Cuando sonó el teléfono, me temí lo peor. Era ella otra vez. Mi amiga enfurecida, que hace mucho más zapping que yo y siempre aprovecha cualquier resquicio para comentarme cómo ve los acontecimientos televisivos. Tiene una opinión formada y caudalosa sobre cualquier cosa que se emite.
-Lo viste ayer, ¿no?, otra vez a las nueve en punto, justo al inicio del Telediario, para que lo viera todo el mundo. Es indignante, es que siempre hace igual -afirmó atropelladamente.
-¿Pero de qué me hablas?
Un suspiro de incredulidad al otro lado de la línea.
-¿De qué va a ser? De Pedro Sánchez compareciendo en Moncloa este miércoles justo a la hora del prime time. Así se aseguraba de que lo ve todo bicho viviente. Esta vez con lo de Cataluña.
-Por salud mental, no veo los telediarios de Televisión Española -contesté para hacerme el gracioso ante tanto drama.
-Ese es otro tema, porque ya se que prefieres los mil y un sucesos por minuto del informativo de Antena 3. Pero eso no importa ahora, también otros telediarios conectaron con el discurso de Sánchez. Y así tuvo lo que buscaba, el enorme altavoz.
-¿Y qué ha dijo exactamente ese hombre tan coherente y de firmes convicciones? No pude verlo.
-¡Nada nuevo! Eso es lo peor, toda España a la espera de si aplicaba el 155, la ley de seguridad ciudadana o alguna medida extraordinaria para resolver este embrollo. Pero nada de nada. Es que no lo puedo entender. ¿Sabes qué dijo?
-Sorpréndeme.
-Soltó, ni corto ni perezoso, que "la moderación es una forma de fortaleza" -añadió esta vez con otra voz que pretendía imitar al presidente del Gobierno.
-Vaya, esta vez se superó. Pero eso sí es algo nuevo, ¿no decías que había repetido lo de siempre?
-Déjate de hostias, Alberto, ¿no ves que este tío siempre está en campaña electoral? ¿No ves cómo utiliza el prime time, sobre todo en su servil Televisión Española, en busca de votos? ¿No recuerdas que ya hizo lo propio el día que se cerró la ronda de consultas con el Rey? ¿Y tampoco de acuerdas de la entrevista aquella con García Ferreras en plena noche?
-Pero vamos a ver, amiga, ¿de qué te sorprendes entonces? Sánchez es un hombre hecho para el marketing, defiende lo que defiende como podría defender otros postulados, pero la televisión se le da de cine. Lo mejor es cuando cierra la boca y se calla, prieto el mentón y la mirada firme, como desafiante, queriendo hacer ver que sus palabras lapidarias acaban de cambiar el mundo.
-Claro, claro, la cara esa que pone de interesante, es que no puedo, no puedo con él y con su gusto por salir ante las cámaras.
-Por cierto, ahora que lo dices, ¿te has enterado tú de que finalmente habrá solo un debate electoral el 4 de noviembre con cinco candidatos?
-¿Cómo no me voy a enterar? Es que me pongo mala. Solo un debate. A este tío le encanta el prime time pero no para debatir. Él contra Iglesias y "las tres derechas" -otra vez esa voz extraña-. ¿Por qué no acude también Errejón a debatir? ¿Para que la izquierda no aparezca tan dividida? ¿Te acuerdas de la que intentó liar Rosa María Mateo en la anterior campaña electoral? ¿Por qué no va a haber ningún cara a cara?
-Bueno, son muchas preguntas, de todo eso hablamos otro día, que voy a ver donde puede seguirse otra noche de odio y llamas en Barcelona. Hasta mañana.
Colgué antes de que respondiera. Y me topé con que habían agredido a un par de cámaras de Telemadrid en las calles de Barcelona. De eso también hablaremos otro día.