El acierto de la elección de Alberto Núñez Feijóo lo avala el propio sanchismo mediático. Desconcertados ante la imagen de solidez que proyecta el presidente gallego, han recurrido a traducir el Congreso de Sevilla en nuevos episodios de los “ah, pero Ayuso” , “ah, pero Vox”. Aunque, frente a los desastres que se acumulan, provocados por un gobierno convertido en un cachivache, el candidato del PP se está instalando en el imaginario colectivo como la alternativa natural y urgente.
Feijóo se ha comprometido en Sevilla a construir “el Gobierno que están esperando y quieren la mayoría de los españoles” y a anteponer los objetivos nacionales a los de su partido. En esa meta, la capacidad para atraer votos antes socialistas medirá sus niveles de éxito. El PSOE le facilita la labor: hoy no hay ni rastro de la izquierda liberal en esa organización, que se ha reubicado al 100% en la retórica “marxista” (lucha de clases, etc.), estimulado por sus socios.
Esa apuesta del candidato del PP importa mucho porque los cambios de fondo que necesita el país demandan algo más que la tradicional alternancia bipartidista. La historia de las imprescindibles transformaciones que ya se produjeron en la Europa desarrollada enseña cómo importa que los cambios se produzcan y no tanto quiénes los protagonicen. En los años 90, en los países escandinavos, en Alemania y otros, unas veces los impulsores de las reformas fueron partidos de centroderecha y otras de centroizquierda.
Suecia es un buen ejemplo. Desde 1994, los socialdemócratas intentaron adaptaciones para salvar su Estado de bienestar, pero no fueron capaces de lograrlo, sobre todo por la resistencia sindical. Es la Alianza del centroderecha a partir de 2006 la que logra las reformas que dieron solidez a sus cuentas públicas. En Dinamarca, serán los socialdemócratas quienes hagan cambios similares con la cooperación de los sindicatos. En Alemania, el primer impulso es del centroizquierda, pero los conservadores, solos o en coalición, harán las modificaciones imprescindibles.
No entienden en el PSOE que millones de compatriotas están perdiendo el estatus de clase media, que avanza la “universalización de la precariedad”
Es una evidencia que el PSOE está incapacitado para liderar los cambios, como se ha podido constatar estos días de estallidos sociales. Camioneros, ganaderos o dueños de gasolineras han expresado su situación desesperada, pero el sanchismo sólo veía “fachas”. No entienden que millones de compatriotas están perdiendo el estatus de clase media, que avanza la “universalización de la precariedad”. Lo explicó bien un ganadero que, tras muchos años para lograr una explotación moderna y competitiva, ahora tiene que vender vacas para comprar pienso.
Todo el esfuerzo del sanchismo mediático se centra en hacernos creer que las causas están fuera, que la UE padece los mismo desastres, pero son abrumadores los datos diferenciales de España. Nadie ignora ya que somos el enfermo europeo, que, a diferencia de los demás, estamos lejos de lograr pasar de la recuperación al crecimiento, de alcanzar el nivel de Pib de 2019. En ese territorio se ubica el desafío de Feijóo, en el proceso de reformas que está llamado a liderar.
Jared Diamond, en su obra Crisis. Cómo reaccionan los países en los momentos decisivos (2019), enumera doce factores decisivos a la hora de superar una crisis nacional de envergadura. Sus investigaciones son muy útiles aplicadas a la travesía que Feijóo está apunto de protagonizar. La primera condición, señala el historiador, es el reconocimiento de la propia crisis. Nada es más contraproducente que las disculpas de mal pagador de Sánchez con covid, volcán, calima, Putin… Al nuevo líder se le debe exigir que asuma la realidad y actúe en consecuencia.
Otros factores ineludibles serían la movilización colectiva y la recuperación de un sentimiento de autoconfianza, de orgullo nacional, tan torpedeado por las alianzas del PSOE. Feijóo tendrá que liderar una estrategia para la cohesión nacional, condición previa para superar la crisis de caballo que nos atenaza. Prestar atención a las lecciones de nuestra historia reciente, como el éxito evidente de la Transición, y fortalecer valores nacionales que nos unen ayudaría, siguiendo a Diamond, a superar las crisis. Paciencia estratégica y acierto en la selección de prioridades, capacidades que se le reconocen al candidato popular, se necesitan como agua de mayo.
Miedo a perderlo todo, a no poder hacer frente a los pagos que vencen, a caer en el paro, a la pérdida de poder adquisitivo, a precipitarse en la pobreza y a tantas amenazas que se van acumulando
Es tal el destrozo generado por la coalición liderada por el PSOE que nada es más urgente que la gestión de los temores que, como hemos comprobado, se han instalado en la sociedad española. Miedo a perderlo todo, a no poder hacer frente a los pagos que vencen, a la subida de los tipos de interés, a caer en el paro, a la pérdida de poder adquisitivo, a precipitarse en la pobreza, y a tantas amenazas que se van acumulando.
Feijóo deberá atender a lo que la gente siente, lo que le lleva a la desesperación, y tendrá que poner en práctica un activismo nacional que transforme el miedo en motor de cambio. A él le toca recuperar la confianza de los ciudadanos para salir de esta. No estamos ante lo que se suele denominar como cisnes negros, acontecimientos imprevistos, sino ante rinocerontes grises, es decir, amenazas bien visibles derivadas del bloqueo de las reformas urgentes que no se han querido acometer, que se ignoraron.
Que, como señala Funcas, la productividad siga cayendo (-1,7% en 2021) o que nuestra inflación sea mucho mayor que la de nuestros competidores comerciales, no tiene que ver con Putin o con la calima, sino con una exhibición diaria de ineptitud. Y de ataduras ideológicas que nos aproximan a modelos de fracaso como los de la Argentina peronista y nos alejan de las experiencias de éxito europeas. Las trampas narrativas del sanchismo no mejoran la realidad.
Las reformas que no se pueden aplazar son imposibles desde la inestabilidad institucional de la que no podrá escapar la coalición sanchista. Ese es el marco de la reunión del próximo jueves en la Moncloa, el de las volteretas incontrolables de Pedro Sánchez que bloquean cualquier opción de modernización política. Alberto Núñez Feijóo lo sabe, y no parece que se vaya a despistar. No está el país para perder más tiempo.