Mémesis

Por qué no sería buena idea matar a Hitler si pudiéramos viajar en el tiempo

  •  El pasado 23 de octubre el New York Times planteaba una curiosa pregunta a sus lectores que no tardó en viralizarse en redes sociales. ¿Si pudieras viajar en el tiempo y matar al Hitler bebé, lo harías?
  • El mismísimo Jeb Bush, precandidato republicano a la presidencia, recogió el testigo de la pregunta y no vaciló a la hora de contestar: “¡Claro que sí, lo haría! Incluso si el futuro jefe del Tercer Reich fuera un bebé precioso.

  • ¿Matar a Hitler?

La cuestión ucrónica, más allá de la encuesta trivial y de los sorprendentes resultados, plantea unos cuantos dilemas éticos propios del manido lenguaje fantástico y cinematográfico que suscita el imposible [por hoy] viaje en el tiempo. ¿Qué consecuencias tendría para la historia ya escrita una acción de ese calibre?

La famosa Ley de Godwin debería tener un segundo corolario para esta ucronía tan sobada en el frikismo de suposiciones y palomitas. No importa que Stalin pueda ser el responsable de más muertes o que llevar penicilina o una vacuna contra la gripe española como equipaje en nuestra máquina del tiempo sea una idea más cabal para ahorrar más vidas que las gaseadas luego durante el holocausto. Lo que realmente desea el cuñadismo, por lo fácil y a quién se le plantea la imposible cuestión temporal es acabar con el líder del partido Nazi. Icono moderno de la maldad. Cuanto más popular sea el villano ejecutado más héroe serás. Es una cuestión egoísta. No somos capaces de matar una cucaracha con el pie pero en nuestro papel de mercenarios del tiempo Hitler ocuparía la primera plaza.

[Quizás Hitler se convirtió en alguien tan odioso y paranoico gracias a todos esos viajeros del tiempo que intentaron matarle cuando era niño]

 

La culpa de esta banalización de responsabilidades es la trivialización (y desconocimiento) de la historia. En este juego de héroes y villanos no importan las cifras, ni los acontecimientos, ni los hechos que llevaron a cada genocida a levantar su inmenso patíbulo; lo que al final queda es la manera en que cada bando manipula y utiliza la historia en su beneficio. Sean vencedores o vencidos.

Hitler es más famoso que John Lennon y por ende que Jesucristo. Su puesto en el olimpo genocida lo gana por la marca, no por las cifras. La historia le ha colocado al lado del diablo cristiano, el Iama o guardián del inframundo budista o el Dybbuk judío, con la diferencia que un cristiano, un budista y un judío conocen cada uno solo a sus demonios pero todos saben quién era el histriónico Führer.

 

Hitler sigue siendo hoy un antiejemplo. Los que le sobrevivieron son más poderosos social y culturalmente que los que escaparon de Pol Pot o Stalin. Y esto no es malo, simplemente alimenta una maquinaria del miedo mayor de la misma manera que el antígeno alimenta la vacuna. El mal debilitado nos protege de futuras enfermedades. Por ello el primer motivo por el que no sería conveniente viajar en el tiempo para eliminarlo es que este modelo de respeto basado en los errores de nuestra historia desaparecería. Si no existiera este supermaligno habría que crearlo. Como dijo Jorge Santayana "Aquellos que no recuerdan el pasado, están condenados a repetirlo.". Ya que el mal está hecho aprovechemos la lección que nos propone la historia para darle la vuelta... ¿Verdad Israel?

Dentro de esta trivialización del pasado el reduccionismo es el otro motivo evidente para planearse cancelar el magnicidio. Es simplista considerar a Hitler el único responsable del holocausto y de la Segunda Guerra Mundial. Es imposible separar la segunda de la primera Gran Guerra. Simplemente Hitler fue un personaje capaz de sacar rédito político y personal de la crisis económica, de las infinitas tensiones que recorrían la Europa de la postguerra y de los 30 y del deseo colectivo de cambio de una alemania consumida por el paro, la hiperinflación y la pobreza. La supuesta superioridad aria era más que la idea de un hombre, el ideal de un pueblo entero.

[Jeb, si pudieses viajar en el tiempo ¿podrías matar a Prescott Bush (su abuelo) quién ayudó a implantar el Tercer Reich?]

[¿Volverías al pasado para matar a los periodistas niños que preguntarán a los candidatos presidenciales si matarían a Hitler?]

 

Eliminar al belcebú Nazi probablemente no hubiera cambiado nada. Otro u otros aspirantes del partido hubieran consumado su legado. Salvando las enormes distancias, no necesitamos de ciencia ficción para encontrar regímenes populistas (no basados en la violencia) que sobreviven a sus tumores; léase Chávez, Maduro y su revolución Bolivariana.

Otra de las razones por la que no sería buena idea acabar con el Chaplin malo es que la cuestión es formalmente psicológica y es siempre mal planteada. Al ponernos delante el dilema no pensamos tanto en las consecuencias como en nosotros mismos; luego no hay objetividad en el criterio de la pregunta utópica. Basta con cambiar sutilmente la cuestión para que el resultado sea diametralmente opuesto e independiente del verdadero objetivo. Por aquí no seríamos capaces de matar al Hitler niño pero no vacilamos con el adulto opresor ¿Acaso no es la educación la que moldeó al monstruo?  Si aquella bomba del 20 de Julio de 1944 hubiese matado a Hitler solo nos habría librado de un año de guerra y la historia hubiese sido prácticamente la misma. Al plantear el magnicidio hay que ir mucho más atrás.

Las encuestas se dan la vuelta cambiando sutilmente la pregunta 

 

Como diría Emmett Lathrop Brown, Doc, en la trilogía de ‘Regreso al Futuro’ lo peor sería enfrentarse a la pereza de una paradoja espacio temporal por crear otros universos paralelos. El efecto mariposa de acabar con Hitler es absolutamente imprevisible e irresponsable tanto en lo negativo como en lo positivo. ¿Se habrían separado las dos alemanias? ¿Habría nacido el Estado de Israel? ¿Sería EEUU una superpotencia gracias a su papel en la Segunda Guerra Mundial? ¿La tecnología alemana cimentada en la industria militar de entonces habría alcanzado la cuota actual (Volkswagen aparte)?

Muchos de los científicos nucleares de la época eran judíos afincados en Alemania que acabaron emigrando a Estados Unidos facilitando su desarrollo científico y su programa espacial y nuclear. Probablemente la historia de Hiroshima, Nagasaki o la misma NASA se hubiera escrito de otra forma, pero se hubiera escrito. Ahí tenemos la última clave. Las especulaciones en el orden o lugar tanto de los grandes avances como de las ‘cagadas’ de la especie humana serían infinitas. Eliminando una sola persona logras desordenar la vida de otras, como la de los científicos judíos,  pero probablemente el tiempo necesario para alcanzar sus hallazgos hubiese sido prácticamente el mismo sin el villano nazi.

 

Lecturas recomendadas:

  • Stephen Fry. “Haciendo Historia” Novela que propone la creación de una alternativa de línea de tiempo histórico donde Adolf Hitler nunca existió.
  • Philip K. Dick. “El hombre en el castillo” (The Man in the High Castle). Otra ucronía que propone un mundo consecuencia de un final distinto en la Segunda Guerra Mundial

    

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación Vozpópuli