“¡Sorprendente! ¡Qué dolor!”. Así expresaba Carlos Lozano la sensación que le recorrió cuando se cruzó con su compañero de reality Julián Contreras Jr. Tan sencillo y tan complejo a la vez. El presentador fue a ducharse a la vez que el hijo de Carmina Ordóñez y contempló con sus propios ojos la generosa anatomía del joven. “¡Un susto! ¡Y en reposo! ¡Y con agua fría!”. Lozano, alucinado con lo que acababa de ver, corrió a contárselo a todos los habitantes de la casa. Y es que no hay nadie más obsesionado con el tamaño que los propios hombres.
Con este sencillo gesto, el hijo de Carmina Ordónez ha pasado ya a ese Olimpo reservado a los bien dotados. Poco importa que sea el ser más aburrido del planeta, que crear ser muy inteligente cuando en realidad no lo es tanto o que tenga tan mala pata que acabe accidentado la primera semana de concurso. Ahora sabemos que puede presumir de cintura hacia abajo y eso es todo lo que nos importa. Así de simple y sí, también así de triste. ¿En algún momento evolucionaremos y entenderemos que el tamaño no lo es todo? Puede, pero todavía nos queda mucho.
No es Julián Contreras el único, claro, que se ha visto envuelto en una situación de estas características. Ya sea por referencias ajenas o por declaraciones propias, otros famosos también han dejado claro que lo suyo no es poca cosa. ¿Les pica la curiosidad? Ay, si, al final, todos acabamos cayendo en lo mismo...
Pelayo Díaz
Para que lo digan otros, mejor hacerlo uno mismo. El estilista de Cámbiame ha acudido a un programa de radio y ha contado que tiene serios problemas para encontrar bañadores y calzoncillos capaces de contener toda su virilidad. Al parecer, Pelayo necesita una talla especial y ésta no se fabrica. ¿No ve una oportunidad estupenda para iniciar un negocio? Ahora solo falta que alguien nos lo confirme. O unas oportunas imágenes. Nos vale cualquier opción.
Alessandro Lequio
Siempre habíamos sospechado que el conde Lequio escondía algo más debajo de ese porte italiano. El ahora colaborador se desnudó en un barco y, efectivamente, comprobamos que no íbamos mal encaminados. De acuerdo, en las fotografías se aprecia un estado nada acorde con alguien que se está dando chapuzones en aguas frías, pero una cosa no quita la otra. El tamaño existe.
Gerard Piqué
Todavía hay quién piensa que el 'piquetón' de Gerard Piqué no es más que una arruga del pantalón muy bien puesta. ¿Ven? No hay nada como autoconvencerse de cosas. Por mucho que no podamos poner la mano en el fuego, debemos reconocer que el futbolista apunta maneras. ¿No le molestará mucho para correr detrás de la pelota? Debería pasarle su marca de calzoncillos a Pelayo, que parece que la necesita.
Daniel Craig
Fue Judi Dench la que hizo saltar la liebre después de encontrarse con un Daniel Craig sin demasiada ropa encima durante el rodaje de Casino Royal. Gracias a la veterana actriz sabemos que lo que guardaba el actor en el bolsillo no era una pistola precisamente. ¿Es necesario que todo les toque a los mismos? Guapos, deseados, talentosos, ricos y, encima, bien dotados.
Mark Wahlberg
Cuenta la leyenda que Mark Wahlberg se quedó con el papel en Boogie Nights por el tamaño de su miembro viril. Una bobada como otra cualquiera, ya que en la película se utilizó una prótesis, pero funcionó. Ahora todos pensamos que el actor está muy bien dotado y nadie nos puede sacar del error. ¡Si es que Hollywood es brillante incluso para esto!
Jared Leto
Circula por internet una fotografía de Terry Richardson que podría pertenecer a Jared Leto. De ser así, confirmaría las palabras de más de una compañera de intimidad del actor, que asegura que lo de Leto no es de este mundo. No estamos nosotros aquí para desmentir nada ni aún queriéndolo. Como ocurre en Expediente X, queremos creer.
Michael Fassbender
Cualquier que haya invertido unas horas de su vida en ver la película Shame no tendrá ninguna duda acerca de Michael Fassbender. El actor es el mejor dotado del momento. Y no, no sólo hablamos de talento interpretativo. Seguro que a Fassbender le haría mucha ilusión que le dieran un Oscar, pero no se da cuenta de que, el premio real, él ya lo ha ganado. Madre mía, ¡cuánta envidia!