El Partido Comunista Chino (PCC) se enfrenta a su 'peor' ola de la Covid con el goteo de protestas en expansión y el auge de contagios por los constantes rebrotes que ha puesto en un aprieto la política del 'covid cero' del politburó al llegar al pico de contagios diarios este viernes: 300.000 casos. Es el peor dato de Covid que encaja el dirigente Xi Jinping y que está precedido por las protestas sucedidas las últimas semanas en la ciudad de Guangdong y en la fábrica proveedora de Apple en Zhengzhou. Sin embargo, aunque han sido dos protestas claves que han dado a conocer el nivel de descontento que impera en la sociedad china, asfixiada por las duras restricciones, no son hechos aislados y denotan un hartazgo por un conjunto de factores a los que el confinamiento se suma como la gota que colma el vaso.
Los motivos subyacentes también tienen que ver con las regiones donde se han desarrollado los acontecimientos, la mayoría situados en el eje industrial y la periferia económica china. Según reporta el China Dissent Monitor (CDM), hasta la fecha de hoy ha habido 817 protestas en el gigante asiático desde junio. La mayoría de ellas han tenido lugar en el centro, sur y este del país, sobre todo en las provincias de Hebei (85) y Henan (84), cuya capital y motor económico es Zhengzhou, escenario de los enfrentamientos entre empleados de la fábrica Foxconn y fuerzas de seguridad esta semana. La ciudad acumula ya 51 protestas desde junio, a la cabeza entre las otras ciudades de la región. A ellas se suma la región de Shaanxi y Shandong con alrededor de 60 protestas y al sur, Guangdong, uno de los principales puntos de exportación y donde la industria tecnológica tiene mucho peso, con 61.
Las otras regiones del eje oriental de China con registro notable de protestas son Hubei, donde está Wuhan, otro núcleo emergente, Chongquin, Sichuan, Jiangsu y Zhejiang. Shanghái, el corazón financiero de China, se encuentra justo en medio de estas dos provincias que tocan el Mar de China. Esta realidad económica se refleja también en la densidad de población: la mitad oriental de China concentra el 94% de los habitantes.
La mitad oriental de China concentra el 94% de los habitantes, justo donde han tenido lugar las protestas
La presencia subyacente de Evergrande
El Gobierno Chino ha tenido que gestionar los rebrotes entre estos 1.300 millones de chinos que viven concentrados en algunas de estas urbes, que han vivido la vuelta de las medidas draconianas de confinamiento estricto, cuarentenas para viajeros y cierre de ciudades. Todo ello por el repunte de casos a raíz de un intento (muy leve) de Pekín de convivencia con el virus cuando el 11 de noviembre relajó las medidas. A este hartazgo se le han sumado las otras casuísiticas subyacentes por las que cientos de chinos llevan saliendo a la calle desde hace meses y han denunciado en We Chat y Weibo: los principales motivos han sido, aparte de la Covid, los proyectos de vivienda estancados, el fraude, la corrupción y las quejas laborales, según destaca CDM. De hecho, la gran crisis del conglomerado inmobiliario Evergrande hace un año tiene mucho que ver con el descontento general.
Desde la crisis de deuda de la compañía los problemas de impago se extendieron a otras promotoras inmobiliarias y la parálisis ha acabado generando un problema social, porque las inmobiliarias han sido incapaces de sufragar los gastos de construcción y una gran cantidad de proyectos de vivienda se han estancado. Algunos compradores de pisos de nueva construcción tienen que seguir pagando una hipoteca de una casa sin terminar a la vez que abonan el alquiler, algo que ha llevado su situación económica a límites insostenibles. Como destaca el New York Times, el sector inmobiliario chino representa una cuarta parte de la producción económica china y gran parte de los préstamos bancarios. Para muchos chinos la vivienda es un activo financiero muy importante e incluso la consideran la única forma estable de generar riqueza. Ante este descontento y la creciente tensión social, el Gobierno chino ha anunciado ya su intervención con préstamos bancarios. No lo había hecho hasta ahora.
De esta forma, la preocupación por la economía doméstica y la fatiga por la Covid emergen como factores que explican la irascibilidad social, poniendo a la población al limite del estallido lejos de la prudencia común. Tan solo una chispa es necesaria. Como ha ocurrido este viernes, cuando al menos 10 personas murieron en un incendio en un edificio en la ciudad de Urumqi porque los bomberos acudieron tarde por las restricciones sanitarias que sufre la urbe desde agosto. La ciudad es la capital de la región de Sinkiang, el motor económico del oeste del país, que es conocida por la presencia de la etnia musulmana uigur. El colectivo, reprimido históricamente por el Gobierno chino, se ha enfurecido y ha denunciado la muerte de una familia entera en el incendio. El suceso ha sacado a la calle en protesta a cientos de personas en la ciudad.
El gran dilema de Xi Jinping
Como explica la especialista en China del Cidob, Inés Arco a Vozpópuli, el Gobierno chino tendrá que seguir gestionando el aumento de casos, que se espera que siga al alza con la llegada del invierno y la incidencia de las nuevas variantes de Ómicron. La respuesta política ante estos rebrotes ha sido la misma: "contener los contagios en lugar de apostar por medidas de resiliencia para apoyar al sistema sanitario". La baja tasa de vacunación de la población mayor de 80 años, que se sitúa en el 66%, junto con el ya tensionado sistema sanitario falto de personal y material son dos grandes lastres que hacen que China no pueda abrir las vías para la convivencia con el virus por el alto precio a pagar. A las medidas de contención extremas se le suman el gran gasto público por las medidas de seguimiento y detección del virus que han debilitado la inversión en Sanidad. Así, la política del 'covid cero' sigue siendo la estrategia para atajar el coronavirus que luce el PCC, algo de lo que se enorgullece como demostró el Gobierno en el 20 Congreso del partido.
La baja tasa de vacunación de la población mayor de 80 años, que se sitúa en el 66%, junto con el ya tensionado sistema sanitario falto de personal y material son dos grandes lastres que hacen que China no pueda abrir las vías para la convivencia con el virus por el alto precio a pagar.
Como afirma Arco, "Pekín está frente a un dilema: si continúa con las medidas actuales, continuará dañando la economía y alimentando un resentimiento social y descontento hacia las políticas actuales. Pero, por otro lado, si se preparan para convivir con el virus deberán hacer frente a las vulnerabilidades de la política actual como aumentar la vacunación de la población mayor de 65 años, dar mayor flexibilidad a los casos asintomáticos y leves a quedarse en sus casas en lugar de ir a instalaciones específicas para casos positivos". Si cambian la hoja de ruta del 'covid cero' habrá un aumento de mortalidad asociada al virus y Xi Jinping tendrá que hacer frente "al descrédito de la política aplicada hasta ahora y de sus resultados pese a los sacrificios de la población junto con la necesidad de justificar correctamente ese cambio". Por eso la experta augura: "difícilmente veremos una reducción y una reapertura hasta la primavera, sino después a medida que este aumento de casos estacionales se reduzca y haya un plan comprensible para garantizar una apertura progresiva minimizando los riesgos".
Pekín se cura en salud en este sentido porque la gestión de la Covid se ha ido delegando a las autoridades locales, aunque si bien es cierto que con directrices desde la capital. Esto ha provocado "desconcierto" entre los distintos niveles de mandato a la hora de aplicar las medidas pandémicas. La descentralización en este sentido sirve como parapeto para el PCC aunque está claro que las consecuencias de un progresivo levantamiento de medidas, afirma Arco, "serán uno de los retos que tendrá que afrontar el partido para mantener su legitimidad".
El perjuicio a la economía china
El crecimiento de China se ha desacelerado al 0,4% en el segundo trimestre, frente a la expansión del 4,8% de los tres primeros meses de 2022. Un dato relevante a la hora de explicar el impacto de las nuevas medidas en la capacidad productiva del país. El impacto de la ralentización ha tenido eco en los mercados globales y el FMI ya ha alertado de peligros futuros. Los pronósticos del Fondo Monetario Internacional para China son de un crecimiento económico del 3,2% en el presente ejercicio y de un 4,4% en los dos próximos, siempre y cuando se cumplan las previsiones de que Pekín pondrá fin a su estrategia de 'cero covid' de forma "gradual y segura" en la segunda mitad de 2023. Algo que no está garantizado. La entidad ha aplaudido la intervención de China en su crisis inmobiliaria y ha invitado a que refuercen la vacunación. Está por ver cómo lidia con el descontento social en la entrada de este invierno y cómo compatibiliza el mantenimiento de su alta producción con los retrocesos que trae su política sanitaria severa. Lo ocurrido en la planta de Foxconn encarna a la perfección este planteamiento: productividad a costa de derechos laborales para cumplir objetivos empresariales y sortear la expansión del virus.