"Marine Le Pen prepara un Frexit encubierto". Emmanuel Macron lanza toda la artillería contra su rival en la segunda vuelta de las presidenciales del 24 de abril, a la que acusa de querer sacar a Francia de la Unión Europea.
En la batalla temática por ocupar el palacio del Elíseo no podía faltar el capítulo de Europa o de la Unión Europea. Y, naturalmente, fue en Estrasburgo, segunda capital de la UE, sede bis del Parlamento comunitario, donde el que se autodenomina "el más europeo de todos los presidentes de Francia", lanzó dardos pintados de azul a su rival soberanista. El azul -para exasperación de euroescépticos- de la bandera que Macron utiliza a veces en sustitución de la tricolor nacional; azul, como la misma enseña que aparece en el nuevo carnet de identidad francés que, para colmo, está escrito también en inglés.
Las eurocríticas de la candidata de Agrupación Nacional forman parte del componente molecular de su formación y son uno de los pilares fundamentales de su programa. Marine Le Pen sabe que hace cinco años perdió contra el entonces aspirante en buena parte por sus promesas de abandonar el euro, lo que asustó y sigue dando escalofríos a los pensionistas franceses.
Pero el mantenimiento de la moneda europea no implica que el argumento de la UE como freno a la soberanía nacional -culpable de la uniformización del ciudadano/consumidor y la eliminación de la historia y la cultura francesas- haya desaparecido del programa de la aspirante.
La Alianza Europea de Naciones
La "Alianza Europea de Naciones" es la estructura que propone Le Pen para ir sustituyendo progresivamente a la UE desde dentro. "Una Europa de naciones libres y soberanas que asumen su herencia milenaria para poner fin al proyecto que pretende hacer de la UE una superestructura federalista cargada de ideología".
En la Francia laica, las ocurrencias de algunos comisarios de la UE, como la de presentar a mujeres con velo islámico en carteles oficiales o la progresión de lo políticamente correcto, es un casus belli y no solo en el "campo nacional".
En la Francia laica, las ocurrencias de algunos comisarios de la UE, como la de presentar a mujeres con velo islámico en carteles oficiales o la progresión de lo políticamente correcto, es un casus belli y no solo en el "campo nacional"
Ante las denuncias de "Frexit" subrepticio, Marine Le Pen responde que Macron debería leer su proyecto. No se trata, afirma, de salir de la UE, sino de hacerla evolucionar hacia la Alianza Europea de Naciones. Y desgrana argumentos tranquilizadores: ¿Abandonar el euro? No hace falta, asegura, ya que el Banco Central Europeo ha suavizado espectacularmente su política monetaria. ¿Salir de la UE? No es necesario, porque se puede cambiar desde el interior con los socios europeos que comparten sus convicciones. ¿Eliminar Schengen? No es preciso, solo bastaría con restablecer controles permanentes en las fronteras nacionales y negociar acuerdos bilaterales para que terceros países controlen su política migratoria.
Emmanuel Macron, que ostenta la presidencia semestral de la UE, repite los argumentos en defensa del club comunitario que siempre ha utilizado, adaptándolos a la coyuntura actual. "Una Europa de paz contra el nacionalismo que lleva a la guerra"; una Europa protectora, como -según él- ha quedado demostrado en la gestión de la pandemia y el posterior plan de relanzamiento económico. Pero el presidente y candidato no necesita repetir su ideario europeísta, bien conocido; de lo que se trata es de denunciar lo que ya definió como "lepra nacionalista", refiriéndose a su bestia negra dentro de la UE, Viktor Orbán.
Macron "orbaniza" a Le Pen
En Estrasburgo, Macron asimiló a Le Pen con el primer ministro húngaro, utilizándole de nuevo como espantajo. Obrán obtiene de Macron el papel de único malo de la película comunitaria, ahora que el gobierno polaco se libra de las críticas mientras ejerce como ariete de la línea dura europea contra la guerra de Vladímir Putin en Ucrania.
Marine Le Pen, que en las elecciones europeas de 2019 le ganó la partida a la coalición macronista, ha erigido como caballo de batalla de su campaña la defensa de la primacía de la justicia francesa sobre los tribunales europeos: Tribunal de Justicia de la UE (Luxemburgo) y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (Estrasburgo).
Marine Le Pen ha erigido como caballo de batalla de su campaña la defensa de la primacía de la justicia francesa sobre los tribunales europeos
Para Le Pen, como para el derrotado Éric Zemmour (que ha pedido el voto para ella), este punto es uno de los pilares fundamentales de su programa. Según la líder de RN, es intolerable que un juez europeo revoque, por ejemplo, una decisión de la Justicia francesa sobre la repatriación de un terrorista hacia su país de origen. Tampoco es admisible, según ella, que no le permita gestionar independientemente los asuntos de inmigración o la llamada "preferencia nacional".
Para recuperar la soberanía judicial, en manos de la "Europa apátrida", Le Pen sabe que necesita modificar la Constitución francesa, lo que es posible, pero solo si tuviera mayoría en las dos cámaras, Asamblea Nacional y Senado, algo de momento bastante improbable. No pierde la esperanza, sin embargo, arguyendo que hacer prevalecer el derecho nacional sobre el comunitario es algo que Alemania ya ha llevado a cabo. Es una coincidencia, entre otras muchas, con la izquierda radical representada por La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon, que en su programa subraya el rechazo del Tribunal de Karslruhe al derecho europeo apoyándose en la Carta Magna alemana.
Referéndum y "populicidio"
Con la izquierda de Mélenchon, ese electorado que Macron y Le Pen se disputan, la candidata de la derecha radical también coincide en la denuncia de los tratados de libre comercio firmados por la UE con diferentes países y regiones. Para La Francia Insumisa, la política europea de Macron durante los cinco años de mandato ha supuesto una "catástrofe". Por supuesto, las críticas de la izquierda se cimentan más sobre el aspecto social y económico, pero la eurofilia del presidente no será una de las palancas de atracción del voto de izquierda.
Las críticas de la izquierda se cimentan más sobre el aspecto social y económico, pero la eurofilia del presidente no será una de las palancas de atracción del voto de izquierda
En la sociedad francesa, uno de los países fundadores de la UE, conviven desde siempre corrientes soberanistas de izquierda y derecha con arraigo popular. Además, ese sector de la ciudadanía no olvida que en el referéndum celebrado en mayo de 2005 un 54,68 de los participantes rechazó el Tratado para una Constitución europea, que incluía la cuestión de la soberanía de la Justicia. La aprobación por los legisladores del Tratado de Lisboa (2012), subsanó ese rechazo popular que para muchos franceses significó un desprecio a su soberanía y a la propia democracia. Un auténtico "populicidio", según el término patentado por el filósofo de la izquierda soberanista y anti-Maastricht, Michel Onfray.