Internacional

Guerra taurina en Francia: por qué ha fracasado la ofensiva de los abolicionistas

La pelea entre animalistas y taurinos existe en Francia desde hace décadas. Uno de los himnos abolicionistas más conocidos en la legendaria canción de Francis Cabrel titulada 'La Corrida'

  • Los animalistas retiran su propuesta para abolir los toros en Francia -

No existe en este país ningún otro asunto que divida tanto en sus propias entrañas a los partidos políticos. La tauromaquia no es de izquierda, de centro o de derecha. Aunque la iniciativa prohibicionista surgió en la extrema izquierda, ni toda La Francia Insumisa (LFI) de Jean Luc Melenchón, ni todos los socialistas, y menos aún los comunistas franceses -apegados a las tradiciones populares- iban a votar por la desaparición de los toros bravos en la Asamblea Nacional.

Tras semanas de presión política, “lobística” y mediática, el instigador de la abolición, el diputado Aymeric Caron, un antiespecista vegano, integrado en LFI, retiró ayer tarde su propuesta consciente de la falta de apoyos, incluso, como ya se ha dicho, dentro de la alianza electoral que agrupa a La Francia Insumisa, a los ecologistas de “Europa-Ecología, Los Verdes”, a socialistas y al Partido Comunista.

Aymeric Caron, la bestia negra de los aficionados a los toros en Francia es un reportero que antes de hacerse famoso como tertuliano radical, moralista y máximo gendarme del pensamiento “woke”, no había destacado precisamente por ser un miura del periodismo. Su labia, su imagen atractiva y el “zeit geist” de la Francia actual le impulsaron al estrellato mediático gracias a un programa de la televisión pública.

Caron, flanqueado por tenientes melenchonistas, recurrió a la acusación de “negación de democracia”, pues por el elevado número de enmiendas interpuestas por varios legisladores, la votación quizá no hubiera tenido lugar antes de las 12 de la noche y, por lo tanto, según el reglamento habría sido anulada. Un filibusterismo que la extrema izquierda también utiliza para frenar iniciativas que le disgustan.

De la canción protesta a las amenazas de muerte

La pelea entre animalistas y taurinos existe en Francia desde hace décadas. Uno de los himnos abolicionistas más conocidos en la legendaria canción de Francis Cabrel titulada 'La Corrida', que formaba parte de un álbum comprado por más de tres millones de personas en 1994. Por cierto, en ese alegato musical antitaurino contó con la colaboración de un miembro de los Gipsy Kings, que aportaba el toque flamenquito.

Pero ya no es tiempo de melodías-protesta. Los militantes anticorrida utilizan ahora métodos de persuasión menos artísticos, como las amenazas directas de agresión a diputados y alcaldes, escraches y presiones a través de las redes sociales. El diputado comunista Pierre D’Harreville, contrario a la prohibición, recibió recientemente un mensaje anónimo que decía: “Entra en la plaza, vamos a torturarte y a aplaudir cuando tu sangre se derrame”.

En la derrota política de los antitoros hay que añadir la faena de aliño del propio Presidente Emmanuel Macron, quien saltó al ruedo el miércoles pasado y advirtió que no habría prohibición. “No es el debate del momento”, zanjó. El capotazo del Jefe del Estado mostraba a los diputados que le apoyan el camino a seguir tras las opiniones divergentes expresadas por algunos miembros de su partido, “Renacimiento”.

Norte vs. sur

Según un sondeo publicado por el diario 'Le Journal du Dimanche', un 74% de los franceses sería partidario de prohibir el Arte de Cúchares. Pero si la muestra se delimita al sur del país, al territorio de la Francia taurina, que engloba toda Occitania y el País Vasco, la opinión muestra un apoyo a la corrida del 71%, según el sondeo Ifop-Fiducial del pasado junio. Por ello, cuando en Francia se habla de toros hay que tener en cuenta que existe una división Norte-Sur, como existe una polarización entre urbanos y rurales. Estos últimos acusan a los primeros de incomprensión y desconocimiento del mundo rural, de tomar decisiones desde París, sin haber pisado nunca el campo.

Pero los conocidos argumentos del mundo taurino en defensa del toro bravo, de su libertad, de los cuidados que recibe durante su vida, nunca encontrarán la comprensión de los que acusan a la fiesta de espectáculo de tortura animal. La defensa económica y social de todos los estamentos que viven del toreo profesional, desde propietarios de terrenos, ganaderos, pasando por obreros, feriantes y comerciantes de las ciudades taurinas, tampoco son válidas para quienes – de forma sincera o por intereses políticos – ven en la tauromaquia un espectáculo cruel, sanguinolento y sádico.

La presión de los protaurinos también ha jugado fuerte en los últimos días. A los políticos, se han sumado personajes como el conocido empresario Simón Casas, pasando por actores, escritores y otros intelectuales que han combatido a base de columnas en la prensa a los abolicionistas, también representados por los mismos estamentos en esa guerra de firmas. Los medios de prensa también se ha manifestado sin ocultarse. Entre los defensores de los toros destacan el diario 'Le Figaro' , el semanario 'Valeurs Actuelles' y el mensual 'Causeur', todos ellos de corte conservador, o “fachas”, según sus detractores. Todos ellos, implicados en una batalla que rebasa el ruedo taurino y que abarca a todos los aspectos de la sociedad que podrían integrarse en la tan repetida noción de batalla cultural que, en Francia, el llamado “progresismo” y la nueva izquierda no tienen ni mucho menos ganada.

Las denuncias del “ecototalitarismo”, que incluyen desde la prohibición de la corrida, a la abolición de árbol de Navidad, la caza, la barbacoa (por machista), el Tour de Francia (macho-comercial) o la denostación de los pilotos de aviación (comercial o militar) forman parte de la panoplia argumental de una ideología sustentada sobre la prohibición, la cancelación o la supresión.

"Invento español"

En el Sur de Francia la tauromaquia se mantiene y hoy se defiende políticamente por tratarse de “una tradición cultural ininterrumpida”, según el Consejo Constitucional. Ayer, el mundo taurino esquivó un pitonazo político, pero no significa el fin del peligro. La corrida separa también a dos Francias, en este caso generacionales. Las escuelas taurinas no solo han perdido estudiantes, sino que estos mismos aprendices se ven obligados a esconder su afición y pasión en la escuela o entre sus amigos si no quieren ser tratados de “mengeles”. La juventud no va a los toros y los espectáculos taurinos también disminuyen. En 2007 se celebraron 73 festejos; en 2018, 62. No sería extraño que los detractores de la tauromaquia estuvieran preparando ya su “Greta antitaurina”.

En el debate de estos últimos días, el anticorrida en jefe, Aymeric Caron, utilizó también el arma xenófobo-nacionalista argumentando que los toros no tienen nada que ver con la tradición francesa, porque es “un invento español, importado a mediados del siglo XIX por Napoleón III para satisfacer a su mujer, Eugenia de Montijo”. La granadina no podía imaginar que casi dos siglos más tarde esa muestra de amor iba a provocar la división política y territorial de Francia. La única victoria sobre el jacobinismo.

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