Si Pedro Sánchez se creyera lo que este mediodía ha dicho en su discurso de despedida Alfredo Pérez Rubalcaba, lo tendría fácil en la secretaría general: hay ya un programa de gobierno alternativo muy consolidado, una propuesta de reforma federal para resolver el problema catalán que se abre paso y, por último, un partido abierto a la sociedad. Ni un solo atisbo de autocrítica en su discurso.