Testigos de la carga de la Ertzaintza que hirió de muerte a Iñigo Cabacas han declarado este martes en el juicio que los ertzainas dispararon las pelotas de goma "indiscriminadamente" contra las personas que se encontraban en la plazoleta de María Díaz de Haro "celebrando en ambiente festivo" la victoria del Athletic, y han coincidido en que fue "injustificada" porque "no pasaba nada que hiciera necesario" desalojar la zona, y "desproporcionada".
La Audiencia de Bizkaia ha acogido este martes, sin la presencia de los acusados, la segunda jornada del juicio por la muerte del joven aficionado del Athletic, herido de gravedad el 5 de abril de 2012 en una carga policial que realizó la Ertzaintza con motivo de los incidentes que se produjeron en Bilbao tras el partido contra el Schalke 04. El joven falleció cuatro días después en el Hospital de Basurto.
Seis ertzainas que participaron en el dispositivo policial con motivo del encuentro, tres mandos intermedios y tres agentes de base, están acusados por estos hechos. La acusación particular, que representa a la familia de la víctima, solicita para cada uno de ellos cuatro años de prisión por homicidio con imprudencia grave profesional, además de una inhabilitación de seis años. Por su parte, la Fiscalía y las defensas de los acusados solicitan la absolución.
"No había ningún tipo de bronca"
Javier, uno de los amigos de Iñigo Cabacas, ha explicado que, tras el partido en San Mamés, la plazoleta de María Díaz de Haro, donde había instaladas barras en el exterior de los bares, se encontraba "abarrotada de gente tomando algo, en ambiente festivo", porque "había ganado el Athletic", y "no había ningún tipo de bronca". Únicamente, ha recordado, vio a "dos chavales empujándose" que se fueron de la zona, y "no llegó ningún coche de la Ertzaintza ni ambulancia".
Según ha declarado, "de repente aparecieron tres furgonetas de la Ertzaintza, se bajaron y empezaron a cargar sin que hubiera pasado nada, sin más", sin que "nadie les tirara nada". Tras asegurar que la reacción de la gente fue de "extrañeza" porque "no pasaba nada que justificara la carga policial", ha negado que grupos de encapuchados lanzarán "piedras, adoquines u otros objetos" a los ertzainas, aunque, tras iniciarse la carga, sí vio lanzar "algún botellín", pero "los podría contar con los dedos de la mano".
Javier, junto con otro amigo, consiguieron llegar hasta un ertzaina y le dijeron que llamara a una ambulancia porque había una persona herida, que estaba siendo atendido por una chica. "Nunca he visto tanta cantidad de sangre en mi vida, era evidente que Iñigo tenía el golpe en la cabeza, no sé exactamente dónde", ha dicho, para insistir que la carga fue "injustificada".
"Nos agachamos, asustados, porque no entendíamos lo que pasaba y teníamos miedo de que nos dieran, porque empezaron a disparar indiscriminadamente"
"No pasaba nada que hiciera necesario que se disolviera a la gente que había en esa zona", ha reiterado, para precisar que "algún ertzaina disparó hacia arriba desde la carretera, pero luego lo hicieron hacia delante". Aunque ha dicho que, en el momento de la carga, no vio las pelotas de goma, ha afirmado que "sí que las oía como rebotaban e, incluso, algunas pegaban en la barra y rompían vasos".
Por su parte, Ibai, también amigo de Iñigo Cabacas y que se entraba con él en el momento de los hechos, ha asegurado que "no hubo ninguna orden de desalojar la zona ni aviso de que iban a disparar", y tampoco hubo "ningún altercado que hiciese preciso el desalojo", sino que llegaron las furgonetas, "se bajaron los agentes, estuvieron unos minutos con los escudos y las pistolas de bolas preparados" y "empezaron a disparar". "Nos agachamos, asustados, porque no entendíamos lo que pasaba y teníamos miedo de que nos dieran, porque empezaron a disparar indiscriminadamente, y lo único que pudimos hacer fue protegernos", ha relatado.
Ibai también ha negado que ningún grupo organizado de encapuchados arrojara desde el callejón botellines y piedras a los agentes, como mantuvieron en la sesión de ayer los seis ertzainas acusados, y ha asegurado que "la gente se acercaba al callejón para huir" hacia la calle Licenciado Poza. Además, ha afirmado que los agentes "disparaban a lo que se movía en el callejón, a dar al que estuviera ahí" y ha asegurado que "entraron a hacer daño, daba igual a quien pillasen".
"Como si nos estuvieran fusilando"
También ha prestado declaración Eulalia, catalana que se encontraba en Bilbao en esas fechas visitando a la familia de su entonces pareja, quien ha afirmado que las furgonetas de la Ertzaintza "aparcaron y, al momento, empezaron a oírse los disparos". "Fue frenazo, portazo, y disparos y disparos, de frente y recto", ha relatado, para afirmar que la "actitud" de los agentes era "como si nos estuvieran fusilando", cuando "allí no pasaba nada, estaban celebrando que el Athletic había ganado".
La testigo ha relatado que, cuando vio a Iñigo en el suelo, se acercó a él para atenderle, porque es socorrista. "Vi que detrás de la cabeza había un coagulo de sangre del tamaño de un hígado, y que le salía un hilillo de sangre por un oído", ha explicado, para añadir que utilizó dos bufandas que le prestaron para taponar las heridas de Iñigo, "que solo parpadeaba y tenía contusiones".
Eulalia ha asegurado que la ambulancia "tardó muchísimo, una eternidad" y que cuando llegaron los sanitarios la Ertzaintza "continuaba disparando en el callejón" por el que se accede de la plazoleta a Licenciado Pozas.
Tras hacerse cargo la ambulancia del joven herido, esta testigo ha relatado que se dirigió a un ertzaina "con las manos aún manchadas de la sangre de Iñigo" y le pidió que se identificara, a lo que el agente le respondió "si no quieres terminar como el del suelo lárgate de aquí". "Fue una actuación desproporcionada, de estar pasándolo bien nos vimos en un infierno en cuanto llegaron los ertzainas", ha finalizado.
Otro de los testigos propuesto por la acusación particular, que recibió el impacto de una pelota de goma en el glúteo, ha asegurado que "hasta que aparecieron las furgonetas no hubo nada, estábamos de fiesta". En el mismo sentido, ha negado que encapuchados lanzaran adoquines o piedras a la Ertzaintza y que ello desencadenase la carga, y ha declarado que las primeras furgonetas entraron "sin luces ni sirena, se pusieron delante de la plaza, salieron los agentes y se colocaron en fila". Lo siguiente que recuerda fue "oír un disparo" y momentos después sentir que le "quemaba la pierna".
Otra testigo que se encontraba en la plazoleta con su cuadrilla, ha coincidido en el relato de que "no pasaba nada, el ambiente era festivo" y "no hubo" lanzamiento de objetos por parte de grupos de encapuchados. Esta testigo, que al igual que el resto de las personas que han declarado hoy no ha podido afirmar con seguridad cómo iban vestido los agentes de la Ertzaintza desplegados, si de negro, rojo o azul, ha censurado que, una vez acabada la carga, "el único objetivo de los agentes era que nadie mirase para la zona en la que estaba Iñigo" e, incluso, ha denunciado que un agente la "echó a porrazos".
El último testigo de la acusación, un joven que pasó toda la tarde en la zona de la plazoleta, ha explicado que no hubo orden de desalojo, sino que solo oyó "los disparos de pelota" que "no nos explicábamos a qué venían, porque no pasaba nada".
Autobús
También ha declarado el conductor de un autobús que, sin viajeros, pasó por la zona cuando se produjeron los incidentes, que ha explicado que al girar de Gran Vía a María Díaz de Haro se vio "envuelto en una especie de guerra" y oyó "zambonbazos contra la chapa de la parte baja" del vehículo, que no sufrió desperfectos.
"Según subía por la calle había furgonetas y ertzainas que me dio la impresión de que estaban preparados para disparar, para lo que a mí me pareció una guerra, preparados no sé si para atacar o repeler", ha dicho.