Opinión

"Aquí estamos, achicando agua"

En el PSOE algunas voces se lamentan de que, cuando tendrían que estar hablando mañana y noche de la subida del salario mínimo a 950 euros como gran éxito, el 'caso Ábalos' les ha hecho tambalear

  • Ábalos y Sánchez en el debate de investidura.

"Tendríamos que estar 'vendiendo' la subida del salario mínimo y aquí estamos, achicando agua". La frase no es mía, es de un diputado socialista este mismo martes, atónito por el desconcierto en que ve inmerso el PSOE a cuenta del vodevil protagonizado por el ministro y 'hombre fuerte' del partido, José Luis Ábalos, en el aeropuerto de Barajas con la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, en la madrugada del lunes 20 de enero.

Ábalos y su jefe, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, han podido comprobar en primera persona cómo una crisis mal gestionada y peor explicada puede arruinarte el inicio de legislatura y tapar nada menos que el incremento de 900 a 950 euros mensuales en el Salario Mínimo Interprofesional (SMI), la medida más importante que puede aprobar un Gobierno de izquierdas en tanto que afecta a cientos de miles de españoles.

Vaya por delante, queridos lectores, que el jueves 23 por la mañana, cuatro días después, Vozpópuli ya tenía todos los detalles del "incidente diplomático" (sic), por usar la terminología del presidente del Gobierno, incluida la foto del avión de marras que no publicamos por si era un fake; hasta el dato del avión a Doha (Qatar) que Rodríguez y su séquito cogieron a las 8.40 del lunes después de pasar la noche en el pabellon VIP de Barajas porque el Ejecutivo quiso hacer la vista gorda.

¿Por qué el ministro mantiene esa rocambolesca sucesión de versiones oficiales, desmentidas una tras otra por él mismo? ¿Qué había que ocultar si lo suyo había sido un éxito: evitar un "conflicto diplomático"?

¿Y por qué les cuento esto? Porque si lo sabe este medio de comunicación con tanta profusión de detalles, lo lógico es pensar que el asunto lleva cuatro días -me consta- corriendo como la pólvora entre altos funcionarios de la Administración, y entre la Policía y Guardia Civil del aeropuerto, testigos de lo que aconteció en la noche del lunes.

Entonces, ¿a cuento de qué el ministro de Transportes oculta hasta a sus colaboradores -intentaron desmentirnos sin éxito en la misma tarde del jueves- que se había visto a medianoche del domingo con la vicepresidenta venezolana en su avión? A mes a mes, que se dicen en Cataluña... ¿A qué viene su rocambolesca sucesión de versiones oficiales, desmentida una tras otra por él mismo? 

Sánchez no puede dejarle caer    

Creo que José Luis Ábalos es de lo mejor que tiene Pedro Sánchez en su Gobierno. Sinceramente. Pero creo, también, que si se mantiene en el Gobierno es precisamente por eso: simple y llanamente, el presidente del Gobierno no puede desprenderse del hombre que le lleva el partido, el interlocutor con unos barones territoriales con los que el diálogo es más difícil a medida que se enmaraña la legislatura. Si el protagonista hubiera sido el titular de Interior, Fernando Grande-Marlaska, un suponer, habría que ver cómo acababa todo.

El cierre de filas decretado por Sánchez en la reunión de la Ejecutiva federal, este lunes, es más que sintomático. El líder socialista sabe que, como dice una de las fuentes de este cronista, bien conocedora del presidente, Ábalos es pieza fundamental: "Mal asunto que sea él la primera pieza a abatir. Si empezamos así, no te quiero contar lo que va a ser esto cuando nos sentemos a hablar con Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) en la famosa mesa". Pues eso.

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