Batallas legales y enfrentamientos familiares en los que casi nunca vence el amor. La codicia de los hijos suele triunfar ante el deseo de ver cómo sus progenitores viven felices los últimos años de su vida. Hijos que son capaces de demostrar a cualquier precio que sus padres no están en su sano juicio, solo por miedo a perder patrimonios millonarios que ellos no han generado.
Gina Lollobrigida
Nada más que 36 millones de euros, que incluyen propiedades en Italia y Montecarlo, tienen la culpa de que el hijo de Gina Lollobrigida, Milko Skofic Junior, pidiese hace unos meses la incapacidad de su madre. Tras entregar ésta casi 3,5 millones de euros, que procedían de la subasta de algunas de sus joyas, a la Fundación Stamina, el hijo de Gina, según él, motivado por intentar protegerla de las malas influencias de sus asesores, decide solicitar a la justicia italiana que se nombre un administrador neutral para gestionar el patrimonio de su madre: “Me temo que ya no está capacitada para hacerlo todo sola”.
No solo un juez de Roma le ha dado la razón, hace unos días, a la que fuera símbolo sexual, hoy con 87 años, sino que la ha declarado como una persona “autónoma, cuerda y lúcida”. Nadie duda de que una persona con la edad de Gina pueda valerse por sí misma. De lo que no parece haber dado signos la actriz es de mucha sensatez durante los últimos años. Así lo evidencia su matrimonio por poderes en 2010 con el catalán Javier Rigau, fruto también -seguramente- de unos de esos momentos de lucidez que tiene la exdiva del cine. Actualmente, Gina Lollobrigida dice que Rigau -quien sigue siendo su marido hasta que un juez no diga lo contrario- la engañó; incluso dice que éste utilizó a una mujer disfrazada con una peluca para hacerse pasar por ella.
De momento, el hijo de Gina puede ir pensando en otra estrategia si no quiere quedarse sin fortuna, porque quien dirige desde hace dos años la vida de Gina parece ser su joven asistente Andrea Piazzola, que parece estar jugando muy bien sus cartas. Curiosamente el nombre de Piazzola figura en el Patronato de la Fundación Stamina, hasta ahora destino de parte de la fortuna de la actriz. Una fundación, por otro lado, con fines sospechosos, ya que intentan curar enfermedades terminales con implantes de células madres, algo que no está probado científicamente. Además, su presidente Davide Vannoni está denunciado por fraude.
Di Stefano
En abril del pasado año también los cinco hijos del recientemente fallecido Alfredo Di Stefano -uno de los mejores jugadores del mundo- emprendieron acciones judiciales para pedir la incapacitación de su padre. Unas semanas antes el presidente de Honor del Real Madrid, de 86 años, había anunciado que estaba decidido a casarse con la costarricense Gina González, 50 años más joven, su secretaria, manager, y la persona que ha estado a su lado los últimos años, desde que se conocieron en 2005.
Los hijos, ante el miedo de que se tambalease su futuro económico, consiguieron ‘secuestrar’ a Di Stéfano y así apartarle de Gina, quien ante la actitud de los hijos decidió tirar la toalla e irse de España. Esta vez no venció el amor, a pesar de que Gina estaba dispuesta a renunciar a la herencia. Según ella, estaban muy enamorados: “Mala idea la de la boda. Si no nos hubiéramos intentado casar, no nos hubieran separado”.
La duquesa de Alba
Hace unos años, la duquesa de Alba, con un patrimonio estimado de 3.000 millones de euros, puso en jaque a todos sus hijos cuando les comunicó su intención de casarse con Alfonso Díez. Pronto se hizo pública la intención de los herederos de incapacitarla, hecho que rápidamente negaron mediante un comunicado. Que no llegaran a emprender acciones judiciales, no quiere decir de ningún modo que no lo intentasen. El fuerte carácter de Doña Cayetana, a sus 85 años, y, sobre todo, la renuncia de Alfonso a la herencia les hicieron cambiar de opinión. “Siempre he defendido que el amor no tiene edad. A veces no puedo dejar de preguntarme de qué sirvió tanta tensión entre mis hijos y yo. Alfonso sólo me quería a mí y, sin embargo, hasta que no firmó la renuncia a la herencia y no repartí el legado de los Alba entre ellos, las aguas no volvieron a su cauce”.
Liliane Bettencourt
También Liliane Bettencourt, una de las primeras fortunas de Francia y heredera del gran imperio de L'Oreal, ha vivido sus particulares affaires ya cumplidos los 80, que le han generado duros enfrentamientos con su hija Françoise. El mismo año que murió su marido, el exministro André Bettencourt, Liliane -que entonces tenía 84 años- inició una sospechosa relación con el fotógrafo François-Marie Banier, quien recibía suntuosos regalos. Fue, concretamente, un regalo de 1.000 millones de euros el que hizo que la hija de Liliane solicitase inmediatamente la inhabilitación de su madre. No hay que olvidar que están en juego más de 16.000 millones de euros.
En 2011 una decisión judicial nombra como tutor a uno de sus nietos, y como administradores a su hija y a dos nietos. Tal era el enfrentamiento entre madre e hija que Liliane Bettencourt ha llegado a decir: “Si mi hija gana en los tribunales, me marcho al extranjero. Si es mi hija quien se ocupa de mí, me ahogo. Si es ella, me voy".