Hay una hora bruja en la televisión española en la que todos los gatos son pardos. Comienza de madrugada, cuando la audiencia apenas si se reduce a unos cuantos miles de noctámbulos y dentro de la pantalla “afloran bichos de todo pelaje”, como decía el protagonista de ‘Taxi Driver’. Desde que se produjo el 'apagón analógico', esa franja de programación ha estado monopolizada por teletiendas, concursos presentados por jóvenes sobreexcitados, videntes con tendencia a la prepotencia, jugadores de póquer y anuncios de contactos. También por música; y no porque los espectadores insomnes tengan una especial predilección por este arte, sino porque estos programas escondían actividades muy lucrativas y (supuestamente) ilegales.
Uno de los géneros por el que los operadores mostraron una mayor predilección a esta hora del día, y que ahora está de capa caída, es el 'call TV'. Es decir, el que desafiaba a los espectadores a averiguar ‘de qué color es el caballo blanco de Santiago’ a cambio de un lucrativo premio. Siempre, llamada a un número de tarificación especial mediante.
Hubo un día, en 2009, en La Sexta, en el que un televidente acertó un reto que daba derecho a recibir una recompensa de 60.000 euros. La presentadora, lejos de demostrar alegría, se puso pálida. Y, tartamudeando, le pasó el ‘marrón’ “a producción”. Unos años antes, en 2005, los directivos de la cadena Telesierra fueron detenidos, acusados de estafar a los participantes de estos concursos telefónicos.
Sus responsables tejieron un entramado empresarial dedicado a la “falsificación, manipulación, producción y creación de obras musicales de baja calidad"
La trama de la Sociedad General de Autores Españoles (SGAE), conocida como La Rueda, es –presuntamente- bastante más sofisticada. Según dicta el auto del juez, sus responsables tejieron un entramado empresarial dedicado a la “falsificación, manipulación, producción y creación de obras musicales de baja calidad” a partir de temas que ya no generaban derechos de autor.
Estas canciones se modificaban ligeramente, se registraban a nombre de un nuevo autor y se emitían posteriormente en la madrugada de los principales canales de televisión, para lucro de todas las partes implicadas y perjuicio del resto de los socios de la SGAE.
Los supuestos cabecillas –Rafael Tena, Fernando Bermúdez y Manuel Carrasco- disponían de una gran “capacidad de influencia” en el seno de la SGAE, que no dudaron en utilizar para perpetuar este fraude de derechos de autor. En el auto judicial se cita a la responsable de contrataciones musicales de Atresmedia, Nuria Rodríguez, imputada por supuesta “organización criminal, corrupción en los negocios y estafa”, y a la que se atribuye la función de intentar incrementar la cantidad económica que recibían las cadenas por la emisión de estas canciones low cost.
Basta con observar la parrilla de programación de la TDT, cualquier día, para darse cuenta del -a priori- inexplicable peso que tiene la música durante la madrugada.
Más allá de este asunto, lo cierto es que hay determinadas actividades en la televisión que siempre han estado bajo la sombra del amaño. El portavoz de FACUA, Rubén Sánchez, reconoce en declaraciones a Vozpópuli que la organización a la que representa ha recibido decenas de denuncias a lo largo de su historia por parte de consumidores que se han sentido estafados por el funcionamiento de programas como los call TV. A su juicio, la Administración debería vigilar más de cerca los concursos y las encuestas televisivas cuyo resultado fluctúa dependiendo de las llamadas de los espectadores. Todo, para evitar posibles fraudes.
¿Se cumple la normativa?
Sobre los videntes, las rifas y los programas destinados al juego, la Ley General Audiovisual es muy clara: "los programas de juegos de azar y apuestas (salvo la Lotería estatal) sólo pueden emitirse entre la 1 y las 5 de la mañana"; y los espacios con contenidos relacionados con el esoterismo y las pseudociencias, entre las 22.00 y las 07.00 horas.
Los canales con licencia de emisión cumplen generalmente con estas normas. Cierto es que algunos casos se encuentran en el limbo, como el de Javier Cárdenas, que inició el pasado martes su programa en la televisión pública (a 40.000 euros la noche) con una conversación sobre la morfopsicología, es decir, una disciplina que defiende que la forma del cráneo de una persona determina su personalidad. Pero, por lo general, los grupos de la TDT se ajustan a lo que dicta la ley en este sentido.
En otras ocasiones, estas cadenas emiten de forma ilegal y no se ajustan a las normas establecidas. El asunto tiene su enjundia, puesto que en un país en el que la actividad en la televisión en abierto ha estado regulada por concesiones y licencias, existen varias empresas que operan sin un permiso de emisión y en cuya parrilla de programación se pueden observar desde videntes con varias horas diarias de actividad hasta contenidos sexuales.
El responsable de gestionar el espectro radioeléctrico es el Gobierno de España, aunque sólo podría clausurar estos canales ilegales en caso de que causaran interferencias a otros operadores de televisión, de radio o de telecomunicaciones. Sin embargo, el Tribunal Constitucional declaró en 2012 (TC 5/2012) que la competencia de sancionar a quienes emiten sin licencia audiovisual es de las comunidades autónomas. Y, por lo general, no han sido excesivamente activas en la persecución de 'los piratas de la TDT'.
Telepredicadores radicales
No hay más que sintonizar cualquier tarde alguno de los canales de la 'zona oscura' de la TDT para cerciorarse de que estas empresas incumplen la normativa, que establece tres franjas horarias "de protección reforzada", en las que no se pueden emitir contenidos perjudiciales para la infancia: entre las 8 y las 9 horas y entre las 17 y las 20 horas, en el caso de días laborables; y entre las 9 y las 12 horas los sábados y domingos.
Las principales empresas de televisión españolas rubricaron en 2004 un código de autorregulación que se concibió para proteger a los niños "de los contenidos perniciosos". Mediante este pacto, se comprometieron, por ejemplo, a "evitar la utilización instrumental de los conflictos personales y familiares como espectáculo" entre las 06.00 y las 22.00 horas. No hace falta realizar un exhaustivo trabajo de prospección para cerciorarse de que este punto no suele cumplirse. Porque no hay español que no conozca la vida y los milagros de Belén Esteban y compañía.
Esta misma semana ha estado en el ojo del huracán Abdul Azis al-Fawan, el conocido como 'jeque de la TDT', seguidor de la rama del islam radical que alimentan las teocracias de la península arábiga (wahabismo) y fundador del canal Córdoba Internacional TV. En esta ocasión, los focos le han apuntado por el estricto código de vestimenta que impone a los trabajadores de su canal, que prohíbe, por ejemplo, que las mujeres lleven escote. Anteriormente, fue señalado por proclamar la "inferioridad mental" de las esposas con respecto a sus maridos o por definir el tsunami del Pacífico de 2004 como un "castigo divino", en cuanto a que afectó a zonas donde se "fornicaba" en días sagrados.
El Consejo Audiovisual de Andalucía ha denunciado la proliferación de este tipo de 'cadenas piratas' dedicadas a la difusión de distintos credos, ante la absoluta falta de celo de las autoridades competentes. En un informe que trasladó al Parlamento andaluz, este órgano expresó su “incertidumbre sobre el uso que pudiera dársele a un bien público en la función de adoctrinamiento ideológico que inspira a las organizaciones confesionales”. Algo que resulta especialmente significativo en un momento en el que las autoridades policiales extreman la vigilancia sobre los individuos que pudieran radicalizarse y cometer atentados terroristas en nombra de Estado Islámico.
El director de Mi Tierra TV afirmó que pegaría "seis tiros en el cielo de la boca" a Rafael Sánchez Gordillo.
Otros canales 'ilegales' no son religiosos, pero igualmente incitan al odio, como el caso de Mi Tierra TV, que únicamente se puede ver en Tenerife y que está dirigido por un tal Pepe López. El mismo que afirmó que pegaría "seis tiros en el cielo de la boca" a Rafael Sánchez Gordillo; y el mismo que la emprendió contra las 'marchas de la dignidad' de la siguiente forma: "Solo pido verme un día en una situación de estas pero con una ametralladora", según recogió Vertele.
Un alto ejecutivo de un grupo de televisión reconocía recientemente, en una conversación con Vozpópuli, y con cierta razón, que resulta absurdo que mientras un niño puede ver en internet cientos de miles de vídeos pornográficos, la legislación audiovisual sea tan restrictiva en España. Ciertamente, resulta todavía más chocante que mientras unos operadores están sometidos a estas normas, otros tengan tanta manga ancha para hablar en sus canales 'ilegales' de "videncia extrema", religión o sexo. El caso es que las normas están para cumplirlas y en muchas ocasiones ni las televisiones han extremado el celo ni las autoridades han actuado como deberían.
Más allá de todo esto, lo que se ha demostrado con la trama de la SGAE es que en determinadas empresas hace falta una mayor fiscalización sobre sus contenidos, tanto los que se producen dentro como fuera de sus estudios.
Eso, siendo 'bien pensado'.