En todos descansa en nuestras retinas la actuación a trío de Madonna junto a Britney Spears y Christina Aguilera. La reina del pop acogía a las dos princesas -y enemigas- en su seno y aprovechaba su presencia en el escenario para darse un beso con cada una. Inmediatamente la imagen pasó a formar parte de la historia de la música -y de la superstición, ya que Madonna consiguió, una vez más, mandar a los infiernos a ambas aspirantes a divas-. Los coqueteos con la bisexualidad siempre funcionan. Es el morbo de ver a dos estrellas juntas, la recreación de ese sueño tan extendido entre los hombres heterosexuales de contemplar a dos mujeres manteniendo relaciones entre ellas, vamos, lo que viene siendo un clásico en el cine porno. Y si sirve en el porno, tiene que hacerlo en la vida real.
Hace pocos días, la cantante Ariana Grande compartía con sus seguidores un vídeo en el que podía verse cómo se daba un beso con un amiga. Todo perfectamente estudiado, con cuenta atrás incluida y reacción explosiva -la amiga sale huyendo y Grande se queda muerta de la risa-.
my favorite video of all time @lizgillz. (p.s. this was totally posted by accident)Un vídeo publicado por Ariana Grande (@arianagrande) el5 de Oct de 2015 a la(s) 10:28 PDT
Rápidamente, la cantante alegó que se trataba de un error, de unas imágenes que no estaban destinadas a ver la luz, pero la polémica ya estaba servida. Las redes sociales, ese moderno patio de vecinas, comenzaba a especular sobre la orientación sexual de la cantante cuando, lo que vemos en el vídeo, no es más que una chorrada. Una provocación diseñada para generar algo de ruido, tal vez aprovechando el estreno hace poco de Scream Queens, la serie en la que participa. La bisexualidad vende. Grande lo sabe, igual que Rihanna, igual que Miley Cyrus. Otra cosa es que esa supuesta bisexualidad sea real.
La revolución sexual es la mejor forma de conseguir situarse en el Olimpo de las estrellas del pop. Es el método perfecto para dejar atrás la imagen blanca e impoluta de cantante infantil y adentrarse en la madurez sexual por la puerta grande. Pero, ¿qué pasa con los bisexuales de verdad? ¿Qué papel juega en su visibilidad este tratamiento tan frívolo de las estrellas del pop? Ariana Grande no es bisexual. Tan solo hay que ver el vídeo para darse cuenta que podría haber besado a su microondas y el resultado sería el mismo. Simplemente es un juego, una diversión ideada para conseguir el revuelo de sus fans -muy poco tolerantes, por otra parte-. ¿Es esa la imagen que tienen de la bisexualidad? ¿Algo que no es más que un juego?
El show business, y por ende, la sociedad, tienen muy claro los límites aceptables para la bisexualidad. Debe ser una historia entre mujeres, atractivas y exitosas, y que antes o después hayan mantenido relaciones con hombres. Todo lo que salga de ese círculo mejor se queda en un discreto anonimato. Piensen, si no, cuántos famosos hombres conocen que se declaren bisexuales o cuántas mujeres bisexuales son calificadas como lesbianas pese a salir del armario de la bisexualidad. Seguimos considerando que la bisexualidad es una fase, una experimentación juvenil que termina decantándose por un lado o por otro. Cara Delevingne puede ser bisexual. Cynthia Nixon, la Miranda de Sexo en Nueva York, no.
¿No va siendo hora de que asumamos que ya hemos llegado a 2015? No podemos continuar con los mismos patrones y las mismas ideas preconcebidas del pasado. Nos creemos modernos por comprar un iWatch pero seguimos pensando que todo es blanco o negro. Es hora de comenzar a evolucionar. Y de leerle la cartilla a Ariana Grande. Y a sus seguidores. No todo vale. Seamos más consecuentes. Nos irá mejor.