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Después de que el portavoz de la Casa Real Rafael Spotorno anunciara que el duque de Palma dejará de participar en los actos oficiales de la Corona mientras dure la investigación sobre el presunto desvío de fondos públicos del Instituto Nóos, el asunto cogió un aspecto cada vez más paradójico. Mientras la prensa extranjera pone verde a la Casa Real española, los periodistas locales apenas tocan el asunto.
La presunta implicación de Iñaki Urdangarín en una trama empresarial vinculada al Instituto Nóos no sólo le perjudica a él, sino también a su esposa, la infanta Cristina. En todo el entramado, se calcula la existencia de unas 103 empresas que pagaron más de 16 millones de euros a Urdangarín. De todo ese patrimonio, la infanta Cristina aparece como socia en un 50%, una cantidad que la compromete, y bastante.
Según la BBC, este hecho en particular, que propicia la exclusión de Urdangarín del entorno real, “afectará”, y muy sensiblemente, a la infanta Cristina, quien ha decidido no separarse de su esposo ni un momento. El Por su parte, el diario británico The Guardian manifestó en el editorial que la decisión del Rey Juan Carlos de apartar a su yerno de los actos oficiales pone de manifiesto una crisis sin “precedentes” en el seno de una monarquía muy débil. The New York Times no se limitaba a recoger la noticia; afirmaba que de ser cierta la implicación de Urdangarín en la malversación, se trata de un hecho que “erosionaría” sin duda a una Monarquía cada vez más deteriorada.
Eso, sin contar al francés Libération, el cual se refería al hecho como un “escándalo” que “avergüenza” a la Casa Real y que amenaza con salpicar al Rey, un hombre “que ha cultivado la discreción por encima de cualquier cosa”.
De acuerdo con Gonzalo Caro, miembro del Instituto de Politología y Sociología, “la familia Real tiene un pequeño problema, porque mezcla cosas personales con política”, dice. “Por ejemplo, un divorcio debería de ser sólo divorcio, pero eso ni suele ser ni suele pasar así”.
Todas estas cadenas de sucesos han tenido un efecto directo sobre la monarquía. De acuerdo con una comparación de datos aportada por el CIS, la valoración que han hecho los ciudadanos de la monarquía ha pasado un 7,48 en diciembre de 1995 hasta el suspenso un 4,89, en 2011.