En este nido de rumores incontrastables y filtraciones interesadas que es Madrid la noticia ha corrido como la pólvora. Mariano Rajoy Brei sopesa la opción de cambiar la fecha de la Fiesta Nacional. En vez del día en que desfilan las Fuerzas Armadas, un “coñazo” para él, los españoles debemos celebrar alborozados la jornada del regreso a la televisión de Belén Esteban. Será casi una semana después de lo esperado. Algunos daban por hecho que llegaría el 11-O, en los prolegómenos de los fastos patrióticos. Pero no, los mandamases de Telecinco, que son unos señores muy agudos, han preferido no eclipsar el día de la Hispanidad.
Sea como fuere, Belén Esteban, la princesa de algún pueblo, quizás del suyo, regresa. Será, por supuesto, en Sálvame Deluxe, ese engendro surrealista que arrasa los viernes por la noche. Aseguran que Belén vuelve algo más delgada tras engordar lo indecible durante los seis meses que ha estado fuera de los focos. Este tiempo se ha hecho eterno para los que amamos la televisión. Como las desgracias no vienen solas, también sufríamos estos días porque nos veíamos huérfanos de ídolos televisivos al acabarse Breaking Bad. No, señores. Le decimos adiós a nuestro traficante predilecto, sí, pero siempre tendremos adicciones, por zafias que sean o precisamente porque lo son.
Gustará o no su ética y su estética, pero nadie puede negar que Belén es nuestra droga favorita. Uno se barrunta que de no ser por ella y otros personajes de su ralea estaríamos quemando oficinas bancarias. No se asusten, no defiendo la tesis marxista de que la televisión es un veneno utilizado por el poder para narcotizar al personal, que así no se manifiesta y comulga con las corruptas ruedas de molino. Solo es que la frivolidad siempre ha sido necesaria para combatir el peligroso aburrimiento. Es innegable que eso que se ha dado en llamar prensa rosa nos alegra las tardes y noches. Además, para qué mentir, en Belén Esteban hay más verdad que en Rubalcaba y Rajoy juntos. Y ojito a lo que se avecina. La ex de Jesulín de Ubrique regresa enfadadísima por la continua presencia en Sálvame de familiares de María José Campanario, esa mujer tan seria cuyo peinado se asemeja al de Johnny Depp en Charlie y la fábrica de chocolate. La batalla entre ambas se antoja larga, profunda y dura, como la crisis. O sea, aunque Mariano no se decida, lo lógico en un dubitativo por naturaleza, el 18-O empieza la fiesta.
Estrenos
Es octubre un mes de estrenos en televisión. Mes propicio para sembrar cualquier cosa, incluso el corazón, como dijo el poeta, y esperar a que florezca en primavera. Ocurre, sin embargo, que la dictadura de las audiencias no permite detenerse en lirismos. En esta primera semana se ha estrenado en Antena 3 Top chef, una suerte de mezcla entre los exitosos Máster chef y Pesadilla en la cocina. No podía fallar. Y Chicote venció, aunque por la mínima, al nefando Hay una cosa que te quiero decir.
Precisamente el miércoles, cuando media España veía a Chicote y la otra media a Jorge Javier Vázquez –así somos, cainitas hasta para elegir entre la cocina y la lágrima-, llegó uno de los momentazos televisivos de la semana en 13TV. Ahí tienen a un terrorista de Estado de mirada desafiante y escaso cabello dando lecciones de ética y moral. Claro que no queda otra que compartir sus quejas, porque, como acostumbra desde hace años, Amedo censuraba las actitudes de su archienemigo el juez Garzón, ese hombre que prevarica como nadie. El caso es que Antonio Jiménez, que se marcó el tanto de la entrevista, se enzarzó con el diputado autonómico del PSOE Juan Segovia, que afectaba indignación por la entrevista a un tipo que, como todo el mundo sabe, perpetró sus atrocidades por órdenes de socialistas. Paradojas de la pantalla.
Como paradójico es que RTVE siga perdiendo dinero a mansalva pese a recibir golosas subvenciones. O que algunos programas tengan que aprovechar sucesos terribles como el de Asunta para mejorar su audiencia. O que un espacio histórico como Informe Semanal quede relegado por el supuesto humorista Carlos Latre. O que en un programa de canto llamado La Voz intervenga algún tipo que se dice cantante a pesar de que sus alaridos gallináceos resultan insoportables. Aunque en todos estos terrenos pantanosos ya nos adentraremos en futuras ocasiones.