El sexo y el porno, esos temas que ocupan un porcentaje mayoritario en la cotidianeidad de los pensamientos, conversaciones y navegaciones en Internet de todos los animales racionales, y que no existen para Google entre sus propuestas de contenidos (luego nos quejamos de las supuestas censuras V.O. de la alcaldesa Carmena), tienen en la realidad virtual (VR) un nuevo referente. Me refiero a la práctica del sexo, específicamente, a su disfrute de manera individual; perdón si no llego a distinguir su frontera respecto al concepto “porno”. Recuerda aquella película de Silvester Stallone y Sandra Bullock –Demolition man- en la que se ponía irónicamente en entredicho el sexo y la reproducción en pareja. Quizá no apunten muy lejos. La empresa BaDoink ha puesto en marcha una web que ofrece porno mediante realidad virtual: www.badoinkVR.com. La imagen de bienvenida, con un individuo portando unas gafas de realidad virtual de cartón mientras una moza reposa en sus rodillas, merece una visita. Aunque con mucho por progresar (la compañía aún no se ha percatado de que a las mujeres también les apetece el erotismo extremo porque sí), esta web te propone vídeos con escenarios de explícito ámbito porno-sexual aderezados con realidad virtual, esto es, en los que estás en medio de la escena y puedes mirar en la dirección que quieras. Imagina una orgía: acción por todos lados, dirigirías la mirada hacia la pareja/grupo que mejores sensaciones te proporcionara. Como si fueras parte de la escena… Hasta cierto punto, porque por mucho que alargues la mano para tocar, no tocas. Eso será posible, suponemos, a medio plazo (y siempre virtualmente). Condición sine qua non para esta experiencia son las gafas de realidad virtual. Son un gadget que no está cosechando el éxito que se esperaba por una razón evidente: te sumergen en la acción (película, videojuego) que, si bien ésta ofrece una calidad suficiente como para contárselo a un amigo (“he probado unas gafas VR”), no es tan satisfactoria como para ir corriendo a comprarlas. Bien es cierto que nos referimos a las gafas de realidad virtual accesibles al público en general, que las que sí ofrecen una experiencia 100% real, las hay, pero a precios prohibitivos. Gafas de realidad virtual, un referente clave Las industrias de los videojuegos, del cine en general y del porno en particular han puesto sus ojos en las gafas de realidad virtual como referente clave en su devenir. La dinámica es similar: te descargas un juego, película o porno-clip, o bien te conectas por streaming, y, con las gafas-máscara puestas, te trasladas al centro de la acción. Las balas te rozan, la moto casi te atropella, esa actriz te echa el humo del cigarrillo… Precisamente, la mencionada web define sus contenidos para las Samsung Gear VR. Se trata de unas gafas-máscara para los ojos en las que acoplas un Samsung Galaxy (hay distintas opciones, pero siempre Galaxy) y a viajar virtualmente. Ojo, que son para todos los públicos, con decenas de contenidos la mar de inocentones. Los actores te ‘miran’, les oyes; giras la cabeza y ves lo que ocurre a tu espalda, en el techo, bajo tus pies… Cada modelo de estas gafas de Samsung cuesta en torno a los 200 euros (a sumar unos 600 del smartphone), pero tienes otras alternativas incluso por 30 euros de la marca Archos, más generosas en cuanto a compatibilidad de terminales. También las tienes de cartón, como las del citado individuo; BaDoink te manda un par gratis si te haces cliente. Caras o baratas, el ‘secreto’ es el mismo: un móvil que encajas en el frontal de las gafas y cuya pantalla ofrece la imagen, la película o el videojuego. Efectivamente, las gafas no son más que un soporte con cristales para tus ojos y, en función de su complejidad, tienen un panel táctil para manejar el contenido multimedia. Sí, también existen otras propuestas dotadas de pantalla propia interna que reciben los archivos multimedia de una fuente externa; Sony y Microsoft, entre otros, están en ello. Falta calidad de reproducción Dado que esto lo leerá mi querida esposa, diré que he probado las Gear VR de Samsung con contenidos nada ‘indecentes’. La experiencia es bastante impactante, merece la pena. Pero le falta, fundamentalmente, la mencionada calidad en la reproducción. Identificas quién te dispara, la estructura de la moto y la cara de la actriz, pero no esperes pormenores. Ahora bien, es un punto de partida para las industrias audiovisuales muy interesante. Porque, sigamos imaginando: entras en un restaurante y, en lugar de leer los platos en una carta, los puedes elegir a partir de una muestra virtual ante tus ojos, acercándolos para ver su contenido y presentación. Quiero practicar sexo –virtual- con (pon el nombre que quieras) en (pon el lugar que quieras). No sólo para cuestiones pornográficas, los servicios a la carta son el segundo paso de la realidad virtual; en breve, en tus gafas.
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¿Quieres sexo? Ponte las gafas
No el futuro del sexo, sino el presente, está en la realidad virtual. Y para ello sólo necesitas unas gafas para que hagan ‘realidad’ tus fantasías.
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