Hasta hace pocos meses, no había nadie que pudiese hacerle sombra al Deluxe. El programa de Jorge Javier Vázquez había hecho suyos los viernes noche y ninguna de las ofensivas orquestadas por las otras cadenas había podido terminar con su reinado. Pero, claro, entonces, alguien tuvo una brillante idea en Antena 3: ¿y si cambiamos Tu cara me suena de día? ¡Bingo! El movimiento que necesitaban. Un programa asentado, con buenos datos de audiencia, un espíritu muy distinto al de Mediaset y una duración de varias horas que casa mucho mejor con una víspera de festivo que con un día entre semana. El producto perfecto para protagonizar la mejor batalla de los últimos años. ¡Todo por el share!
Ante tamaña ofensiva, la versión nocturna de Sálvame ha tenido que ponerse las pilas. Nada de personajes de tercera -al menos, en las primeras horas de programa-, nada de contenidos de relleno, y nada de perder oportunidades que, en otro momento, podrían haberse desperdiciado. Arañar un puñado de espectadores puede suponer la victoria de la semana y no está la situación como para andarse con medias tintas. Poco importa que se trate de dos programas que pueden convenir perfectamente, repartiéndose el pastel de las audiencias sin demasiado problema -el único que debería estar preocupado es el responsable de TVE-. La guerra entre las cadenas privadas no conoce acuerdos, por mucho que, al final, el que acabe perdiendo sea el público.
No es de extrañar, por tanto, que en este intento de llevarse el gato al agua, la dirección del Deluxe haya claudicado ante el regreso de una de las grandes estrellas del programa: la defenestrada Rosa Benito. Poco importa que la colaboradora haya estado criticando a sus compañeros durante meses, que haya colapsado las redes sociales con mensajes que evidencian su felicidad tras el despido, que haya esquivado con pericia los micrófonos de los reporteros para no dar declaraciones al programa que tanto daño le ha hecho. ¡Pelillos a la mar! ¿Que aseguró que prefería romperse las piernas antes de volver a bajar las escaleras de Sálvame? Bueno, un mal día lo tiene cualquiera, ¿no creen?
Rosa Benito hizo del despecho su bandera cuando le comunicaron que no iba a renovar contrato y trató de convencer al mundo que su verdadera pasión era recorrer los pueblos de España cantando con su hija. Ya saben, el calor del público, la hospitalidad de la gente y todas esas frases manidas que tanto relucen en campaña electoral. Una exaltación de la felicidad siempre cobijada tras la certeza de que su vuelta a televisión estaba más que garantizada. Sí, torres más altas han caído y nunca hay que dar nada por sentado, pero, ¿de verdad alguien puede ser tan inocente como para no imaginar que la silla de la Benito en está más que garantizada?
La cuñada de Rocío Jurado ha ofrecido su vida entera al buen hacer del programa. Ha acudido a cualquier llamada de los directores, ha rellenado meses de escaleta gracias a sus desgracias amorosas, ha creado frases míticas y vídeos icónicos, ha llegado a quemar su alianza de casada en directo, y todo por la audiencia. Pero no contenta con eso, se ha enemistado con casi todos los colaboradores, ha ejercido de ganadora de Supervivientes y de salvadora de la última edición del reality ante sus pobres datos de share, ha cantado, ha bailado y no se ha desnudado en Interviú porque no le ha apetecido. Un colaborador así no puede perderse por un quítame de aquí estas demandas.
Pero, ¿conseguirá Rosa cumplir con su cometido? Tiene por delante una tarea complicada. Primero, enfrentarse a sus excompañeros y no caer en el mismo discurso que el público ha escuchado en decenas de ocasiones. Segundo, recuperar su eterna amistad con Belén Esteban, posicionándose, suponemos, en contra de Toño Sanchís. Tercero, conseguir que su hija Chayo se mantenga al margen de todo y no vuelva a dinamitar la carrera profesional de su propia madre. Y cuatro, recoger el testigo de la princesa del pueblo y hacer de GHVIP 4 un éxito de audiencia comparable al de la pasada edición. ¿Tendrá que enfrentarse con alguna ex amante de su ex marido dentro de la casa? Pueden apostar por ello.
Ay, Rosa, qué dura es la vida cuando uno tiene que pagar sus facturas... Y qué poco cuesta olvidar el pasado cuando hay en juego un buen cheque.