En el epitafio político de Alberto Núñez Feijóo se recordará la secuencia. “Caixanova+Caixagalicia=Novacaixagalicia=Novagalicia=Abanca”. Una sopa de marcas convertida en blindaje por el presidente de la Xunta ante las pretensiones de todos aquellos que quisieron fragmentar el sistema financiero gallego. Intentos hubo muchos en los últimos años. Desde todos los frentes. El Banco de España de Fernández Ordóñez. Rato como patrón de Caja Madrid. El Ministerio de Economía de Guindos. La Caixa de Fainé. Feijóo logró mantener izado el estandarte de la ‘galleguidad’ de sus cajas ante todos los ataques. Sin embargo, su despedida de la política hace temblar el legado financiero. La independencia de Abanca.
Sin Feijóo, la Xunta pierde a un presidente y Juan Carlos Escotet, el venezolano mandamás de Abanca, el aliado para extender su proyecto en España. Un banquero que sigue generando recelos entre los directivos nacionales. Sin Feijóo, Abanca nunca hubiese existido. Novagalicia, el sumatorio de las dos cajas gallegas, se habría diluido en el interior de Caixabank. Como en su día sucedió con Banca Cívica o Banco de Valencia. El tapete estaba preparado para el movimiento de Fainé. Una subasta a la vieja usanza. Con el comprador pagando un euro y recibiendo cientos o miles de millones a través de un esquema de protección de activos. Una especie de cheque al portador que han recibido todos los compradores por quedarse con la ‘morralla’ de las cajas. Pero Escotet aflojó el bolsillo, pagó 1.033 millones por el 83% de Novagalicia, y Fainé se quedó con las ganas.
Sin Feijóo, Abanca nunca hubiera existido
El interés sigue hoy tan vivo como entonces. Cocinándose a fuego lento de cara a la próxima ronda de fusiones de la banca española. “Abanca caerá en manos de Caixabank. Fainé lo tiene entre ceja y ceja”, relataba estos días un banquero español. En las torres negras, desde el mismo día en que el FROB adjudicó las cajas gallegas a Escotet, se empezó a pensar en la segunda vuelta de ese partido. “Le será complicado al venezolano mantener la entidad sin la ayuda de Feijóo”, reivindicaba el mismo banquero.
Feijóo estuvo moviendo todos sus hilos a nivel interno en Moncloa en el otoño de 2013 para evitar la adjudicación de Novagalicia a Caixabank. Y lo consiguió. Sólo había una bala en la recámara para Escotet (y Feijóo). Una oferta mareante que dejara al Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) sin atajos para doblegarse a Fainé. Así se lo hizo saber el presidente de la Xunta a Escotet de cara a la estrategia a seguir en la oferta que envió Banesco al FROB. "En las negociaciones de una posible segunda vuelta hubiera sido complicado impedir la venta a Caixabank", admiten ahora fuentes del PP gallego.
El mensaje de Feijóo se transformó en una agresiva oferta. Los venezolanos pagaron 1.003 millones por la compra del 88,3% de Novagalicia para evitar demandas con los accionistas minoritarios, cifra que tenía en cuenta la venta de las dos carteras de fallidos que se incluían en el proceso. Pese a que fue la primera vez que el FROB lograba más allá de un euro por la venta de una entidad nacionalizada, no consiguió su objetivo de subastar Novagalicia por 1.500 millones, como se pretendía desde el organismo público. De esta manera, los contribuyentes sufragamos una factura de más de 8.000 millones en las ayudas públicas que recibieron las dos cajas gallegas.
El presidente de la Xunta era consciente de que buena parte de su futuro electoral se condicionaba a mantener a Novagalicia como una entidad puramente gallega
Banesco ganó la subasta por delante de las ofertas de Guggenheim, segunda mejor puja, y Caixabank, que pese a su enorme interés por Novagalicia y los constantes movimientos políticos de Fainé, tanto en Galicia como en Madrid, presentó la tercera oferta. Más rezagados quedaron Santander, BBVA y la oferta conjunta de los fondos JC Flowers y Oaktree.
Los movimientos políticos de Feijóo, tanto en el interior del PP como en Moncloa, se intensificaron desde que el FROB puso una fecha definitiva para la venta. El presidente de la Xunta era consciente de que buena parte de su futuro electoral en Galicia se condicionaba a lograr una de sus mayores promesas electorales: mantener a Novagalicia como una entidad puramente gallega. Curiosamente, el presidente gallego conoció el resultado de la subasta horas antes de que la Comisión Rectora del FROB se reuniera para decidir que la oferta de Banesco se convertía en ganadora.
La venta a Escotet supuso el cierre de la gran cruzada que siempre ha mantenido Feijóo para evitar que una de sus cajas acabara unida a otra entidad de fuera de Galicia. Aún resuenan en las paredes de la casa gallega en Madrid la bronca que mantuvo Feijóo con Miguel Ángel Fernández Ordóñez, cuando el anterior gobernador del Banco de España intentó la fusión de CaixaGalicia con CajaMadrid y promovió la venta de Caixanova a La Caixa. "Las dos cajas gallegas acabarán fusionadas. Lo quieras o no", le espetó Feijóo a MAFO.
"Las dos cajas gallegas acabarán fusionadas. Lo quieras o no", le espetó Feijóo a MAFO
Apoyado por Mariano Rajoy, como hasta la fecha, Feijóo convirtió aquella amenaza en realidad. Años después, el presidente de la Xunta volvió a salir victorioso ante las preferencias del Banco de España, el FROB y Economía, siempre partidarios de que las entidades subastadas queden en manos de bancos españoles. Por esta razón, cuando se comenzaron a cambiar las condiciones para dificultar que un fondo pudiera ganar la puja de Novagalicia, frente al fuerte lobby ejercido por la banca española ante el Banco de España y el FROB, Feijóo buscó un nuevo socio para mantener su objetivo. En Banesco, el presidente de la Xunta encontró al candidato que sorteaba las obligaciones impuestas a los fondos, al tener ficha bancaria en España, y al socio (Juan Carlos Escotet) con el que poder mantener influencia en Novagalicia.
Escotet es una de las personas sin duda que más tiempo ocupa en las oraciones de Alberto Núñez Feijóo. El banquero siempre ha dado cumplida información de todos sus movimientos al político. Cuando adquirió el Etcheverría. Al comprar parte de la red de Novagalicia. Ambas operaciones fueron el germen del fin que persiguen banquero y político, que se hizo realidad con la compra de Novagalicia. El nadir político de Feijóo desata ahora todos los interrogantes.