Los turistas ya no podrán demostrar su osadía comiéndose un brocheta de escorpiones o un puñado de gusanos en el famoso mercado de los bichos de Pekín, pues desde este viernes cerrará para siempre después de 30 años en activo. Las autoridades han tomado esta decisión a causa de las quejas vecinales por el ruido y de la falta de higiene a la hora de gestionar las basuras del mercado o el almacenamiento de los alimentos. Sin embargo, el hecho de que el mercado nocturno de Donghuamen se encuentre el centro de la urbe, a escasos metros de una de las avenidas doradas de la capital china repleta de tiendas de lujo, probablemente también haya tenido mucho que ver.
Para llegar a este lugar, explica Javier Borràs en Efe, los turistas y pequineses toman el metro hasta la parada de Wangfujing, donde empieza una avenida con el mismo nombre, llena de tiendas de lujo, a pocos metros de la gigantesca plaza de Tiananmen y la Ciudad Prohibida. Bajo un gran puerta decorada con motivos chinos, una callejón atestado de gente emite humos cargados de fritanga y de otros olores imposibles de identificar, mezclados con el lacerante sol del verano pequinés. Los puestos se llenan de pinchos de cordero, "tofu maloliente", mollejas especiadas, pato embadurnado en melaza y enormes cefalópodos fritos, aunque los productos estrella -que acaparan más fotos que compradores- son las brochetas de insectos o animales raros, ensartados y crudos, que luego pasarán por la plancha o la freidora, según el paladar de la clientela.
La imagen más absorbente son los escorpiones atravesados por un delgado palo de madera que mueven sus pequeñas patitas arriba y abajo
Saltamontes amarillentos, tarántulas peludas, diminutas culebras o larvas de caparazón crujiente pero tierno interior verdoso se exhiben ensartados. La imagen más absorbente -ya sea por amor o por asco- son los escorpiones en sus últimos estertores, atravesados por un delgado palo de madera, que mueven sus pequeñas patitas arriba y abajo, de forma hipnótica.
"Es la primera vez que pruebo saltamontes. Me gusta", dice Dai a Efe, un joven de la provincia de Fujian (sur-este de China) que ha venido a Donghuamen con un par de amigos, Zhang y Liu, con los que intercambia su brocheta de saltamontes por otra de caballito de mar y una de escorpiones. "Es una gran pena que lo cierren, pero hemos tenido suerte de venir hoy", comenta Dai, que tampoco sabía que las autoridades de la ciudad van a cerrar este viejo mercado mañana.
Efectos en el turismo
El mercado nació en 1984 como un conjunto de puestos callejeros. Al principio presentaba la diversidad culinaria de Pekín, pero poco a poco fue incorporando aperitivos y platos de otras partes del país. En la actualidad el visitante puede encontrar desde rollitos de primavera, patos asados o pinchos de pollo hasta serpientes, cigarras, estrellas o caballitos de mar, que se venden a un precio más elevado de lo normal dada la peculiaridad del sitio.
Cualquier guía turística sobre China aconseja visitar este mercado pekinés, ahora con mayor motivo debido a su inminente cierre, y es habitual ver a extranjeros y pekineses, fotografiándose o grabando en vídeo la experiencia de comer saltamontes fritos, hormigas, cienpiés o lagartijas. Abrían todos los días desde las 15 a las 22 horas. Una escena que en un día ya no se podrá repetir en esta metrópolis, aunque sí en otras partes de la nación, como en la provincia sureña de Cantón, donde algunos de los insectos que tanto se repudian en Occidente siguen formando parte del menú.