Internacional

Conflicto entre China y Japón: dos socios condenados a entenderse

La animadversión que sienten los chinos por sus vecinos se remonta a los años 30, sin embargo, los lazos económicos entre ambos países se han ido estrechando a lo largo del tiempo, hasta el punto de que el intercambio bilateral alcanzó los 345.000 millones de dólares durante 2011.

¿Senkaku o Diaoyu? Un minúsculo archipiélago situado en el extremo occidental de Japón ha bastado para reabrir viejas heridas entre Japón y China. La disputa por la soberanía de este grupo de islas -Senkaku en japonés y Diaoyu en chino- ha provocado una crisis política, económica y social sin precedentes, que ha desembocado en una virulenta escalada de violencia a lo largo de Asia Oriental.

La animadversión que siente la población china por sus vecinos -alimentada desde las escuelas, los medios de comunicación y el aparato político- se remonta a los años 30 y 40, debido a la ocupación de Manchuria por Japón. Sin embargo, los lazos económicos y comerciales entre ambos países se han ido estrechando a lo largo de los años, y en tiempos de crisis, no puede prescindir el uno del otro.

China es el mayor socio comercial de Japón y su principal centro manufacturero. Tokio destina un 21% de sus exportaciones totales a Pekín, y en el ejercicio 2011, ambos tuvieron un intercambio bilateral de 345.000 millones de dólares. China es asimismo uno de los más importantes compradores para el Tesoro japonés, que por su parte obtuvo permiso en marzo de 2012 para adquirir deuda china, un privilegio al alcance de muy pocos.

Japan Airlines ha tenido que reducir sus rutas a Pekín y Shaghai tras sufrir decenas de miles de cancelaciones

Los efectos inmediatos del conflicto

La agencia Moody's Japan indicó que la crisis diplomática tendría un impacto "limitado" a corto plazo en las empresas niponas, aunque advertía de que los efectos a largo plazo eran "difíciles de predecir". Sin embargo, estas consecuencias no se han hecho esperar. Las acciones de las empresas japonesas más expuestas al mercado chino, especialmente del sector automovilístico (Nissan, Toyota) y el de la electrónica de consumo (Panasonic, Canon, Sony...) han sufrido pérdidas esta semana en los mercados, debido a las informaciones sobre el cierre preventivo de fábricas y tiendas.

Otro efecto colateral ha sido la caída del turismo nipón en China, un dato a tener en cuenta dado que Pekín y Shanghai están entre los diez destinos más frecuentados por los japoneses. De hecho, la aerolínea Japan Airlines ha tenido que reducir sus rutas tras sufrir decenas de miles de cancelaciones.

"Los dos países se exponen a agudizar la recesión que atraviesan en caso de que los disturbios se mantengan", asegura el Financial Times. "El PMI manufacturero chino -indicador económico que evalua el sector de la fabricación- ha sufrido una importante contracción durante once meses consecutivos, mientras que el gobierno y el banco central japonés (BoJ) han revisado a la baja sus estimaciones económicas para el próximo cuatrimestre", explica el diario británico.

Muchas empresas japonesas se replantean su exposición a China y redirigen sus negocios hacia el sudeste asiático

Japón dirige su mirada hacia Sudeste Asiático

Entre los años 1990 y 2000, la presencia de compañías japonesas en China se multiplicó por diez. Sin embargo, esta tendencia está cambiado en la actualidad y muchas empresas se habían replanteado su exposición a China antes incluso de que estallara el conflicto, redirigiendo sus negocios hacia el sudeste asiático por el repunte de la mano de obra china y la subida de los impuestos. 

Las autoridades japonesas denuncian la presión diplomática que está ejerciendo China a través de los canales comerciales. El propio gobierno chino ha reconocido que esta estrategia es "un arma de doble filo", aunque asegura que "si Japón sigue provocando a China, China tendrá que contraatacar".

Lo que no dudan los expertos es que el deterioro de la relación entre la segunda y tercera economía del mundo provocaría un impacto a escala mundial, ya que los centros de producción de automóviles y productos tecnológicos se verían afectados y con ellos, las empresas intermediarias de todo el globo.

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