“El jazz es como ese tipo de hombre que a uno nunca le gustaría que se relacionase con su hija”. Así opinaba Duke Ellington sobre el tipo de música que le encumbraría entre los compositores más singulares del siglo XX. Prefería presentarse como un autor de folk negro. Otro de los grandes, Charlie Mingus, opinaba que la palabra jazz era para él sinónimo de nigger (negrata), de ciudadano de segunda clase. Las cosas han cambiado notablemente con el paso de los años y hoy la denostada palabra, que cumple estos días 100 años de vida, es seña de identidad de la cultura estadounidense.

Warren Buffett, otrora poseedor de la mayor fortuna del mundo, ha recuperado el lugar en el podio de grandes patrimonios mundiales que le arrebató el fundador de Inditex, Amancio Ortega, en la segunda mitad del pasado año. Después de elevar su renta personal casi un 60% en 2012, Ortega se está viendo lastrado por el errático comportamiento de la compañía textil en bolsa. Además, Buffett se acaba de convertir en uno de los principales accionistas del banco Goldman Sachs tras la conversión en títulos de una cartera de warrants adquirida en su día por el célebre filántropo estadounidense.

Tengo un amigo que ha descubierto el turismo troglodita, y  ha hecho de la Hospedería El Ventorro, su lugar favorito. Este antiguo cortijo era lugar de paso y reunión de caminantes alhameños y de los vecinos de la comarca. Antes, su quehacer diario se centraba en las faenas agrícolas y en saciar el hambre de todo aquel que por aquí paraba. Algunos recuerdan  todavía los años en que se pesaba con una “romana de libras” el esparto traído de Sierra Tejeda.