Cuando se planteó el renacer de la mítica revista Lui, la competencia francesa de Playboy, imaginamos que varios nombres se pusieron sobre la mesa, tanto de la modelo que iba a protagonizar este nuevo número uno como del fotógrafo encargado de dispararla. Al final, las dudas fueron pocas. Kate Moss, la modelo más mediática del momento -y una de las más acostumbradas a desnudarse-, ya había posado para Playboy en su 60 aniversario y repetiría en Lui, imitando la portada que en 1973 hiciera Romy Schneider, y todo bajo la atenta mirada, como no, de Terry Richardson. El fotógrafo estadounidense se ha caracterizado a lo largo de su carrera por ofrecer la versión más sexual de la moda. Sus trabajos para revistas como Vogue, Harper's Bazaar o GQ y marcas como Marc Jacobs, Saint Laurent o Tom Ford -muchos caracterizados por unos toques muy evidentes de erotismo- se han combinado con proyectos más personales donde la línea que separa el fotógrafo de la modelo se difumina tanto que Richardson termina siendo el protagonista.
En 2009, Richardson se masturbó delante de la modelo Charlotte Waters durante una sesión de fotografía.
Esta afición del fotógrafo por desnudarse, interactuar e, incluso, practicar sexo con las modelos mientras su ayudante, o él mismo dependiendo de la posición, retrata todo el proceso, se ha convertido en su marca de la casa. Libros como el polémico Kibosh, una edición limitada de 2000 ejemplares a precio de oro donde Richardson recoge todas sus fotografías más íntimas, han contribuido a fomentar la fama que lleva arrastrando desde hace años. Una trayectoria que le ha servido tanto para convertirse en el fotógrafo preferido por las celebrities -en su tumblr mantiene un diario donde podemos ver a todos los famosos que pasan por su estudio-, como para generar una polémica que no hace más que crecer. La última en unirse a este conflicto ha sido la modelo Charlotte Waters. En 2009, la joven acudió al estudio de Richardson para una sesión, durante la cual el fotógrafo lamió su trasero, la besó, pidió que le quitara los pantalones y se masturbó delante de ella, mientras sus asistentes recogían las imágenes del acto. La modelo nunca se atrevió a denunciar el hecho -en aquel momento tenía 19 años-, pero al ver los últimos movimientos en contra de Richardson, se animó a contarlo.
Las redes sociales en pie de guerra
Y es que Terry Richardson es, actualmente, la oveja negra de la moda. En octubre de 2013, se puso en marcha una campaña en la plataforma Change.org con el fin de obtener 50.000 firmas y así presionar a las marcas y editoriales para que prescindan de los servicios de Richardson -hasta el momento llevan recogidas algo más de la mitad de las firmas-. Pero no es la única iniciativa popular. Hace apenas unos días, aparecía una campaña en tumblr y otras redes sociales como Twitter bajo el lema #NoMoreTerry que pide el boicot a todas aquellas publicaciones, marcas y famosos que colaboren con el fotógrafo. Aquí debajo se pueden ver los tuits en vivo con ese hashtag.
Aún así, el volumen de trabajo de Richardson no hace más que aumentar. De hecho, durante la ceremonia de los Oscar, se filtraban a los medios unas fotografías donde el fotógrafo aparecía con Jared Leto, uno de los habituales de su estudio, y la mujer del momento, Lupita Nyong’o, y el mundo se echaba las manos a la cabeza. ¿Sería capaz Nyong’o de dejarse fotografiar por el fotógrafo más problemático del momento?
La respuesta de Richardson
Hasta ahora, Richardson había permanecido ajeno a la polémica. Pero el incremento de denuncias y declaraciones han forzado al fotógrafo a emitir un comunicado negando todos los hechos. “La gente, protegida por la libertad y el anonimato de internet, ha encontrado su lugar para inventar cuentos llenos de odio y difamación hacia mi vida personal y profesional. Al escribir esto, hago un humilde intento de corregir estos rumores, porque me he dado cuenta de que en ausencia de mi voz en la conversación, todo lo que queda son las mentiras”, ha declarado Richardson. “He colaborado con mujeres adultas que en todo momento fueron plenamente conscientes de la naturaleza de la obra y, como es normal en todo proyecto, con la firma de los documentos legales correspondientes. Nunca he utilizado una oferta de trabajo para obligar a alguien a que haga algo que no quiere hacer”. Termina el comunicado pidiendo que, pese a que se odie su trabajo, se le dé el beneficio de la verdad.
En España tenemos el caso de Minerva Portillo, cuya participación en una de estas sesiones subidas de tono marcó su carrera.
El problema en estos casos es que, efectivamente, se trata de mujeres adultas que no se han opuesto a los actos -de hecho, no existe ninguna denuncia judicial al respecto-. Pero eso no quita que estas denuncias formuladas por las modelos a posteriori no puedan ser verdad. En nuestro país tenemos el caso de la modelo Minerva Portillo. La top model valenciana, que había desfilado con prácticamente todos los grandes diseñadores y que iba a convertirse en una de las grandes modelos de la historia, participó en una de estas sesiones subidas de tono de Richardson y el impacto en el mundo de la moda fue de tal calibre que Portillo tuvo que retirarse de la primera línea y dejar pasar el tiempo. ¿Terminarán todas estas polémicas afectando a la carrera del fotógrafo? ¿Continuará trabajando como si no pasara nada? ¿Al final, lo que queda de todo esto es pura fama? ¿Lo importante es hablen aunque sea mal? Para Richardson parece que sí.