Hacer televisión es caro. Tanto, que quien no tenga a su disposición varios cientos de millones de euros nunca podrá aspirar a competir con los dos grandes grupos privados de la TDT ni con Televisión Española. Sin ir más lejos, Mediaset -líder de audiencia- gastó el año pasado 750 millones para lograr un 30,2% de cuota de pantalla. Ninguno de los operadores que comenzaron a emitir a mediados de 2016 tiene la posibilidad de invertir ni siquiera el 10% de esa cantidad, lo que explica sus dificultades para rebasar la barrera del 1% de share y para conseguir anunciantes para sus cadenas.
Según los informes de Barlovento Comunicación, con datos de Kantar Media, Dkiss (Blas Herrero) obtuvo el pasado julio una cuota de pantalla del 0,9% (0,7 en julio de 2016), frente al 0,8% de GOL (0,3), el 0,4% de TEN (0,5) y el 0,4% de Real Madrid TV (0,2%). Entre todas estas cadenas, no alcanzaron la audiencia de La 2 (2,7%), ni siquiera de FDF, el principal canal minoritario de la TDT (3,4%).
Atreseries, la cadena que puso en marcha Atresmedia en 2015 con la licencia que consiguió en el concurso que se resolvió ese mismo año, cerró el mes pasado con el 1,4% de share, muy superior a la de cualquiera de los nuevos empresarios de la TDT. Todo, pese a emitirse en alta definición y, por lo tanto, llegar a un menor número de ciudadanos.
Entre todos los nuevos canales no alcanzaron la audiencia de La 2 (2,7%), ni siquiera de FDF, la principal cadena minoritaria de la TDT (3,4%).
Los nuevos empresarios de la TDT obtuvieron sus permisos de emisión a finales de 2015. Lo hicieron a través del citado concurso público, convocado por el Ejecutivo, cuya resolución fue polémica, dado que dos de las seis licencias fueron a parar a Atresmedia y Mediaset. Esto provocó que Prisa -uno de los perdedores- o la Asociación Española de Anunciantes impugnaran el procedimiento, al considerar que el resultado benefició a los dos grupos dominantes, que entonces ingresaban 8,6 de cada 10 euros que recibe el sector en concepto de publicidad.
En abril de 2015, el mes previo a que comenzaran a emitir estas cadenas, Mediaset consiguió una audiencia de 30,6 puntos, mientras que Atresmedia, de 27,5. El pasado julio, lograron un 30% y un 25,2% de share, respectivamente. Pese a que su audiencia ha disminuido en 2,9 puntos (en 2 puntos de julio entre julio de 2016 y julio de 2017), su negocio no se ha resentido un ápice, pues durante el primer semestre de 2017 el grupo audiovisual perteneciente a Planeta ganó 84,3 millones de euros (84,2 en 2016) y el capitaneado por Paolo Vasile, 125,7 (117,7 en 2016).
En un contexto en el que la inversión en medios ha caído el 1% y el 1,2% en televisión, los ingresos que obtuvo Mediaset a través de sus anunciantes se mantuvieron prácticamente igual que durante el pasado ejercicio (491,1 millones), mientras que los de Atresmedia se redujeron tan sólo en 4,4 millones (menos del 1%).
Polémico reparto de licencias
El duopolio se ha fortalecido durante los últimos años como consecuencia de determinadas decisiones gubernamentales -como suprimir la publicidad de RTVE–, de la ausencia de competidores dispuestos a invertir en la televisión en abierto y de la mengua que ha sufrido el mercado publicitario, motivada principalmente por la crisis económica. Eso ha provocado que los nuevos licenciatarios deban hacer frente a unas barreras de entrada gigantes y tengan que sudar la gota gorda para conseguir cada décima de audiencia.
Algunos de los pequeños operadores (Dkiss, 13TV, Real Madrid TV, Vocento y Unidad Editorial) fundaron hace unos meses una asociación con la que pretenden librar la batalla para minar el poder del duopolio. Por las buenas o por las malas. Su principal objetivo es que el porcentaje de la cuota publicitaria que se llevan Atresmedia y Mediaset (86,1%) esté en consonancia con su cuota de audiencia (55,2%), lo que permitiría al resto de las empresas incrementar sus ingresos y aspirar a ser rentables.
Grupos como Kiss Media o Secuoya han prometido incrementar el porcentaje de programas de producción propia en su parrilla a medio plazo, algo con lo que esperan atraer a un mayor número de televidentes. No obstante, la tarea no será sencilla, dado que es muy costosa y ni mucho menos garantiza el éxito.
De momento, han apostado por un modelo low cost en el que predominan los espacios enlatados de importación, lo que ni beneficia a la industria audiovisual española, ni ha conseguido enganchar a la audiencia. Quienes fracasen en su intento, podrán alquilar su licencia a un tercer operador en el momento en que se cumplan dos años desde que la recibieron.