La puesta a la venta de la Santillana simboliza la decadencia de Prisa, un gigante mediático afectado por una grave crisis financiera que en los últimos años ha tenido que deshacerse de una buena parte de sus activos para poder cumplir con las exigencias de su calendario de pagos. Jesús de Polanco edificó la compañía sobre esta editorial y, aún hoy, su peso específico dentro del negocio es enorme. De hecho, si Prisa decidiera transferir la titularidad de todas las acciones de su división de educación, perdería el 46% de sus ingresos totales y el 63% de su facturación en el exterior.
A cierre del anterior ejercicio, los ingresos de explotación del holding presidido por Juan Luis Cebrián ascendieron a 1.397,6 millones de euros, de los que 642,8 los aportó Santillana, líder en Argentina, Brasil, Chile, Colombia y España.
La compañía facturó en el exterior durante el ejercicio anterior 800,1 millones, de los que 503,2 procedieron de su negocio de educación. Con su venta, Prisa perdería más de la mitad de su presencia en el exterior.
Desde que sus dirigentes firmaron con la banca la refinanciación de su deuda, el valor de Prisa ha descendido al ritmo que su estructura se ha ido desmigajando. El 31 de diciembre de 2012, su activo estaba valorado en 5.882 millones de euros. Tres años después, se había reducido hasta los 2.502 millones. Y lo volverá hacer en los próximos meses si desinvierte en Santillana.
La promesa de Cebrián
Cuando Juan Luis Cebrián presentó ante sus accionistas las nuevas condiciones de pago a la banca, en la primavera de 2013, trasladó a sus socios que esta operación de rescate no llevaba aparejada la la venta sus activos “relevantes”. Tres años después, Prisa se ha deshecho de Digital Plus, de su participación en Mediaset y de Ediciones Generales. Hace unas semanas, contrató a Goldman Sachs para intentar ‘colocar’ al menos una parte de su negocio de la educación.
Según publicó el pasado lunes el semanario portugués Expresso, esta operación se desarrollará en paralelo al proceso de venta de Media Capital, una división audiovisual con una importante presencia en el país vecino que, durante los tres primeros trimestres del año, consiguió unos ingresos de 39 millones de euros y un beneficio neto de 1,4 millones.
La deuda de prisa ascendía el pasado 30 de septiembre a 1.587 millones de euros.
El montante que obtendrá si se completan estas transacciones será clave para afrontar sus próximos compromisos financieros, que le obligarán a abonar 965 millones de euros a sus acreedores antes del 31 de diciembre de 2018. El pasado 30 de septiembre, su deuda era de 1.587 millones de euros, según informó a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
Los restos de Prisa
En el caso de que se completaran las ventas de Santillana y Media Capital, la compañía quedaría conformada, principalmente, por su división de noticias (El País, As, Cinco Días, Huffington Post y Meristation), por la de radio (SER, Los 40, ADN Radio, Kebuena, W Radio, Caracol Radio, Cadena Dial y M80, entre otras) y por la encargada de la comercialización de la publicidad del grupo (Brand Solutions).
La culminación de estas dos operaciones resolvería a medio plazo el problema de deuda de Prisa (no del todo), pero nublaría aún más el horizonte de un grupo que aún cuenta con una importante influencia en el panorama mediático español, pero que, a fin de cuentas, se encuentra a merced de las turbulencias financieras y del criterio de sus accionistas institucionales (Santander, HSBC, Caixabank y Telefónica) y de los fondos buitre (Amber Capital, principalmente). Entre todos aglutinan casi el 65% de las participaciones, frente al 17,5% que posee la familia Polanco. Vivir para ver.