Jordi Pujol, la persona más honorable de Cataluña y el principal referente moral para la población, especialmente en los pueblos del interior de más raigambre, ha reconocido que tiene un montón de dinero evadido en Suiza, en una confesión que pasará a la historia política catalana. Un auténtico bombazo en la línea de flotación nacionalista, entre otras cosas porque el propio Honorable negaba la mayor en junio de 2013: “Ni yo ni nadie de esta familia lo tiene”.
Conviene recordar también que cuando los medios de comunicación comenzaron a informar sobre los presuntos escándalos de la familia Pujol, Oriol Pujol, hijo del ex presidente y político llamado a mayores, se refería a estas noticias como “calumnias del nacionalismo español y rancio”.
Las investigaciones de la UDEF y los requerimientos de la Agencia Tributaria eran considerados un ataque a Cataluña y el propio Oriol apuntaba que detrás de esto estaba “la deslealtad del Gobierno español, que no paga lo que nos debe y que cada día rebaja las transferencias necesarias para pagar políticas diseñadas en Madrid”.
La confesión de Pujol es un acontecimiento histórico cuyo alcance no será leve. Cataluña ha sido una región muy marcada por la corrupción; tanto como cualquier otra, pero los políticos de la Comunidad han respondido habitualmente denunciando un complot político desde Madrid cada vez que se han denunciado situaciones irregulares.
Cuando Oriol Pujol señalaba a los españolistas rancios, lo hacía en agosto de 2012, después de las incipientes denuncias en prensa y tras haber solicitado Cataluña un pacto fiscal que sirvió de espoleta para la manifestación con sesgo separatista del 11-S del mismo año.
Madrid roba 45 millones al día
Mientras negaba las acusaciones de corrupción en las que estaba envuelta su familia y él mismo (caso de las ITV, por ejemplo, que le costó la carrera política), escribía “cada día que pasa, Cataluña pierde 45 millones de euros que van a España y no vuelven y este es un precio que no podemos pagar porque es demasiado y puede suponer el final de Cataluña como nación”.
Es decir, el que denuncia un expolio fiscal es, a su vez, un gran evasor, aunque eso no le impedía afirmar que “necesitamos un frente común frente a Madrid (…) para impulsar la actividad productiva, una ley de apoyo al trabajo autónomo y los emprendedores y un pacto social para la sostenibilidad de las políticas de bienestar. Son enunciados que CiU y ERC convertiremos en medidas concretas”.
Aquella Banca Catalana…
El dinero heredado por Pujol hace más de 30 años procede, sin duda, de la actividad de su padre, Florenci Pujol, en la Banca Catalana, entidad creada por él y en la que el ex presidente de la Generalitat trabajó como vicepresidente hasta mediados de los años setenta, hasta su paso definitivo a la política. Florenci le dejó esa herencia porque no se fiaba de que en la política hubiese provenir y el propio Jordi declaró que le repugnó ese dinero, pero que como estaba a nombre de su mujer e hijos, lo aceptó.
Banca Catalana tuvo que ser intervenida a principios de los 80, siendo una de las caídas más sonadas del sistema bancario. Fue adquirida por el Banco de Vizcaya y de su reflotamiento se encargó un prometedor banquero: Alfredo Sáenz. Cuando estalló este escándalo, Jordi Pujol ya era presidente de Cataluña.
Lo demás ya es conocido: CiU ha sido aliado de Gobierno con socialistas y populares durante varias legislaturas.
En 1996 firmó un pacto de gobernabilidad con el PP, después de que Aznar mandara a negociar a Rodrigo Rato con los nacionalistas prácticamente con un cheque en blanco. Con anterioridad, había roto el apoyo al PSOE de Felipe González por la falta de acuerdo en materia de cesión de IRPF. El PP aceptó doblar la cantidad del 15% al 30% de lo recaudado por ese impuesto a las Comunidades Autónomas.
En 2000, con la mayoría absoluta del PP, CiU rechazó formar parte del Gobierno. A partir de ahí, en pleno declive, (a mediados de la pasada década, los principales dominios del partido eran la alcaldía de Granollers y de Sant Cugat), radicalizó su discurso, hasta hacerlo claramente separatista. Con poco éxito, todo hay que decirlo, ya que debe gobernar con apoyos.
¿Qué pasará en el futuro?
Las acusaciones de los últimos tiempos apuntaban comportamientos tan burdos como evasión de dinero vía Andorra con enormes sacos de dinero. El gran patriarca ha acabado por confesarlo, pero hasta entonces, todo eran calumnias del nacionalismo español rancio.
Artur Mas salió al quite de inmediato, señalando que se trata de cuestiones personales y no de partido, pero habrá que ver qué alcance tiene esto en la formación política, históricamente la más importante de Cataluña.