Ivan Fedorov tenía 25 años y acababa de empezar en la política ucraniana cuando Rusia se anexionó ilegalmente Crimea a principios de 2014. Ocho años después y ya alcalde de una ciudad de 150.000 habitantes fue secuestrado en los primeros días de la invasión rusa de Ucrania para, según cuenta hoy, mandar un aviso a otros alcaldes.
"Querían hacer de mí un ejemplo", resume Fedorov en una entrevista con EFE desde Estrasburgo (Francia), donde hoy recoge el premio Sájarov a la libertad de conciencia en nombre del pueblo ucraniano, acompañado de otros líderes de la sociedad civil y de la resistencia a la invasión rusa.
"Me querían", prosigue, "para ponerme como ejemplo ante todos mis colegas, alcaldes y representantes públicos de Ucrania de lo que les podía pasar si, como yo, se negaban a dar apoyo a los rusos".
Fedorov (Melitopol, 1988) ocupó titulares en todo Occidente al ser detenido a principios de marzo por diez miembros de las fuerzas rusas que habían ocupado su ciudad, Melitopol, y tras negarse a cooperar con ellas.
Para cuando fue liberado, seis días después, había una nueva alcaldesa, Galina Danilchenko, que pedía a los ciudadanos que no se resistiesen a la ocupación rusa para que se pudiese "volver a la normalidad".
"Rusia quería algo fácil, quería que yo fuese a la plaza central de mi ciudad y les dijera a mis ciudadanos: 'lo siento, nos vamos a Rusia'. Pero eso no es posible. ¡Están locos! No entienden que los ciudadanos, la nación y los alcaldes no quieren eso", asegura Fedorov.
La invasión rusa pilló a Fedorov en su segundo año como alcalde y "evidentemente, sin estar preparados para la guerra", recuerda.
En los primeros momentos contactó a la Policía, servicios de emergencia y militares locales para "tratar de entender qué había pasado": "cuántos muertos y heridos había, si teníamos medicamentos, qué pasaba con los colegios y guarderías y, por supuesto, dónde están las tropas rusas y cómo de rápido podían llegar a la frontera de Melitopol".
"Los primeros pasos fueron para organizar a nuestro personal y dar un mensaje muy importante a sus ciudadanos: nadie sabía lo que iba a pasar en los próximos minutos, horas o días, necesitábamos dar mensajes reales y ellos debían tomar decisiones: quedarse en Melitopol, sacar a sus hijos de allí...", rememora Fedorov.
Fedorov, que ahora vive a dos horas al norte de Melitopol, en Zaporiyia, asegura estar orgulloso de sus ciudadanos. "Tenemos mucha menos colaboración, menos ciudadanos que apoyan a los rusos. Todos están esperando la liberación y construir una nueva Ucrania en nuestra ciudad".
"Hace dos años tenía otro plan y otra lista de cosas que hacer con mis ciudadanos, pero ahora tenemos un nuevo reto. Queremos volver a nuestra ciudad con nuestros ciudadanos en un futuro cercano", afirma.
Desde Estrasburgo, agradece al Parlamento Europeo el premio Sájarov pero avisa de que no es suficiente y pide más apoyo de los gobiernos e instituciones europeas para "una victoria rápida, porque defendemos los valores europeos".
"Ahora toda la Unión Europea se prepara para celebrar la Navidad y el Año Nuevo, comprando los regalos, y esto solo es posible con la valiente nación ucraniana. Nuestro ejército y ciudadanos en territorios ocupados, y también los que ahora sobreviven sin calefacción, defienden los valores europeos. Nuestra nación da garantías de seguridad a todos los países europeos", incide.
Preguntado si se siente un símbolo de la resistencia, su respuesta encaja en el espíritu del premio que hoy les otorga la Eurocámara: lo recibirá él junto a Yulia Paievska, fundadora de la unidad de evacuación médica ucraniana "Ángeles de Taira", y Oleksandra Matviychuk, directora del Centro para las libertades civiles -una de las ONG que recaba pruebas de los crímenes de guerra rusos-, pero los auténticos galardonados son los ucranianos.
"La nación ucraniana es el símbolo de nuestra resistencia", concluye.