Después de varios meses de tiras y aflojas, en los que ha imperado el tacticismo político y en los que han han fracasado varias rondas de negociación, los partidos de la oposición han logrado un acuerdo para poner en marcha el proceso de renovación de la cúpula de Radiotelevisión Española. Esto implicará la convocatoria de un concurso público cuyo reglamento negociarán próximamente. Su previsión más optimista apunta a que el Consejo de Administración de RTVE podría ser renovado antes del inicio del verano.
El pacto permitirá a PSOE, Ciudadanos y Podemos arrebatar al PP el control de la televisión pública, el cual ha ejercido desde 2012 con una mayoría absoluta en su Consejo de Administración y con Leopoldo González Echenique, primero, y José Antonio Sánchez, segundo, como presidentes.
A falta de conocer todos los detalles del acuerdo, este periódico ha podido saber que la idea de sus promotores es convocar una mesa de negociación con los demás partidos en la que se aprueben el reglamento del concurso y los plazos del mismo. Es decir, finalmente no se optará por el método mixto que propuso el PSOE, que implicaba la elección del nuevo presidente por consenso parlamentario y, con posterioridad, la apertura de un período de transición de entre 3 y 6 años en los que se sentarían las bases del citado concurso.
La transición se sucederá en un momento complejo de la legislatura, con un Gobierno sobrepasado por Ciudadanos en las encuestas y con serias dificultades para alcanzar mayorías parlamentarias; y con unas fuerzas progresistas que han optado por movilizar a su electorado y lanzarlo a la calle para intentar escalar posiciones.
La influencia de los telediarios de RTVE en la sociedad española es la menor de su historia, entre otras cosas, por la mayor oferta que existe dentro y fuera de la TDT, por la pujanza de cadenas privadas como La Sexta y por el descrédito que tienen entre el electorado de izquierdas. No obstante, sus informativos pelean por el liderazgo y gozan de una cuota de pantalla que les convierte en un arma potente para neutralizar a los rivales políticos.
A sabiendas de este hecho, los tres principales partidos de la oposición han maniobrado durante el último año para intentar arrebatar al PP la televisión pública. Hasta ahora sin éxito, entre otras cosas, por los bandazos que ha dado el PSOE durante la negociación como consecuencia de sus cuitas internas. De hecho, fuentes conocedoras de las conversaciones entre los partidos llaman la atención sobre la división existente en el Grupo Parlamentario Socialista y en Ferraz sobre la forma en la que se debe gestionar RTVE. Para unos, con mano de hierro y, para otros, de una forma más laxa. “Eso ha provocado cambios de opinión inesperados que han dilatado el proceso”, señalan fuentes parlamentarias.
Ciertamente, los socialistas votaron el pasado septiembre a favor de la iniciativa de Ciudadanos y Podemos para elegir al próximo presidente de RTVE mediante un concurso público, al igual que se hizo en Telemadrid o en Canal Extremadura. Sin embargo, la reforma legal que pactó entonces la oposición contemplaba que si a los cuatro meses no se había puesto en marcha el concurso, el Consejo de Administración de la televisión pública se elegiría con una mayoría parlamentaria de 2/3.
Las conversaciones entre los partidos se iniciaron oficialmente en noviembre y, desde entonces, el PSOE ha rechazado la posibilidad de celebrar un concurso público con la excusa de que no había tiempo suficiente para ponerlo en marcha. Una postura “sorprendente” si se tiene en cuenta que apoyaron este método de elección en septiembre, reconoce la oposición.
A principios de mes, después de que fracasara el enésimo intento de negociación, el PSOE cambió su estrategia y accedió a pactar con Podemos la reforma de RTVE. Este lunes trasladaron a Ciudadanos su propuesta y los tres partidos han negociado durante las últimas horas sobre ese documento el citado pacto.
La idea es que el principal órgano de decisión de Radiotelevisión Española esté a partir de ahora a salvo de delfines de los partidos que no sean independientes. Todas las partes implicadas en la negociación reconocen que la tarea será imposible, pero ven esperanza en que con la marcha de José Antonio Sánchez la televisión pública emprenda un viaje hacia una posición más neutral.