Un amigo mío se la jugó en pos del amor. Es uno de esos cazadores que cuando fijan la mirada en una presa se obsesionan hasta el paroxismo. Hasta tal punto que ella, 1,77, melena rubia y labios carnosos, cansada de los embates del depredador, le invitó ladinamente un fin de semana a una cabaña superchic un tanto alejada del centro de la estación de Avoriaz. Él vio el cielo abierto. Es decir, no veía nada: sólo la melena rubia al viento, las piernas largas deslizándose sobre la nieve y los labios carnosos susurrando su nombre la primera noche después de terminar exhaustos de esquiar. Ella, sin embargo, sólo veía el momento de quitarse de un plumazo y para siempre a este cazador infame.
PRIMERO
Mi amigo, español, claro, se presentó en Avoriaz después de volar hasta Lyon y coger un coche de alquiler hasta la estación. Allí llegó en vaqueros, con un plumas de gran superficie y con unas botas con las que solía andar por la montaña. Cuando llegó allí y se vio rodeado por el clan Chanel de esquiadores de élite que acompañaban a la rubia, le empezó a entrar el pánico. Utilizó sus armas: hablar de Aspen, de Sierra Nevada… hasta de Dolomiti Superski, pero allí todos le miraban de arriba abajo. “Te esperamos en la pista”. Fue todo lo que escuchó de esos ansiados labios carnosos.
SEGUNDO
Se fue pitando a alquilar un equipo completo, pero mi amigo sobrepasa los 2 metros de altura y los 100 kilogramos de peso. No había nada de su talla: el pantalón más grande le apretaba por todos lados y le llegaba al tobillo. “Solucionado-pensaba él-, lo tapo con las botas” (pero el espejo reflejaba un entallamiento que ni Fran Rivera en sus buenos tiempos). Tampoco había número de pie, la 52 no es una talla muy popular. “Solucionado -pensaba otra vez en sus ansias por devorar la presa-, encojo los dedos y listo”. Qué decir de las mangas de los anoraks… No le llegaban ni a las muñecas… “Solucionado, creo tendencia y saco el jersey por debajo…” De esa guisa llegó a la pista. Alguno de los amigos le preguntó: ¿Y tus palillos? Y respondió, como buen andaluz, que los llevaba en el bolsillo. La carcajada fue general. Le preguntaron también por las ataduras y las fijaciones y él, asombrado, contestó que no se había atrevido a tanto para la primera cita…
TERCERO
La rubia, para huir y evitar mayores males ante sus leales, le retó a una carrera. Él se arrojó detrás sin pensarlo y alguien le gritó: ¡A huevo! Y él, entusiasmado con la presa delante pensado que sus amigos le daban la confirmación para la futura noche de pasión –huevo es la pose de velocidad en esquí–, gritó a la rubia: “¡Esta noche lo tendrás todo, guapa!” Ella le miró con pavor y aceleró y él, en la primera bajada y en pose de “huevo”, se rajó los pantalones de arriba abajo, dejando al descubierto y al aire congelado de Avoriaz todo lo que había preparado celosamente para esa noche de fantasías invernales.
¿Fue suficiente para plantearse no volver a esquiar en pos del amor? No. Hizo de la necesidad virtud, porque un depredador como él no renuncia nunca. Sea donde sea. Se escribió una lista (tiene varias según el objetivo y la época del año) que pega cada año en la nevera cuando empieza la temporada:
Para ligar en las pistas de esquí
- 1. No admitir invitación si incluye un grupo de amigos expertos.
- 2. Tesis doctoral de la estación elegida para hablar con propiedad: nivel de pistas, número de pistas y remontes, kilómetros de pistas…
- 3. Conocer las colecciones de esquí de al menos Chanel, Armani, Gucci y Hermès. Imitar detalles ni no es posible comprar ninguno.
- 4. Aprender vocabulario: ataduras, fijaciones, carving, cuña, forfait, palillos, huevo…
- 5. Actividades alternativas que supongan no esquiar: locales nocturnos, helicóptero, spas, ir de copas, dormir en iglú…
- En esta temporada que recién se estrena se siente mucho más seguro. Vuelve a por la rubia.