Por convicción o por necesidad -los sondeos pronostican gobierno del PP y Vox si hoy hubiera elecciones-, Pedro Sánchez quiere que el 40 Congreso del PSOE, del 15 al 17 de octubre, sea el de "la reconciliación" interna y la unidad en torno a su figura y al primer gobierno nítidamente de izquierda en la etapa democrática. Un ejecutivo desgastado porque ha tenido que hacer frente al desafío más importante desde la Guerra Civil: una pandemia que ha causado cien mil muertos.
Según ha podido saber Vozpópuli, a diferencia de lo que ocurrió en el anterior cónclave, al cual Felipe González no acudió y envió un vídeo de menos de un minuto en el que ni le nombraba para evidenciar su distanciamiento, esta vez ambos han conversado y el expresidente del Gobierno sí viajará a Valencia para intervenir el sábado 16 junto a José Luis Rodríguez Zapatero y Joaquín Almunia; y además habrá en el transcurso de esa jornada un "homenaje" al fallecido ex secretario general Alfredo Pérez Rubalcaba, bestia negra del sanchismo más militante.
La sustitución en julio de Iván Redondo por un viejo conocido de Sánchez, Óscar López, en la dirección de gabinete de La Moncloa fue clave porque ha supuesto, además de reconciliarse personalmente tras meses de discretas conversaciones -el presidente diseñó con él un profundo cambio de gobierno-, el inicio del acercamiento de Sánchez a ese sector del partido que, aún después de su victoria en las primarias sobre Susana Díaz en 2017, le ha seguido repudiando más o menos en silencio por sus alianzas con Unidas Podemos y, sobre todo, con los independentistas de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y Bildu.
Tras el "bochornoso" Comité Federal del PSOE que echó al hoy presidente el uno de octubre de 2016, "el partido se abrió en canal y todavía no se ha recuperado"
Pedro Sánchez y Óscar López, junto con otro defenestrado por el hoy presidente, Antonio Hernando, formaban un trío inseparable en aquel PSOE de Zapatero (2000-2011) a las órdenes del entonces secretario de Organización, José Blanco; de hecho, tras la etapa Rubalcaba (2011-2014), con quien López llegó a ser secretario de Organización, Hernando ocupó el cargo de portavoz del Grupo Socialista. Hasta que Sánchez se empeñó, tras las elecciones generales de 2016, en llevar a cabo junto a Pablo Iglesias lo que el desaparecido Rubalcaba había bautizado como gobierno Frankenstein con tal de no facilitar la investidura de Mariano Rajoy.
Fue entonces cuando el trío de amigos y compañeros de partido se rompió. López y Hernando se alinearon con la vieja guardia -González, Alfonso Guerra, Rubalcaba- y con todos los entonces barones autonómicos -Susana Díaz, Emiliano García Page, Guillermo Fernández Vara, Javier Fernández y Ximo Puig- para propiciar la dimisión de Pedro Sánchez en aquel tumultuoso y "bochornoso" Comité Federal de uno de octubre de 2016, se recuerda hoy con amargura en todos los sectores socialistas.
El resto de la historia es conocido: el PSOE se abstuvo para desbloquear la investidura de Rajoy y la posterior presentación de Sánchez a sus segundas primarias, esta vez frente a Susana Díaz -en 2014 habría derrotado a Eduardo Madina-, "abrió el partido en canal y todavía no se ha recuperado", coinciden diversas fuentes consultadas por este periódico.
A pesar de que la actual dirección del PSOE presume de haber logrado finalmente el control del partido, los críticos advierten: "no sabemos si es para presumir, también hay paz en los cementerios… porque nadie habla"
Para los más críticos con Sánchez, "y sobre todo con el sanchismo" como cultura del ordeno y mando sin admitir discrepancias salidas del 39 Congreso al quitar todo poder real al Comité Federal después de la desgraciada experiencia del uno de octubre, "consagramos eso de todo el poder para el líder"; y es cierto eso que se susurra en Ferraz de que el hoy secretario general no tiene quien le rechiste internamente -ni sucesor a la vista- pero "no sabemos si es para presumir. También hay paz en los cementerios… porque nadie habla".
Recuerda esta fuente que, a pesar de que Sánchez presuma de controlar con mano de hierro el PSOE de 120 diputados, "la realidad es que puerta afuera, en la sociedad, Pedro está débil, no hay más que ver las encuestas". Felipe González no tuvo -ni quiso, porque tuvo al todopoderoso Guerra controlando Ferraz- tanto predicamento interno pero su mandato interno duró de 1974 a 1997, "en gran parte porque en 1982 logramos 202 diputados y esa es una renta que, bien llevada, dura una década. Eso fue lo que nos ocurrió", señala un exministro de aquella etapa.
Pedro Sánchez lleva muy en secreto los preparativos del 40 Congreso. Sólo se sabe que Adriana Lastra seguirá de vicesecretaria general y que Santos Cerdán será secretario de Organización, pero de la fuerte reducción del número de miembros de la Ejecutiva -la saliente está constituida por 49 miembros debido a los equilibrios que tuvo que hacer y de los nombres que entrarán, poco se sabe. solo algunos, como el diputado y exalcalde de San Sebastián, Odón Elorza, sanchista de primera hora, ya se ha despedido.