Las últimas tácticas separatistas son dignas de un estudio en profundidad. Porque unir campanadas, bolsas amarillas, consignas emitidas por megafonía y mierda posee una métrica oculta que puede resultar apasionante.

La gran suerte de los farsantes, que los hay a porrillo, es que nunca les faltará un rebaño de ovejas a las que esquilar/esquilmar con sus patrañas