Internacional

Las aspiraciones de la ultraderecha por tener una mayoría en Francia provocará una elevada participación

Los fervientes seguidores de Le Pen y sus detractores se enfrentarán en las urnas en una jornada electoral con una abstención baja

  • Jordan Bardella -

Francia ha vivido este sábado una jornada de reflexión antes de unas elecciones legislativas que se anuncian históricas por la más que previsible victoria de la Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen que pueden abrir la puerta al primer Gobierno de extrema derecha en ocho décadas.

Una vez cerrada la campaña electoral que se tuvo que organizar deprisa y corriendo tras la convocatoria sorpresa de los comicios el 9 de junio por el presidente, Emmanuel Macron, este sábado se empieza a votar en los territorios franceses de América y luego de Polinesia antes de que abran el domingo los colegios electorales en el resto del país.

Desde las 10.00 GMT están convocados los electores en el archipiélago francés de Saint Pierre et Miquelon, en el Atlántico norte, luego empieza el turno para los de Guayana, Guadalupe, Martinica, Saint Barthélemy y San Martín en el Caribe y unas horas después para los de la Polinesia Francesa y para el archipiélago de Nueva Caledonia, en el Pacífico.

En la Francia metropolitana, se podrá ejercer el derecho de voto en las urnas a partir de las 8.00 locales y hasta las 18.00 en las zonas rurales y hasta las 20.00 en las grandes ciudades.

Los franceses del extranjero han podido votar en línea entre el 25 y el 27 de junio y han sido mucho más numerosos que en las últimas legislativas de 2022: El Ministerio de Exteriores ha anunciado que ha habido más de 410.000 votos, comparados con los 250.000 hace dos años.

Una participación elevada

De hecho, se da por hecho que la participación será mucho más elevada como lo han anticipado los sondeos de la última semana, que han anticipado que acudirán a las urnas entre el 64 % y el 67 % de los 49,34 millones de electores inscritos.

Si esas cifras se confirman, serían casi 20 puntos porcentuales más que en 2022, cuando los votantes representaron el 47,51 % del electorado en la primera vuelta.

Una prueba de la fuerte movilización es que se han superado los 2 millones de solicitudes de voto por procuración, un mecanismo que permite que otra persona vaya a depositar el voto de un elector en su nombre a un colegio electoral. Es el doble que en 2022.

Esas mismas encuestas anticipaban una clara victoria de RN con sus aliados conservadores de Los Republicanos (LR) que, dirigidos por su presidente, Éric Ciotti, han hecho saltar por los aires el partido de la derecha clásica.

Esa coalición podría reunir entre el 34 y el 37 % de los sufragios, netamente por delante del nuevo Frente Popular que agrupa a los cuatro partidos de la izquierda -La Francia Insumisa (LFI), Partido Socialista (PS), Ecologistas y Partido Comunista Francés (PCF)- que lograría un 28-30 %.

En tercera posición, el bloque de la mayoría saliente del Gobierno de Macron se tendría que conformar con alrededor del 20 % de las papeletas, mientras que Los Republicanos que no han aceptado el pacto con RN quedarían con un 6-7 %.

Qué estrategia para la segunda vuelta

Una vez que se conozcan los resultados el domingo por la noche, la cuestión será qué estrategia adoptarán unos y otros de cara a la segunda vuelta del 7 de julio, porque en la primera probablemente no saldrán elegidos directamente más que unas pocas decenas de diputados de los 577 escaños que están en juego.

Las proyecciones de escaños que han hecho hasta ahora los institutos demoscópicos sin tener esos dos elementos son meramente orientativos, teniendo en cuenta que esos 577 escaños en otras tantas circunscripciones uninominales se disputan en una batalla donde las cuestiones de política nacional se mezclan con otras de carácter local.

Algunas de esas proyecciones presentaban una horquilla de diputados para RN y sus aliados conservadores con la que podrían superar los 289 que les daría la mayoría absoluta, que es la condición que ha puesto para formar Gobierno el candidato a primer ministro de la extrema derecha, Jordan Bardella. 

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