Las cosas no pintan bien para el actor Alec Baldwin. Al menos, en el terreno personal, porque profesionalmente se encuentra en un momento estupendo. Baldwin, que acaba de pasar por España para rodar sus escenas de la quinta entrega de la saga Torrente, lleva a sus espaldas una trayectoria impecable. Nominado al Oscar en 2005 por la película The Cooler, tiene en su haber tres Globos de Oro, dos Emmy, siete premios del Sindicato de Actores y centenares de nominaciones. Baldwin ha triunfado en el cine -actualmente tiene cuatro proyectos en post producción-, en la televisión -su papel en la serie Rockefeller Plaza le reportó varios premios y siete años en antena- y en teatro -ganó un Tony por su papel en Un tranvía llamado deseo-, pero, ¿quién le iba a decir a una estrella de su estatus que acabaría siendo uno de los personajes más odiados del momento?
“La ciudad de Nueva York es un carnaval de la estupidez mal manejada”, ha declarado.
Lejos quedan aquellas imágenes en que Baldwin paseaba relajado con su flamante esposa, Kim Basinger, y su hija Ireland. Ahora, en la vida del actor hay de todo menos relax. Su último altercado ocurrió en las calles de Nueva York, cuando el actor circulaba en bicicleta por la Quinta Avenida en dirección contraria. Los agentes le pidieron que se bajara del vehículo y que se identificara, a lo que el actor respondió increpándoles e insultándoles. Evidentemente, los policías terminaron esposándole y llevándoselo a la comisaría más cercana, de la que salió en cuanto pudieron verificar su identidad, llevándose de regalo dos multas, una por circular en sentido contrario y otra por desorden público. El actor, lejos de arrepentirse, se explayó en su Twitter: “La ciudad de Nueva York es un carnaval de la estupidez mal manejada, desesperada por impuestos y ansiosa por penalizar comportamientos que alguna vez se consideraron positivos”. Todo un ejemplo de civismo.
Contra todo tipo de paparazzi
Pero este tan solo ha sido el último de muchos altercados en que se ha visto envuelto el actor. Durante los últimos años hemos visto a Baldwin enfrentarse a todo tipo de paparazzi y con todo tipo de ataques, desde insultos hasta agresiones para quitarles las cámaras. Le hemos visto desobedeciendo las órdenes de las azafatas y toqueteando su teléfono móvil en pleno vuelo, haciendo caso omiso a las advertencias de la tripulación y molestando al resto del pasaje -y en lugar de entonar un arrepentido mea culpa, el actor prefirió decir que nunca más iba a volar con American Airlines porque allí es donde “encuentran empleo la profesoras de gimnasio católicas de los años 50”-. Y por si le quedaba algo, también hemos podido verle lanzándoles acusaciones racistas y homófobas a los fotógrafos que tratan de seguirle en su día a día -en una de esas ocasiones, Baldwin amenazó a una reportera con estrangularla hasta la muerte y a un fotógrafo de raza negra lo acusó de narcotraficante y le llamó “nigger”, una forma despectiva de referirse a los afroamericanos-.
Le dejó un mensaje a su hija de 11 años calificándola de “pequeña cerda odiosa y descerebrada”.
Y no solo los fotógrafos y periodistas sin víctimas de sus ataques de ira. En una de sus peores meteduras de pata, Baldwin, que mantiene una tensa relación con su ex mujer, Kim Basinger, llamó a su hija Ireland por teléfono en varias ocasiones y al no obtener respuesta por parte de la joven, le dejó un mensaje de voz en que calificaba a la niña de 11 años de “pequeña cerda odiosa y descerebrada”, mejorándolo después: “No tienes el cerebro o la decencia como ser humano. No me importa si tienes 12 u 11 años, que seas una niña o que tu madre sea un dolor en el culo”. El actor y sus representantes, en lugar de tratar de minimizar la polémica, decidieron centrar su atención en insinuar que había sido la propia madre de la niña la que había filtrado la grabación a la opinión pública para dañar su imagen de cara al juicio.
“Estados Unidos está jodido”
Todo esto contrasta con el momento profesional y familiar que vive el actor actualmente. Baldwin conoció a Hilaria Thomas, una profesora de yoga de origen español, en un restaurante en 2011 y empezaron una relación. La pareja se casó en junio de 2012 y un año después tuvieron a su primera hija, Carmen. Pero este hecho no hizo más que acrecentar el rencor del actor hacia la prensa, que no dudó en agredir a varios fotógrafos para que no tomaran fotografías de su mujer embarazada. Y es que ahí está todo el problema de Baldwin. En una carta abierta que mandó al New York Magazine -de más de 50 párrafos-, el actor culpó de todos sus problemas a los paparazzi. “Estados Unidos está jodido si consiente la presión pública a la que somete a sus artistas”, argumentó el actor, que anunció que iba a dejar Nueva York porque no podía aguantar más el acoso de la prensa -a diferencia de Los Ángeles, donde “uno vive tras una puerta, se mueve en coche sin que le molesten y la interacción con el público es mínima”-. Pero tampoco cumplió su palabra y ahí sigue.
¿Quiere el actor quedarse tan solo con las partes buenas de la fama y desprenderse de las molestias?
¿Qué le pasa a Alec Baldwin? ¿Tras casi una vida dedicada a ser el centro de atención, ya no puede soportar más la luz de los focos? ¿Quiere el actor quedarse tan solo con las partes buenas de la fama y desprenderse de las molestias? ¿Qué pensará el público de los comportamientos de su ídolo? ¿Y su mujer? ¿Y los habitantes de Nueva York? Tal vez unas clases de yoga y relajación no le vendrían mal, y teniendo a la profesora en casa, lo tiene fácil.