“Los 'leones' caemos bien. No sabemos por qué, pero simpatizamos con la gente y recibimos mucho cariño”, declara María León, la benjamina del clan más popular del cine español actual. Desde que su hermano, Paco León, decidiera escribir un guión basado en el personaje de su madre, Carmina Barrios, la vida de María ha cambiado radicalmente.
Ahora ha entrado a formar parte, muy a su pesar, del club de chicas de moda. “Hay que aprovechar porque en este mundo también hay modas. Sobre todo en lo relacionado con la fama, que hay momentos en los que se te ve y se te escucha, pero también hay otros en los que no se te ve ni el pelo. Así que ahora, por suerte, parece que estamos de moda y hay que intentar aprovecharla para que se sepa quién es María León y para que no le falte el trabajo”, declara la actriz.
Pero la fama de María León viene de mucho antes. Su llegada a la televisión vino marcada por el parentesco con su hermano. Los espectadores querían ver como se desenvolvía la hermana de Paco León, si iba a ser tan graciosa como él o si, por el contrario, se trataría de otro caso truncado como el de Mónica Cruz o Sara Vega. “Empezar a trabajar teniendo un hermano que se ha abierto camino solo y que lleva tanto tiempo trabajando puede favorecer y que se te abran puertas o justo lo contrario, que te las cierren precisamente por eso. Yo, la verdad, que no he sentido ni una cosa ni la otra”, ha comentado la actriz. “Yo he tenido que pasar muchas pruebas”.
El primer proyecto de la actriz fue la serie SMS, sin miedo a soñar, un ficción que pretendía recuperar el espíritu de las series de adolescentes como Al salir de clase. Allí, León coincidió con toda una nueva cantera de actores y actrices como Amaia Salamanca, Yon González, María Castro o Mario Casas, que se convirtieron rápidamente en estrellas juveniles.
De papeles secundarios al Goya
El camino de la pequeña de los León, sin embargo, fue más lento. Tras SMS llegaron pequeñas participaciones en series como Hospital central, La tira, Matena: estados alterados o Aída -dónde interpretó durante tres capítulos a la nueva compañera de trabajo de Luisma con la que podía haber empezado una relación-. Mientras tanto, también debutó en el cine, con un papel secundario en Fuga de cerebros.
Pero su gran oportunidad llegó sin que ella se lo esperara. La actriz se presentó al casting para una película que iba a dirigir Benito Zambrano, basada en la novela La voz dormida de Dulce Chacón, y se quedó con el papel protagonista. “Es muy difícil saber qué ve un director en ti para proponerte un proyecto. Que le guste tu color de pelo, tu forma de moverte... En el caso de Benito Zambrano, creo que lo que vio fueron muchas ganas de trabajar, porque me tuvo dos meses de casting durante ocho horas al día vestida como Pepita”. Pero el esfuerzo valió la pena y la actriz se llevó la Concha de Plata del festival de San Sebastián y el Goya a la mejor actriz.
Con los premios bajo el brazo, los proyectos empezaron a llamar a la puerta de María León, pero ella tuvo claro por donde decantarse. Un día, su hermano le enseñó un guión que había escrito basándose en el personaje de su madre y a la actriz le encantó. En un primer momento no pensaron en su propia madre para protagonizar la película, pero en cuanto empezaron a darle forma al proyecto, se dieron cuenta que era la única que iba a poder interpretarse a sí misma. Y así lo hicieron. La familia entera se involucró en el rodaje de Carmina o revienta y la película terminó convirtiéndose en un fenómeno social, gracias, principalmente, al carácter de Carmina. “De mi madre he aprendido que después de tres años de escuela, seis de patear Madrid, quedándome en paro, me pongo delante de ella a hacer una película y me come con papas. Tuve que aprender de ella. Siempre me enseñó en la vida, pero ha acabado haciéndolo hasta en mi profesión”, declaró la actriz tras el estreno de la película.
Gracias a la popularidad de Carmina o revienta, la actriz se incorporó a Con el culo al aire, la exitosa serie de Antena 3, en la que León puede desplegar toda su faceta de payasa. Ya que por mucho que se empeñen los estilistas, debajo de la belleza natural de María León, hay una joven todavía muy asilvestrada -que cada día se parece más a su propia madre-.
“Recogí la Concha de Plata sin bragas. Como llevaba un Dior y unos Jimmy Choo que no podían ser más maravillosos, necesitaba algo que me acercara a la tierra, porque iba a levitar, y en el último minuto me las quité y se las di a mi acompañante. Fue mi manera de estar conectada con lo mío, de saber de dónde vengo. Lo hice de corazón” comentó la actriz, que ha declarado que ojalá tenga que quitarse más veces las bragas, ya que significará que le han dado más premios. Y viendo el ritmo que lleva con Carmina y amén, no creemos que vaya a necesitar mucha ropa interior.