En España nunca se ha tratado bien a las series, más allá de las de producción propia. Capítulos desordenados, horarios infernales y temporadas cortadas y redistribuidas al libre albedrío del programador de turno, toda una odisea para quien intentara seguir la trama. Incluso ahora, en pleno boom de la ficción para televisión, donde los canales matan por encontrar un nuevo producto que ofrecer a sus espectadores, en España continuamos viviendo en la anarquía.
No importa que los datos de audiencia sean buenos, que la gente se interese por series que llegan más de un año después de haberse estrenado en el extranjero, los canales hacen con ellas lo que quieren -y más desde que existen canales temáticos atiborrados de series sin ton ni son-. Pero este no es un fenómeno actual. Series míticas se han visto desterradas al late night -que en España ronda las dos de la madrugada-, han sufrido incesantes cortes por partidos de fútbol o han ido saltando de día en día, de franja en franja, para no afectar al resto de programas de la cadena. ¿Quién no se ha encontrado con un capítulo de Doctor en Alaska en La 2 durante una noche de insomnio?
Doctor en Alaska, de relleno a éxito
Doctor en Alaska -una traducción muy libre del original Northern Exposure, que sería conocida como Bienvenido a Alaska en Francia o Un médico entre los osos en Italia- nació como un relleno de verano. En 1990, los productores Joshua Brand y John Falsey propusieron a la cadena CBS crear una serie para emitir durante los meses de verano, a cambio de tener más libertad a la hora de concebir el producto, pues al ser meses de baja audiencia, no tenían tanta presión como en plena temporada.
La serie se planteó con sólo ocho capítulos iniciales, pero se mantuvo en antena seis temporadas.
Los responsables de la cadena, confiando en su reputación -ya habían producido otros éxitos anteriormente-, aceptaron las condiciones. La serie se planteó con ocho capítulos iniciales y obtuvo una audiencia más que significativa, así que la cadena les renovó para el año siguiente. Al final, se mantuvo en antena seis temporadas, ganando dos Globos de Oro a la mejor serie dramática, aunque en realidad, no estaba pensada para ser un drama, más bien como dramedia, una comedia con toques de drama.
Resulta curioso que Brand y Falsey idearan una serie tan invernal para cubrir los huecos disponibles en la programación de verano. Pensar en Doctor en Alaska es rememorar la nieve, las casas de madera y el alce paseando por el pueblo mientras sonaba la música de presentación. Seguramente no quede nadie que no conozca al doctor Fleischman, un joven médico que en contraprestación a una beca que recibió para estudiar medicina, tiene que trasladarse a prestar servicios al pueblo de Cicely, en Alaska. Los primeros capítulos se basan en las dificultades de adaptación entre su Nueva York natal y la remota Alaska y el desconcierto de los habitantes locales que le observan extrañados.
Protagonismo de los secundarios
Poco a poco, vemos como los personajes secundarios van tomando protagonismo. Ahí se encuentra una de las principales bazas de la serie, muy en la estela de Twin Peaks, haciéndonos partícipes de las rarezas y excentricidades de los habitantes del pueblo. Junto a Maggie O’Connell, una piloto de avioneta cuyos novios mueren en extraños accidentes y con la que el doctor Fleischmann mantiene una tensa relación de amor y odio, hasta un astronauta retirado, un cazador que mantiene una relación con una veinteañera, un joven indio que se cartea con directores de cine o Marilyn Whirlwind, la recepcionista de la consulta del doctor que tiene el don de desquiciarle.
El actor protagonista, Rob Morrow, ha participado en otras producciones como Numb3rs.
Rob Morrow, el actor encargado de dar vida al doctor Fleischmann, era prácticamente un desconocido cuando consiguió el papel, pero rápidamente se convirtió en un personaje muy popular gracias al éxito de la serie -estuvo nominado a tres Globos de oro-. Lo mismo les pasó al resto del reparto, aunque su evolución profesional fue muy distinta. Mientras Morrow ha conseguido sobrevivir al paso del tiempo, participando en algunas películas de renombre y protagonizando la serie Numb3rs, el resto del casting no ha corrido la misma suerte. Todos han ido saltando de serie en serie, tratando de deshacerse del personaje que les dio la fama. Tan solo podemos destacar a John Corbett, el chico guapo de Mi gran boda griega, que también se hizo muy popular por su papel en la serie Sexo en Nueva York.
Acabar con el protagonista
Morrow, viendo el éxito que alcanzaba la serie, exigió a los productores un aumento de sueldo cuando iban por la cuarta temporada -como se trataba de una serie menor, los contratos de los actores no eran muy suculentos-. Los productores no aceptaron su petición y se dedicaron a ir dando más protagonismo a los secundarios y a reducir las apariciones de Morrow progresivamente, hasta que, en la sexta temporada, lo mandaron a una reserva india y desapareció de la serie -eliminar al protagonista parece ya todo un clásico-.
Los últimos capítulos no llegaron a emitirse y la serie se canceló sin un final digno.
Para darle otro aire a la serie, los productores incorporaron a una pareja de doctores que sustituirían al Dr. Fleischmann, pero el público no respondió favorablemente y la audiencia cayó en picado. De hecho, los últimos capítulos de la sexta temporada no llegaron a emitirse y la serie se canceló sin un final digno del éxito que había tenido. En España, todo esto pudimos verlo en La 2, nunca antes de las 23:30 y con un baile de días que hacía casi imposible seguir la serie. Luego, durante muchos veranos la volverían a reponer con un horario todavía más infernal. Menos mal que, pese a tantas dificultades, el pequeño y helado pueblo de Cicely permanecerá siempre en la memoria.