepa Urra en un descampado, antes de trasladarle detenido a un cuartel en Bilbao.
El Supremo reduciría posteriormente la condena a un año de prisión pero mantendría la inhabilitación por seis años.
En 1999, sin embargo, el Gobierno de José María Aznar, con Margarita Mariscal de Gante como ministra de Justicia, decidió su indulto.