Lejos de remitir y tras cuatro semanas de polémica, la crisis del 'sí es sí' se agrava cada día que pasa. Hasta el punto de que ya ha dinamitado hasta 14 artículos del protocolo de funcionamiento de la coalición que el PSOE y Unidas Podemos firmaron al llegar a Moncloa, según ha constatado este diario en base a las versiones de un lado y otro sobre la disputa de marras por la ley estrella de la ministra de Igualdad, Irene Montero. Los cañonazos resuenan cada lunes en la guerra de relatos que ambos partidos mantienen en las ruedas de prensa habituales de los lunes.
En el PSOE siguen acusando a su socio de presentar siempre las mismas propuestas "sin rigor jurídico" sobre cómo retocar la norma para cerrar el grifo de las rebajas de penas a los condenados por abuso sexual y a la vez mantener el consentimiento. Mientras, Podemos pidió este lunes al PSOE una reunión urgente, pero los socialistas reniegan: "Es la excusa para acusarnos de no querer sentarnos".
La indignación entre los socialistas es mayúscula. En Ferraz dan por descontado que Unidas Podemos filtra las propuestas del PSOE con el objetivo de hacerles daño. Y les retan a mostrar las suyas. "¿No será que no lo quieren someter a consideración técnica?", se preguntan irónicamente destacados socialistas, que zanjan: "Nosotros queremos reformar, ellos parece que quieren".
Los artículos violados
La historia del 'sí es sí' es la de una pelea cuyo devenir no ha pasado el filtro de una mayoría de artículos (1, 3, 7b, 7c, 7d, 7e, 8, 9a, 9h, 13, 15, 16, 17 y 20). Todos se refieren a la forma más honesta de manejar una discrepancia, como ocurre en el caso del 'sí es sí'. Pero la realidad ha terminado desmentido los anhelos del arranque de la coalición. Ya en el primer punto es palmario: "El gobierno progresista se regirá por los principios de lealtad, cooperación, corresponsabilidad y estabilidad, actuando en todo momento con diálogo, consenso, negociación y buena fe para implementar eficazmente el programa conjunto de gobierno progresista".
Pero el tercero es el más sangrante, como reconoce una fuente parlamentaria de Unidas Podemos, entre acusaciones de filtraciones interesadas: "Los miembros del gobierno de coalición se comprometerán a la máxima discreción en relación con las negociaciones y acuerdos que se produzcan en el seno del Gobierno y, de manera singular, en la Mesa Permanente y en la Comisión de Seguimiento Parlamentario".
El problema añadido es que fuentes de un lado y de otro del Gobierno confirman a este diario que no se ha reunido el órgano para resolver discrepancias a cuentas de la crisis del 'sí es sí'. Y tanto en el PSOE como en Unidas Podemos apuntan a Yolanda Díaz. En Ferraz insisten en que los diferentes partidos que forman la galaxia morada están librando una batalla de poder ante el próximo ciclo electoral y, por eso, están calculando el apoyo que brindan a Montero, a Podemos y a su ley. Mientras, los morados esconden su cabreo con ironía: "Si se hubiera reunido [la comisión] se sabría", zanjan. Y es que corresponde a la vicepresidenta segunda llamar al PSOE a sentarse en ese foro. Pero de momento no hay noticias. La última vez que Díaz lo pidió fue a cuenta del incremento del gasto en. Defensa.
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Lo cierto es que Podemos apunta directamente al presidente del Gobierno como responsable del ataque a la ministra de Igualdad. Pedro Sánchez decidió tomar cartas en el asunto tras constatar que el agujero de las rebajas de penas supone una amenaza directa a los intereses electorales de Moncloa. Pese a que en el PSOE señalaron a Yolanda Díaz como urdidora del golpe mediático, los morados, que también pensaron en principio en la vicepresidenta segunda, ven a Sánchez como gran causante de una guerra abierta sin visos de terminar.
Los morados, en definitiva, asumen que aunque no abandonarán Moncloa, el PSOE ya ha iniciado las hostilidades ante la inminencia del ciclo electoral que arranca el próximo 28 de mayo con las elecciones municipales y autonómicas.
En verdad, el socio menor del PSOE considera, según las fuentes consultadas, que Sánchez "necesitaba quitarse presión" tras dos meses negociando con la ministra de Igualdad, Irene Montero, el cambio en la norma. El líder socialista, en efecto, veía que la bola de la ley de Montero no haría más que crecer y trató de precipitar el choque de trenes para partir de un marco argumental ganador ante la opinión pública. Y es que los sondeos que maneja el Gobierno apuntan que una inmensa mayoría de españoles, también votantes del PSOE, son partidarios de rectificar la ley.
