El pasado 21 de febrero, Día internacional de la Lengua Materna, Naciones Unidas publico en su cuenta de X: "El 40% de las niñas y los niños no reciben educación en su lengua materna. Esto dificulta enormemente su aprendizaje". Un mensaje que no sorprenderá a los que estén familiarizados con los informes de la UNESCO sobre la cuestión, que no solo alertan de que la educación en un idioma distinto al familiar perjudica el desempeño académico del alumno, sino que también daña su autoestima —en tanto que la lengua con la que se identifica es proscrita en la escuela—. En este sentido, recomiendan que al menos un tercio de las asignaturas se enseñan en esta lengua.
Como es sabido, estas directrices son vulneradas por el sistema de inmersión lingüística en España. Y sus consecuencias en el aprendizaje de las comunidades donde se aplica se han vuelto a poner de manifiesto. Según el Estudio Internacional de Tendencias en Matemáticas y Ciencias 2023 hecho público ayer, los alumnos de Cataluña y Baleares obtienen resultados por debajo de la media española y de la Unión Europea. Así, en matemáticas, la comunidad catalana (489) y la balear (473), restan por debajo la media del conjunto del país (498) y de la UE (525). Y en Ciencias ocurre lo mismo: mientras Cataluña logra 502 puntos y Baleares 485, la media en España es de 504 y en Europa, de 526.
Por su parte, el País Vasco, otra de las regiones donde se excluye de facto al castellano —sus centros públicos ofrecen mayoritariamente una única línea en euskera—, ha elegido no participar en la prueba. Una decisión que se produce tras haberse presentado en 2016 a PIRLS, otra prueba independiente, y haber obtenido los peores resultados de toda España. Y ello a pesar de que la comunidad vasca es la que más gasto anual dedica a Educación, tanto pública como privada.
Estas cifras se compadecen mal con el nivel socioeconómico de los estudiantes en Cataluña y Baleares. Y aunque sus pésimos resultados pueden deberse a una miríada de factores —entre ellos, la ratio de escolares por clase, el método pedagógico escogido o el porcentaje de alumnos extranjeros— el lingüístico dista de ser baladí. Así lo atestiguan los distintos estudios publicados al respecto, que ratifican que prescindir del idioma materno lastra los resultados.
Brechas de rendimiento entre comunidades
Es el caso, por ejemplo, del reciente informe 'Impacto en el rendimiento académico de la inmersión lingüística y el índice socioeconómico y cultural', en el que Francisco López Rupérez, Álvaro Moraleda e Isabel García mantienen que el "hecho de hablar en la escuela un idioma diferente al empleado en casa puede tener, en los modelos de inmersión franca, un impacto significativo y negativo en los resultados". En este aspecto, los autores indican que la brecha de rendimiento según PISA entre Madrid y Cataluña es de 21 puntos en favor de la primera, siendo esta diferencia equivalente a un curso académico y atribuible en un 77% a la inmersión catalana.
Conclusiones similares reflejó en 2019 un informe de Jorge Calero y Álvaro Choi, que revelaba que los alumnos castellanohablantes acumulaban un trimestre de retraso según PISA respecto a los catalanohablantes de su mismo estatus socioeconómico.
"Allí donde hay inmersión, Cataluña, Baleares y, en la práctica, en el País Vasco, los resultados siempre son peores cuando se realizan pruebas independientes como ésta", confirma a 'Vozpópuli' Ana Losada, presidenta de la Asamblea por una Escuela Bilingüe. Losada relata que, por su experiencia en la AEB, cuando los padres consiguen un fallo que obliga al centro a impartir una asignatura troncal en castellano y ésta es matemáticas, los resultados de sus hijos "mejoran sustancialmente". Y es que, razona, si una asignatura siempre se entiende mejor en la lengua del alumno, aún más en el caso de una "tan abstracta" como las matemáticas.
En todo caso, Losada reconoce que los "mediocres" resultados de Cataluña y Baleares obedecen diferentes causas, y no solamente a la inmersión. "Pero una de las causas es, por supuesto, la inmersión", sentencia.